Diálogos marxistas

Año 2017, ¿quién es Rosa Luxemburgo? (segunda parte)

8 ago. 2017
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Comienza la guerra, el Partido alemán y casi toda la socialdemocracia traicionan, apoyan la guerra imperialista, se niegan a intentar la revolución, y el chovinismo se impone a un internacionalismo que había sido fundado desde 1848 en el Manifiesto Comunista. Luxemburgo y la izquierda alemana se separan de su Partido. Junto a Liebknecht, Zetkin y Mehring, constituye la Liga Espartaco y publica Die Internationale, censurado inmediatamente por el gobierno. En 1915 escribe un texto cuyo título lo dice casi todo, La crisis de la socialdemocracia alemana. Este fue conocido como Folleto Junius, elogiado y a la vez cuestionado en algunos aspectos por Lenin (Acerca del folleto Junius, 1916); y las Tesis acerca de las tareas de la socialdemocracia internacional (1916), que constituyó el Programa de la Liga Espartaco. Junto a los miembros de la Liga se une al Partido Socialdemócrata Independiente, y con posterioridad participa en la fundación del Partido Comunista Alemán. Todo esto, era la expresión manifiesta de su ruptura con la socialdemocracia.

Precisamente, la extensión histórica del reformismo socialdemócrata no reclamó a Luxemburgo, pero tampoco lo hizo el comunismo oficial soviético y quienes lo han seguido acríticamente en distintos períodos hasta la actualidad.

La comprensión y difusión del marxismo, el leninismo, el socialismo, y la estrategia política, sostenida por ese comunismo, censuró y falseó. Todo lo cual estuvo respaldado inicialmente por violencia simbólica y física. En especial, la apropiación del legado de Lenin por el stalinismo —con fines de legitimación del poder, y de dominación al interior del espacio soviético—, a partir de la definición que construyera Stalin entre 1924 y 1926 de «leninismo»,[1] condujo a la apología —siempre irreal— de Lenin, a la exclusión de cualquier otro pensamiento independiente, y a homogeneizar el marxismo y su historia. Toda la riqueza estratégica y teórica producida por el marxismo de las dos primeras décadas del XX, que fuera elaborada por sus intelectuales orgánicos, resultó censurada: conceptos, libros, militancia, vida, y hasta nombre. Lo que se convertiría en los años inmediatamente siguientes a la muerte Lenin, en el marxismo soviético oficial o marxismo-leninismo, contó en todas sus versiones con un sumario —en el que ya no había discurso ni praxis revolucionaria efectiva—, de proposiciones teóricas descontextualizadas y aleatorias, tomadas solo de nombres aprobados: Marx, Engels, y Lenin.

Es probable que 1931 sea una fecha definitiva en el proceso de exclusión de la memoria de Luxemburgo. En ese año Stalin —posiblemente a partir de la intervención de Luxemburgo en el V Congreso del POSDR— escribe una carta a la redacción de la revista Proletárskaia Revolutsia, titulada Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo, en la que iguala el «trotskismo» al «luxemburguismo», a la vez que los diferencia del «leninismo» y el «bolchevismo».[2] El destino de su memoria quedaría sellado, para los continuadores de esa específica versión comunista. Como diría Ernest Mandel, «hubo que llegar al conservadurismo cerril de la burocracia staliniana»,[3] para emprender esa lucha contra la «herencia luxemburguista». Esta venía desarrollándose en la Internacional Comunista desde la etapa de la «bolchevización» de los Partidos y «extirpó» los «hábitos de pensamiento» y temas que eran propios de Luxemburgo. Hay que tener presente que —aunque hace décadas no se hable de eso, precisamente porque no pasó a la historia oficial—, en los inicios de la Internacional Comunista predominaban con fuerza, dos tendencias: leninista y luxemburguista, tal y como testimoniara en la época Karl Korsch.[4] Las consecuencias de los pronunciamientos de la Komintern contra Luxemburgo, se manifestaban todavía para los años cincuenta, incluso entre los comunistas polacos. Según Isaac Deutscher, estos no llegaban a comprender el «inmenso conjunto que constituyen las ideas y la obra de la más grande revolucionaria de nuestro país,  …que están en plena armonía con las ideas y la obra siempre valiosa de Lenin».[5]

Y sí, sus ideas estaban en una relación de armonía y coherencia en cuanto a principios y fines políticos, pero no eran idénticas. Luxemburgo disintió de Lenin en varias ocasiones durante casi veinte años, y criticó sus posiciones sobre la concepción del Partido y formas de actividad de la clase obrera (Problemas de organización de la socialdemocracia, 1904); el denominado «problema nacional» (La crisis de la socialdemocracia alemana, 1915); y las medidas tomadas en los primeros momentos de la Revolución de 1917 (La Revolución rusa, 1918). Sin embargo, estuvieron juntos o coincidieron en: la pasión, impaciencia, y activismo por la Revolución; el internacionalismo; la advertencia del oportunismo y reformismo al interior de la socialdemocracia oficial; el antiimperialismo; el carácter mundial de la Revolución; la ruptura con la Segunda Internacional y constitución de una nueva; y la lucha contra la burocracia socialista. Pudiera pensarse que todo esto, era consustancial al marxismo desde siempre, pero no… Hubo que redefinirlo y actualizarlo en batallas teóricas y políticas constantes, al menos hasta inicios de la década del veinte. Luxemburgo y Lenin, fueron ejemplares en eso.

¿Cómo es posible que ella no apareciera en las historias oficiales soviéticas de la Segunda Internacional, del Socialismo, y del movimiento obrero, o en los manuales de marxismo-leninismo por los que han estudiado legiones de revolucionarios, también en Cuba (y que no hacen pensar, como diría el Che[6])? Manuales cuyo espíritu, principios, e incluso letra, han sobrevivido y continúan reproduciéndose, por desconocimiento e inercia, y también por razones políticas. ¿En qué curso de marxismo se estudia la teoría del imperialismo de Luxemburgo; su estrategia revolucionaria; su interpretación de la Revolución Mundial; su concepto del internacionalismo; su teoría sobre la actividad espontánea y consciente del proletariado; sus proposiciones sobre la democracia en el Partido y en el Socialismo como único medio de educación política; su vida militante; sus libros; y su muerte a manos de la contrarrevolución alemana?

Al repudiar a Luxemburgo por su alteridad y crítica, ese marxismo soviético oficial y sus seguidores, se privaron de la totalidad de su teoría y política, quedando fuera de consideración, temas muy inconvenientes a la burocracia socialista. Por ejemplo, los cuestionamientos del «ultracentrismo» organizativo del bolchevismo concebido por Lenin[7] —seguido por el PCUS, y copiado intemporalmente por muchos Partidos comunistas, a pesar de la insistencia original del líder ruso, en que era un «Partido para Rusia» y su circunstancia a inicios de siglo—, con su esquema jerarquizado basado fuertemente en el liderazgo.

Luxemburgo estaba segura de que ese «ultracentrismo», imponía restricciones a la vida democrática del Partido, por lo que comprometía la autoconstitución del sujeto revolucionario, así como la Revolución misma. La delegación sistemática de funciones a un centro —«único que decide, piensa y guía»—, despojaría a los obreros de responsabilidad, experiencia y posibilidad de educación política, convirtiéndolos en objeto del proceso, y contribuyendo así, a la reproducción de la condición de dominación y sometimiento. Un Comité Central que estuviera «colmado del espíritu estéril del capataz», solo sería un reemplazo de cualquier poder anterior sobre los obreros —burguesía, nobleza, zar—, y alejaría la realización de la libertad y la Revolución.[8] Argumenta además, que ese tipo de organización iba a facilitar la constitución de un segmento burocrático de dirección, conservador en política y con «ambición personal».[9]

Esa misma preocupación por lo que podemos denominar, autoconstitución de los sujetos políticos, regresa en La Revolución Rusa (1918). Texto que excede el acontecimiento mismo. Trabaja las ilusiones, el pragmatismo, lo circunstancial, lo imperecedero, los fines y los medios, lo que no se debe y lo que se debe, en una Revolución. En toda la literatura marxista, no hay nada parecido. Luxemburgo expresa su desacuerdo con la limitación bolchevique de las libertades políticas y la democracia,[10] y el peligro de que llegue a consolidarse un estilo de gobierno basado en la dictadura de un grupo de dirigentes partidistas, que «actúa en nombre de la clase».[11]  Pues, solo la «participación más activa e ilimitada posible de la masa» y la «democracia sin límites», permite la educación política, que exige un gobierno auténticamente obrero y socialista.

El argumento consistente de Luxemburgo, y que aún no resulta totalmente comprendido, es de naturaleza político-filosófica y se inscribe a plenitud en la razón marxiana: la Revolución se produce a sí misma. No existe ni Escuela ni educadores para la Revolución, la conciencia y voluntad política del sujeto revolucionario para sí, solo se constituye y manifiesta en su propia experiencia de actividad política. Esa experiencia no tiene reemplazo y no puede ser transferida. En fin, la limitación de la vida política, es contraria a los propios fines del socialismo.

Todo este conjunto, haría de Luxemburgo una desconocida para aquellos que estudian cursos regulares de marxismo. Sus últimas palabras fueron: «mañana, la revolución volverá a levantar cabeza y, para vuestro horror, proclamará con trompetas: ¡Fui, soy, seré!».

 

 

 

 

 



[1] Definición de Stalin que comienza a construirse inmediatamente después de la muerte de Lenin. Ver: Fundamentos del leninismo, 1924; ¿Leninismo o trotskismo?, 1924; y Cuestiones del leninismo, 1926. Obras Escogidas. Ediciones Nentori, Tirana, 1979, en http://www.bolchetvo.blogspot.com/.

[2] Palabras de Luxemburgo en el 5to. Congreso del POSDR: «la Revolución Rusa no sólo es el último acto de una serie de revoluciones burguesas del siglo XIX, sino…, la precursora de una nueva serie de revoluciones proletarias”. Citado por Raya Dunayevskaya en Rosa Luxemburgo. La liberación femenina y la filosofía marxista de la Revolución, ob. cit., p.24. Ver: Stalin, J. Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo. Marxists Internet Archive. www.marxists.org. Isac Deutscher: «Stalin consideraba al luxemburguismo como la versión polaca del trotskismo. De allí este "furor teológico" con el que las autoridades del Komintern apuntaron a destruir la herencia luxemburguista». La tragedia del comunismo polaco entre las dos guerras mundiales (Publicado en Les Temps, en el año 1958). En http://po.org.ar/edm/testimonios-la-tragedia-del-comunismo-polaco-entre-las-dos-guerras-mundiales/#sthash.ivUFUmGG.dpuf

[3] Ernest Mandel: Rosa Luxemburg y la socialdemocracia alemana (1971). En http://www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.html

[4] Korsch expresa dudas acerca de la aceptación del «leninismo» en el V Congreso de la Komintern, cuyo primer punto sería: «Lenin y la Komintern. Fundamentos y propaganda del leninismo». Según Korsch, aún no había consenso sobre la esencia del «leninismo”, y además, estaban los «luxemburguistas». Korsch, K. Lenin y la Komintern. En: Marxismo y filosofía. Ediciones Era, México, 1971, pp. 110-111.

[5] Deutscher, I. La tragedia del comunismo polaco entre las dos guerras mundiales. Ob.cit.

[6] Los «ladrillos soviéticos... Tienen el inconveniente de no dejar pensar... Como método es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos». Carta del Che a Hart (4 de diciembre de 1965).  Revista Contracorriente, La Habana, No 9, 1997.

[7] Sobre el diseño para Rusia de la teoría del Partido de Lenin, y la crítica de Luxemburgo, ver: Gómez V., N. «Lenin y el marxismo de inicios del siglo XX: criticas, debates, alternativas...». Revista de Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina. FLACSO, Vol. 2, No. 1, 2014. En: http://www.revflacso.uh.cu/index.php/flacso/issue/view/7.

[8] Con la «subordinación ciega… al centro», el Comité Central se convierte en el «único organismo pensante en el Partido. Los demás, serían sus brazos ejecutores»; «la clase obrera exige el derecho de cometer sus errores y aprender en la dialéctica de la historia», pues «los errores cometidos por un movimiento verdaderamente revolucionario son infinitamente más fructíferos que la infalibilidad del Comité Central más astuto»; «el único “sujeto” que merece el papel de director es el “ego” colectivo de la clase obrera». Problemas de organización de la socialdemocracia rusa, Obras Escogidas, ob. cit., t.2., págs. 152; 166.

[9] (Al otorgar poderes absolutos al centro) «fortalecemos peligrosamente el conservadurismo inherente a dicho organismo…»; «nada contribuirá tanto al sometimiento de un joven movimiento obrero a una élite intelectual ávida de poder, que este chaleco de fuerza burocrático, que inmovilizará al Parido y los convertirá en un autómata manipulado por un Comité Central….»; la «garantía más efectiva contra la intriga oportunista y la ambición personal» es la «acción revolucionaria independiente del proletariado». Idem., págs.156; 162.

[10] «El remedio que encontraron Lenin y Trotsky, la eliminación de la democracia como tal, es peor que la enfermedad que se supone va a curar; pues detiene la única fuente viva de la cual puede surgir el correctivo a todos los males innatos de las instituciones sociales. Esa fuente es la vida política activa, sin trabas, enérgica, de las más amplias masas populares». Luxemburgo; R. La Revolución Rusa. Obras Escogidas, ob. cit., t. 2, pág.206. Ver además los puntos 4; 5; 6; y 8 del texto de Luxemburgo.

[11] Idem. págs. 212; 214-215.

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