Diálogos marxistas

Año 2017, ¿quién es Rosa Luxemburgo? (primera parte)

1 ago. 2017
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¿Quién fue Rosa Luxemburgo? ¿Quién es Rosa Luxemburgo? Preguntas que aún puede formular alguien que ha estudiado un curso regular de marxismo. Respuesta: Polonia 1871-Alemania 1919; mujer; judía; polaca; crítica sistemática de la oficialidad del Partido Socialdemócrata Alemán —en el que hizo vida política y que siempre le consideró advenediza—; crítica del último de los escritos de Engels[1]; y crítica de concepciones organizativas, tácticas y estratégicas de Lenin, Trotsky, y la Revolución Rusa. Insistente en la necesidad de la democracia y las libertades políticas al interior del Partido y el socialismo.

 Ese conjunto, hizo que su nombre, vida revolucionaria, militancia ejemplar, y teoría-propia, distinguible, novedosa en sus fundamentos filosóficos y políticos, fueran quedando en el olvido, o más bien fueran ignoradas sistemáticamente por distintas tendencias de la izquierda, cada una con sus rencores particulares. Sin embargo, Luxemburgo es, junto a Lenin, la otra gran figura del marxismo clásico y la praxis revolucionaria durante las dos primeras décadas del XX.

Su destino de olvido, de no reconocimiento en la historia del marxismo, comienza a tejerse cuando emigra a Alemania, y encuentra en plena formación el revisionismo reformista de Bernstein en el Partido Socialdemócrata. Cuando percibe la tibieza de los teóricos consagrados y especialmente de Kautsky; de Bebel y su dirigencia política; así como de la organización misma. Puede decirse que es la primera marxista en reconocer la diferencia entre revisionismo y marxismo, entre «reforma o revolución», título con el que en 1900 aparecerían editados sus discursos contra Bernstein. Téngase presente que incluso Lenin, no se pronuncia explícitamente contra el revisionismo internacional hasta mucho después, y no pareció estar al tanto, a cabalidad, de los problemas esenciales que afectaban la integridad política del Partido alemán.[2]

La gran organización socialdemócrata alemana, paradigma de toda la Segunda Internacional y el marxismo, se corroía desde fines del XIX. Luxemburgo lo vio, estaba adentro. Tuvo el valor, la inteligencia, y la voluntad para enfrentar la política, la teoría, las personalidades, y los dirigentes, de una organización que parecía entonces ejemplar. Escribió, habló, y actuó, contra la burocracia sindical y partidista, que hacía un fetiche de la legalidad y la democracia burguesa («cretinismo parlamentario»); y contra sus libros sagrados, escritos por quienes se justificaban con el recuerdo de que habían conocido a Engels en Londres y recibido de manera privilegiada su enseñanza. Luxemburgo se enfrentó a Kautsky («ortodoxo») y Bernstein (reformista), considerados a fines del XIX e inicios del XX, continuadores teóricos del marxismo originario, y a los que Engels les había confiado los archivos de su propia obra y la de Marx. 

Mientras se sucede la primera Revolución Rusa (1905-1907), el Partido alemán mira, y sigue en su propia rutina. Luxemburgo, en cambio, participa de mil maneras en la situación revolucionaria de Polonia. Se interesa en Rusia, viendo ahí el potencial para la Revolución, y asimilando su experiencia. Como parte de ese activismo, va a Finlandia, se entrevista con Lenin y algunos bolcheviques, quiere conocer más sobre la táctica y la estrategia de la Revolución. Interviene en el 5to. Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), y en su discurso, pone al evento ruso, en la perspectiva de la Revolución mundial. Tesis a la que solo algunos marxistas se adscribían entonces (Trotsky; Parvus; y… Marx y Engels desde 1882).[3]

A partir de esa experiencia de 1905, perfila su propuesta de huelga política general de masas, como instrumento efectivo y radical para la Revolución en Alemania y occidente (Huelga de masas, partido y sindicatos, 1906)[4]. Eso suponía una rectificación de la estrategia programática de carácter reformista establecida por el Partido. Sin embargo, la socialdemocracia alemana persistía en la «vieja táctica probada», es decir, la lucha legal, y la ilusión teleológica de que la sociedad es un continuo histórico, en el que más capitalismo conduciría objetivamente al socialismo. Ese es el motivo de su polémica con Kautsky en 1910, que trasciende al Partido (Congresos de Jena de 1905 y Mannheim en 1906). Pero la organización política alemana era ya un Partido institucionalizado, conservador, reformista, ganado por la burocracia  —ajena a la inmediatez de todo contenido revolucionario— y la comodidad de sus dirigentes sindicales y partidistas, versados en actividades de diplomacia, propaganda y carrera electoral, y una pedantería intelectual que no se correspondía con la situación revolucionaria de preguerra. Un Partido al que ya le era ajeno el concepto, la praxis y la pasión marxista de la Revolución.

Europa se disponía a una gran guerra, y Luxemburgo escribe sobre militarismo e imperialismo, publica también una Carta de carácter oficial que había sido dirigida a la Oficina Socialista Internacional y que evidenciaba las acciones imperialistas de Alemania en Marruecos. Pero el Partido tenía como prioridad el proceso electoral, no quería distraerse con algo como… ¿el imperialismo…? Se pide una sanción por indisciplina. ¡Qué impertinencia la de «esa condenada mujer», «perra rabiosa», «lista como un mono», «hay algo raro en las mujeres»! Así pensaban los consagrados Bebel, Kautsky, y Adler, a los que importunaban sus principios revolucionarios, sostenidos siempre con excepcional inteligencia.[5]

Ante la inminencia del militarismo y la guerra, los marxistas se mueven hacia el desarrollo de teorías sobre el imperialismo. Luxemburgo y Lenin, principalmente, establecen la relación entre guerra imperialista, situación revolucionaria, y Revolución. Hacen de sus respectivas teorías del imperialismo, un tema estratégico. Luxemburgo venía trabajando la problemática económica desde 1906, pues impartía clases de Economía Política a activistas del Partido alemán y redactaba con ese propósito una Introducción a la economía política. Quiso centrarse entonces en un estudio más profundo acerca de los esquemas de Marx sobre la reproducción ampliada. En 1913 publica La acumulación del capital que, junto al libro de Hilferding de 1910 —El capital financiero—, sentaron las bases de las investigaciones marxistas posteriores sobre tema.[6] Más tarde Lukacs destacaría de la obra de Luxemburgo, su «profundidad y grandeza», la «magnífica prosecución de la teoría marxista de la producción» que logra. Señala también, que era una investigación sobre la «génesis» y los «límites» históricos del capitalismo, superior a la de Lenin (1916) desde el «estricto punto de vista económico». A pesar de que deja indicado aspectos críticos, el marxista húngaro afirma que «legó… a perfilar el complejo económico global del imperialismo…, integrando orgánicamente el imperialismo en la teoría de la historia del materialismo histórico».[7]

Mientras, Kautsky propone su tesis sobre el «ultraimperialismo». No se introduce en las investigaciones económicas, solo opina. Anuncia la posibilidad de una futura etapa «ultraimperialista» en la que se asociarían pacíficamente las potencias capitalistas para la explotación conjunta del mundo,[8] haciendo posible que se «desvanezca para siempre el fantasma de la guerra». En contraste, Luxemburgo había dicho en Utopías pacifistas (1911): «la revolución proletaria es el primer y único paso hacia la paz, esa es la tarea de los socialdemócratas».[9]

Continuará…

 

 

 



[1] Ver «Discurso ante el Congreso de fundación del Partido Comunista Alemán», en Obras Escogidas de Rosa Luxemburgo, en dos tomos, Editorial Pluma, Bogotá, 1976, tomo II, pp.228-236. Luxemburgo se refiere al Prólogo de 1895 que redacta Engels al texto de Marx Las luchas de clases en Francia (1850), y que fue publicado por el Partido alemán de manera mutilada en Vorwaerts. Al respecto, existe una Carta de protesta de Engels a Kautsky (1ro. de abril de 1895). En la versión publicada, Engels parecía un reformista. El Prólogo fue considerado por la socialdemocracia alemana como guía de su política no revolucionaria. Esto explica, por qué Luxemburgo en su discurso de 1919, al hacer una crítica al Partido alemán, se refiere también al Prólogo de Engels, según era conocido. Ver Marcuse, H. El marxismo soviético, Alianza Editorial, Madrid,1975, p.78.

[2] Es por eso que aún en 1914, Lenin apenas creía la noticia de la prensa: el Partido alemán había votado en el Parlamento, a favor de los créditos para la guerra imperialista, y exhortaba a los obreros y sus sindicatos, a producir para apoyar al gobierno burgués. El Partido alemán traicionó los acuerdos de la Internacional en los Congresos de 1907; 1910; y 1912. Precisamente, el acuerdo antibélico de Stuttgart 1907, había sido una propuesta conjunta de Luxemburgo; Lenin; y Martov. El texto del Acuerdo es citado por J. Heinrich en 1914: El camino hacia la traición de la socialdemocracia alemana. En: http://es.internationalism.org/revistainternacional/201504/4097/1914-el-camino-hacia-la-traicionde-la-socialdemocracia-alemana

[3] Marx, C.; Engels, F. «Prefacio» de 1882 a la edición rusa del Manifiesto Comunista. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1979, p.4. La tesis general del carácter internacional de la Revolución ya está desde el propio Manifiesto.

[4] Ernest Mandel diría que la teoría de huelga de masas, presentada por Luxemburgo, constituyó el único intento de renovación de la estrategia y la táctica revolucionaria en occidente, en el período anterior a 1914. Rosa Luxemburgo y la socialdemocracia alemana. www.marxists.org/espanol/mandel/1971/marzo/rosa_l_y_la_socdem_alemana.htmlErnest Mandel

[5] Carta de Víctor Adler a Augusto Bebel, (5 de agosto de 1910): «La perra rabiosa aún causará mucho daño, tanto más cuanto que es lista como un mono, mientras…carece de…sentido de responsabilidad y su único motivo es un deseo casi perverso de autojustificación». Respuesta de Bebel, (16 de agosto de 1910): «Con todos los chorros de veneno de esa condenada mujer, yo no quisiera que estuviese en el partido». Carta de Bebel a Kautsky, (16 de agosto de 1910): «hay algo raro en las mujeres. Si sus parcialidades o pasiones o vanidades entran en escena y no se les da consideración o, ya no digamos son desdeñadas, entonces hasta la más inteligente de ellas se sale del rebaño y se vuelve hostil hasta el…absurdo. Amor y odio están lado a lado, y no hay una razón reguladora». Citado por Raya Dunayevskaya en: Rosa Luxemburgo. La liberación femenina y la filosofía marxista de la Revolución, México, 2012, pp. 46-47.

 

[6] Sobre la construcción de las teorías marxistas clásicas del imperialismo, ver: Gómez V, N. «La teoría del imperialismo de Lenin en contexto: el centenario de un libro clásico». Revista Cubana de Ciencias Sociales, No. 46, enero-junio, 2017.

[7] Lukacs, G. Lenin, la coherencia de su pensamiento http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/El%20pensamiento%20de%20Lenin.pdf.Pág.50. Ver una de las formulaciones de Luxemburgo, sobre imperialismo: La acumulación del capital, en http://www.ptr.cl/publicaciones/wp-content/uploads/2012/01/Luxemburg-Rosa-La-acumulaciondel-capital-1913.pdf. pp.205; 221.

[8] Textos de Kautsky: El Imperialismo (Die Neue Zeit, 11 de septiembre de 1914); Dos estudios por profundizar (Die Neue Zeit, serie de abril de 1915); y el folleto Estado nacional, Estado imperialista y confederación de Estados, 1915. El primer artículo en:  New Left Review, No.59, 1970 y en http://www.marxists.org/archive/kautsky/1914/09/ultra-imp.htm.

[9] Luxemburgo, R. Utopías Pacifistas. Obras Escogidas en dos tomos, ob. cit., tomo II, pp.46; 50.

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