Tras la decisión del Presidente de Estados Unidos de dar marcha atrás a las relaciones entre su país y Cuba, diversas personalidades, instituciones y fundaciones de esa nación han manifestado su preocupación por esta decisión unilateral. La fundación Ernest Hemingway colabora y participa activamente desde hace muchos años con instituciones cubanas, especialmente el Museo Finca Vigía. Al producirse la declaración de Trump, tenía lugar en La Habana, la edición XVI del coloquio internacional que lleva el nombre del Premio Nobel de Literatura.
Desde que en 1939 el afamado escritor y periodista norteamericano Ernest Hemingway, estableció en La Habana una de sus residencias, aproximadamente a 30 kilómetros del centro de la ciudad, su vida y obra estuvieron indisolublemente unida a Cuba, nación que amó profundamente hasta su muerte. En 1932 había sido la habitación 511, del Hotel Ambos Mundos, su primer recinto en la capital cubana, ubicado en la calle Obispo de La Habana Vieja.
Según manifestó el propio Hemingway, en la isla había encontrado el lugar perfecto para escribir y una familia en las personas que trabajaban en la que fue, desde entonces, la muy afamada Finca Vigía.
Aquí escribió El viejo y el mar, obra por la que recibió el Premio Pulitzer. Su inspiración fueron aquellos marineros pobres de Cojímar, que también conformaron ese árbol genealógico particular que él trazó en Cuba.
Artistas e intelectuales de todo el mundo pasaron
temporadas en la acogedora finca del autor. Allí se compartía no solo el
sosiego que inspiraba el sitio, sino que, sobre todo, surgían —a veces
como torbellinos— ideas para un libro, y profundas diferencias en disímiles
debates de la realidad mundial de la época.
Después de estar un breve período fuera de la isla, Hemingway regresa a La
Habana en 1959 y declara que se sentía muy feliz de estar nuevamente aquí,
porque se consideraba un cubano más. Afirmó, en aquel momento que nunca había
creído ninguna de las informaciones que se publicaban contra Cuba en el
exterior. Se cuenta que de muchas maneras el reconocido autor había manifestado
su simpatía con la Revolución Cubana que para él era una Revolución necesaria.
En enero de 1959 Hemingway había dado unas declaraciones a la prensa estadounidense a favor de la Revolución – en ese momento aún estaba en Norteamérica - en las que expresó su esperanza con lo que sucedía en la Isla.
No es raro, entonces, que muy pronto llegaran a él las presiones intencionadas desde Washington. Hecho que junto a ciertos dolores del espíritu que lo asediaban alguna que otra vez, y el amor a su país, lo alejaron de La Habana, esa Habana que tanto lo sedujo.
En una carta fechada en el año 1960, dirigida al Mayor General estadounidense Charles Trueman Lanham, Hemingway afirmó:
«Decir que tú no eres un yanqui imperialista pero
sí un chico del Viejo San Francisco de Paula, la villa donde has vivido 20 años
durante los últimos tiempos, no es una renuncia a tu ciudadanía. Soy un buen
americano y he estado batallando por mi país todo lo posible, sin pago y sin
ambición. Pero creo completamente en la necesidad histórica de la Revolución
cubana…».
Al marcharse de la isla, donó su casa en La Habana, su biblioteca y otras pertenencias,
al pueblo cubano. El 21 de julio de 1962 quedó inaugurado por los intelectuales
cubanos Alejo Carpentier y Lisandro Otero, el Museo Ernest Hemingway «Finca Vigía».
Desde hace dieciséis años tiene lugar por estas fechas, el Coloquio Internacional que permite el encuentro entre investigadores y seguidores de la vida y la obra del también, Premio Nobel de Literatura. Entre los temas más recurrentes en el Coloquio están el amor recíproco entre Cuba y Hemingway, su pasión por su esposa Mary Welsh, sus amores en Cuba, la presencia de Fidel en Finca Vigía, la figura del autor asociada a las cacerías, sus experiencias periodísticas y en la guerra, así como la propia personalidad del escritor a través de sus cartas.
En su edición XVI, el encuentro permitió la presencia, además, de estudiantes de Cuba y otras naciones que ya conforman una generación de continuidad —en sus primeros acercamientos a la obra de Hemingway— a las investigaciones y estudio de uno de los escritores y periodistas más relevantes del mundo.
Durante cuatro días, cada dos años, el hotel «Ambos mundos», la Finca Vigía y los sitios frecuentados por Ernest Hemingway en La Habana, son testigos, en otros modos, de la presencia en La Habana del autor de Por quién doblan las campanas.
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