El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; advertía tempranamente el Apóstol cubano José Martí y llamaba la atención sobre la necesidad de buscar estrategias comunes para enfrentar al poderoso vecino del Norte. Encontrarse dentro de la diversidad que unía a las naciones al sur del Río Bravo se convirtió en la salvación, una utopía que no se concretaría sino siglos después. El proceso para emanciparse de las metrópolis extranjeras trajo consigo sueños de integración defendidos por honorables hombres y mujeres.
Casi dos siglos después, la voluntad política de los gobiernos de la ola progresista junto a la época de bonanza económica, dibujaron un escenario propicio para poner en práctica el anhelado sueño integracionista y dieron paso a mecanismos de concertación política como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América —Tratado de Comercio con los Pueblos (ALBA-TCP)— en 2004 que enterraron alianzas contradictorias con el espíritu integrador y se sumaron a otros de integración económica como el Mercosur (1991). En esa etapa surgió también la Unión de Naciones Suramericanas (2008), que junto a las ya existentes Comunidad del Caribe (1973) y la Comunidad Andina de Naciones (1969) respondían a intereses puntuales por subregiones.
Sin embargo, no fue hasta la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) que la región contó con un ente aglutinador en el cual estaban representados por primera vez los 33 países soberanos situados desde el Sur del Bravo hasta la Patagonia.
La exclusión de Estados Unidos y Canadá en este proyecto fue una respuesta contundente a las doctrinas interamericanas dictadas desde Washington que legitimaban sus intereses en lo que históricamente consideró como su patio trasero.
La Cumbre inaugural de la CELAC en Caracas en el año 2011 tuvo lugar como expresión del trabajo de uno de los hombres que más aportó a la idea de ver a una América unida: el líder bolivariano Hugo Chávez. Junto a la triunfante Revolución que lideró en Venezuela, Chávez logró recomponer el espacio de integración dentro y fuera de las fronteras regionales. No solo fortaleció la diezmada Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), sino que reconfiguró la cooperación Sur-Sur al acercarse a países como Rusia, China e Irán que le permitieron romper con la línea dispuesta desde Estados Unidos. Abrir el comercio latinoamericano hacia otras zonas del mundo significó una ruptura parcial de la dependencia hacia el Norte.
Desde su trinchera promovió proyectos beneficiosos para los pueblos como Petrocaribe que se mantiene hasta la actualidad, a pesar de la crisis provocada por los altibajos en los precios del crudo en el mercado mundial. También apoyó junto a Cuba la lucha por erradicar por completo el analfabetismo en la región al aplicar métodos pensados por y para latinoamericanos; así como por llevar a cada ciudadano servicios médicos de salud de calidad y con un espíritu humanista y alejado de la concepción mercantilista.
Un ejemplo de la dimensión de programas emancipadores como el de alfabetización Yo, Sí Puedo, es que llegan no solo a prisiones como la de Rosario en Argentina, o hasta la mismísima Patagonia, si no que han sacado de la ignorancia a casi diez millones de personas en varios países latinoamericanos.
Dicho método fue creado por la fallecida pedagoga cubana Leonela Relys a solicitud del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro. El mismo tiene versiones en inglés y portugués, y en los dialectos quechua, aymara, guaraní, creole, swahili y tetún.
El niño que vendía dulces en su natal Sabaneta de Barinas y llegó a dirigir los destinos de su Venezuela querida, forjó su vocación antiimperialista y bolivariana y por ello fue demonizado por los medios de comunicación hegemónicos.
Ante esta guerra mediática contra Chávez y Venezuela, la respuesta fue la fundación de la cadena multinacional latinoamericana teleSUR (2005), espacio que surgió como alternativa a las grandes cadenas televisivas y que incluyó en su parrilla informativa la voz de los pueblos latinoamericanos y caribeños que, obviamente, no era noticia para esos centros de poder mediático.
Desde su creación el 24 de julio, coincidiendo con el aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar, teleSUR se ha convertido en la alternativa informativa de los pueblos. El multimedio regional se ha ganado un espacio de credibilidad y de referencia en apenas once años de su puesta al aire. Su misión de posicionarse en la actual vorágine mediática es una pelea de tú a tú con grandes corporaciones movidas por intereses informativos sesgados y que responden al capital.
Las luchas latinoamericanas y caribeñas y el papel de los pueblos del Sur tienen voz gracias al trabajo mancomunado de un gran equipo de profesionales de la comunicación y con una extensa red de corresponsales y colaboradores en todo el mundo, que le permiten a este canal llegar a donde nadie había llegado antes.
Se puede afirmar que gracias a la idea integradora del Comandante Chávez, los pueblos del Sur conocieron la otra mirada de hechos como la intentona golpista contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa en 2010, el golpe consumado contra el hondureño Manuel Zelaya un año antes, el impeachment a la mandataria brasileña, Dilma Rousseff o coberturas especiales de elecciones presidenciales en varios países.
Lo que al inicio era meramente informativo, hoy se ha ido ampliando hacia programas de opinión donde participan varios expertos para debatir diversos temas de interés.
«Queremos un modelo que nos integre de verdad. No un modelo que nos desintegre, que integre a unos a expensas de la desintegración de otros, ese no puede ser el camino. Por tanto, con mucha modestia y humildad proponemos desde Venezuela, a los caribeños y a los latinoamericanos, que vayamos pensando de una buena vez en otra alternativa, porque esa creemos que no es posible», dijo Chávez cuando apoyó, junto a Fidel y otros líderes latinoamericanos, la idea de crear el ALBA.
La inesperada y temprana muerte de Chávez no obstaculizó su legado que se tradujo en obras para beneficio de los olvidados de estas tierras. Su huella está latente en los proyectos basados en la cooperación, la complementariedad y la solidaridad de los pueblos de América Latina y el Caribe, fundamentados además bajo los principios de los próceres que, como Martí, predijeron que la unidad sería la única salvación de Nuestra América.
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