El 25 de mayo se celebra el Día Mundial de África como homenaje a ese continente. Este día, hace 54 años, se fundó la Organización para la Unidad Africana. Desde el triunfo de la Revolución en 1959, Cuba ha estado ligada de manera especial a esa región del planeta. La solidaridad de la nación caribeña con África se expande en todas las esferas, desde el apoyo en la salud y la educación, hasta la ayuda en varias guerras de liberación. Uno de los primeros pasos que estrechó estos vínculos eternos, fue la presencia en el Congo durante 1965 de Ernesto Che Guevara como combatiente internacionalista junto a otros guerrilleros cubanos.
Esta experiencia marcó la vida del Comandante revolucionario y el futuro de África. El Che plantó una semilla en el continente, que pese a no germinar a corto plazo, tuvo posteriores frutos. La presencia de la guerrilla cubana liderada por Guevara impactó en la lucha contra el neocolonialismo internacional.
El Che fue al Congo para apoyar al movimiento revolucionario congoleño en su lucha contra el gobierno de Moise Tshombe, a quien respaldaban las potencias occidentales y los mercenarios belgas, franceses, americanos, rodesianos, británicos, etc. ¿Qué pasó durante los meses de la presencia del Che en territorio africano? ¿Cómo vivió su lucha contra el neocolonialismo de la época? ¿Cuáles fueron sus relaciones con los combatientes congoleños y ruandeses que lucharon a su lado?
Intentamos aclarar un poco más sobre ese año 1965 que, además del hecho de que el Che combatió en las tierras africanas, vio en otras latitudes los asesinatos de Mehdi Ben Barka y Malcolm X.
África, una preocupación del Che Guevara
Al amanecer del 1 de abril de 1965 en Cuba, Ernesto Guevara, acompañado de dos convencidos revolucionarios cubanos: Víctor Dreke y José Martínez Tamayo, partió en un avión hacia Moscú. Después de un largo periplo que pasó por varias capitales de la Europa del Este y del norte de África, los tres hombres aterrizaron de incógnito en Dar es Salaam, ciudad de la recién unificada Tanzania. Su presencia era secreta; el Che iba camuflado, maquillado por los servicios secretos cubanos y naturalmente viajaba con una identidad falsa. Incluso, sus antiguos camaradas de lucha en Cuba no lo reconocieron bajo aquel disfraz.
El Che contaba con varios recursos: su interés por África, donde numerosos países luchaban entonces contra las potencias neocolonialistas, su conocimiento del francés -hablado y escrito- que le servirá y será fundamental para su nueva lucha y, sobre todo, su experiencia en la guerra de guerrillas.
Aunque el presidente tanzano, Julius Nyerere, había dado el visto bueno a la participación cubana y la utilización de su territorio para el transporte de combatientes, armas, víveres y diversos materiales para ayudar a la lucha en el Congo, no estaba informado de la presencia del Comandante Guevara. El embajador cubano en Dar es Salaam, Pablo Rivalta, hizo todo lo posible para mantener en secreto la presencia del revolucionario de origen argentino.
Su presencia en el territorio congoleño duró hasta el 21 de noviembre. En el libro titulado Pasajes de la guerra revolucionaria, que el Che redactó, Guevara dio pruebas de lucidez y autocrítica; he aquí las primeras líneas:
“Esta es la historia de un fracaso. Va hasta el detalle anecdótico en los episodios de la guerra, pero hay que matizarla de observación y espíritu crítico ya que considero que si el relato puede tener una determinada importancia, será la de permitirnos extraer una serie de experiencias útiles para otros movimientos revolucionarios. La victoria es una gran fuente de experiencias positivas, pero la derrota también lo es y todavía más según creo cuando, como es el caso aquí, los protagonistas y los informadores son extranjeros que llegaron para arriesgar su vida en un país desconocido, donde se habla otra lengua y al que están unidos solamente por los vínculos del internacionalismo proletario. […] Esta historia es, más exactamente, la de una descomposición”.
Pero antes de llegar a esta conclusión, ¿cuál fue la implicación del Che en las luchas de liberación africanas?
El asesinato de Lumumba impactó al Che
Antes de poner el pie en el Congo, el Che ya había demostrado su solidaridad con África en lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo de la época. Numerosos discursos y escritos lo demuestran. El más destacado es un discurso que expuso personalmente en la Asamblea General de las Naciones Unidas del 11 de diciembre de 1964 donde dice exactamente:
“Los pueblos de África están obligados a soportar que todavía sea oficial en el continente la superioridad de una raza sobre otras y que se asesine impunemente en nombre de esta superioridad ¿Las Naciones Unidas no van a hacer nada para impedirlo? Quiero hablar muy especialmente del doloroso caso del Congo, único caso en la historia mundial que demuestra cómo se pueden atropellar los derechos del pueblo con la impunidad más absoluta y el cinismo más insolente. Las inmensas riquezas que posee el Congo y que las naciones imperialistas quieren conservar bajo su control son los motivos directos. […] Pero la filosofía del saqueo no ha cesado; incluso es más salvaje que nunca y por eso los mismos que utilizaron el nombre de las Naciones Unidas para perpetrar el asesinato de Lumumba asesinan en nombre de la raza blanca a millares de congoleños. ¿Cómo podremos olvidar la forma en que se ha traicionado la esperanza que Patrice Lumumba depositó en las Naciones Unidas? […] Es necesario vengar el crimen del Congo. […] Un animal carnicero que se alimenta de los pueblos indefensos, […] ésta es la definición del ‘blanco’ imperial”.
Durante esa estancia en Nueva York es cuando el Che se entrevistó con Malcom X y al final, por razones obvias de seguridad, renunció a participar en una reunión con el líder negro estadounidense en Harlem. Escribió un mensaje que Malcom leyó en aquella reunión. Las relaciones entre los dos hombres se llevaron a cabo a través del intermediario Babu, revolucionario de Zanzíbar y ministro de Tanzania.
Según Pierre Kalfon, autor de una biografía del guerrillero, durante esa estancia “Malcolm X habló al Che de su proyecto de crear una brigada de voluntarios negros afroamericanos para ayudar a los congoleños”. Con la perspectiva, parece más que probable que los contactos entre los dos revolucionarios asustasen a las autoridades estadounidenses y que el FBI de John Edgar Hoover decidiera entonces que Malcom X tenía que morir dos meses después.
Se inician diferentes contactos
Más allá de las palabras están los actos. Cuando el Che decidió llevar su ayuda a las “otras tierras del mundo que reclaman la contribución de mis modestos esfuerzos” como escribió en su carta a Fidel Castro de la que después hablaremos más, empieza a establecer numerosos contactos con los dirigentes progresistas africanos, para lo que efectuó varios viajes a diferentes países del continente.
Así, de diciembre de 1964 a febrero de 1965, Ernesto Guevara realizó una “gira africana” que le llevó a Argelia (varias veces), Malí, Brazzaville (actual capital de la República del Congo), Guinea, Ghana, Dahomey (actual Benín) y Tanzania, con un paréntesis en China a principios del mes de febrero, y finalmente a Egipto. Además de ver a Ahmed Ben Bella, Modibo Keita, Alphonse Massemba-Debat, Sékou Touré, Kwame Nkrumah, Julius Nyerere y Gamal Abdel Nasser, los presidentes respectivos de estos países, aprovechó su viaje para entrevistarse con varios dirigentes revolucionarios del continente como por ejemplo Amilcar Cabral en Conakry (capital de Guinea), Samora Machel, Marcelino Dos Santos, Agostinho Neto en Brazzaville, y también con algunos dirigentes del movimiento revolucionario congoleño (Soumaliot, Kabila, Muyumba y Tchamlesso) en Dar es Salaam.
Apenas dos meses después el Che regresó, esta vez de incógnito, a la capital tanzana. Estos encuentros le sirvieron para escribir algunas notas que resultaron premonitorias a la vista de las consecuencias:
“La visita a Dar es Salaam se reveló especialmente instructiva. Una cantidad considerable de “Freedom Fighters” (guerrilleros mercenarios, N. de T.) allí residentes que, en su mayoría, viven convenientemente instalados en hoteles e hicieron de su situación una verdadera profesión, un empleo a veces lucrativo y casi siempre fácil, […] solicitaron generalmente un entrenamiento en Cuba y una ayuda económica; ese era el leitmotiv de casi todos”.
El “discurso de Argel”
Es también durante este viaje cuando pronunció el famoso “discurso de Argel”, un verdadero alegato por el Tercer Mundo y su libertad. He aquí algunos fragmentos de este discurso histórico:
“La práctica del internacionalismo proletario no sólo es un deber para los pueblos que luchan por un futuro mejor, también es una necesidad ineludible. […] Tenemos que sacar una conclusión de todo esto: el desarrollo de los países que se comprometen en la vía de la liberación debe ser pagado por los países socialistas. […] Creemos que es con este espíritu como se debe asumir la responsabilidad de ayudar a los países dependientes y que ya no se trata de desarrollar un comercio para el beneficio mutuo sobre la base de precios amañados a costa de los países subdesarrollados por la ley del valor; […] debemos reconocer que los países socialistas son, en una determinada medida, cómplices de la explotación imperialista. […] Se puede alegar que el volumen del comercio con los países subdesarrollados supone un porcentaje muy pequeño del comercio exterior de esos países. Es verdad, pero eso no cambia en absoluto el carácter inmoral de este comercio. Los países socialistas tienen el deber moral de zanjar su complicidad tácita con los países explotadores del Oeste”.
Queda claro hoy que lo que se podría calificar como pensamiento guevarista o “guevarismo” estaba dirigido al Tercer Mundo. El Che en ese momento tomó conciencia de que la lucha por la independencia total del continente africano (y también de América del Sur y Asia) estaba en la vanguardia del combate contra el imperialismo.
Algunos días más tarde, Ernesto Guevara, se encontró de nuevo con el presidente egipcio Nasser en El Cairo. Le expuso su proyecto de ir a ayudar al movimiento revolucionario congoleño. El Rais, le confesó sus dudas al comandante cubano: “Usted me asombra ¿Quiere convertirse en un nuevo Tarzán, un blanco que va a instalarse entre los negros para guiarlos y protegerlos? […] Eso no saldrá bien. Como blanco se le situará fácilmente […] y proporcionará a los imperialistas la ocasión de decir que no hay diferencia entre ustedes y los mercenarios”.
Llegada a Tanzania y salida para Kigoma
El Che Guevara llegó a Tanzania el 11 de abril. Cuba envió al Congo, a través de este país, a los combatientes cubanos negros que se reunieron poco a poco y se agruparon en la embajada de la Isla en Dar es Salaam antes de entrar en el Congo. Armado con un diccionario francés-swahili, el Che se convierte en “Tatu”, Leonard Dreke es “Moja” y se bautiza a José Martínez Tamayo como “Mbili”, aunque el verdadero “número uno” sin duda es el Che. Todos los cubanos fueron bautizados con un nombre de guerra en swaili.
El 20 de abril un primer grupo de catorce cubanos, incluido el Che, partió de Dar es Salaam para el Congo acompañado de dos conductores, Godefroid Tchamlesso Diur y un policía tanzano para pasar más fácilmente el control de carretera. El viaje era largo, de casi mil 800 kilómetros. El 22 de abril el pequeño grupo llegó a Kigoma, sobre el lago Tanganica.
El Che escribió en su diario que “la ciudad es un lugar tranquilo donde los desafortunados pueden vivir al margen de los avatares de la guerra. La dirección revolucionaria nunca tendrá bastante en cuenta el papel de Kigoma con sus burdeles, sus bares y sobre todo el hecho de que es un lugar innegable de refugio”.
El Che Guevara llega al Congo
Cuando el Che llegó a Tanzania el 11 de abril su optimismo estaba justificado. Cuba había enviado al Congo, a través de este país, a los combatientes cubanos negros, por una parte “para confundir al enemigo” y por otra para sensibilizar a estos combatientes hacia una lucha que debía desafiarlos por “solidaridad internacionalista” ya que África era su continente de origen. El Che era entonces el único blanco que participaba en esta lucha. Para encubrir su identidad -y su importancia- hicieron de todo para volverlo invisible a los ojos y oídos de los servicios secretos imperialistas. Desde que llegó a Tanzania el Che se convirtió en “Tatu”.
Después de pasar una noche en la residencia del gobernador de Kigoma hizo por fin la travesía del lago Tanganica para llegar a Kibamba (Congo). Fue una travesía peligrosa, el viento arreció y las barcas prestadas a los 13 combatientes cubanos y el Che estaban en mal estado. Una vez en Kibamba el Che anotó que entre los combatientes congoleños: “Al lado de personas muy poco preparadas, sin duda campesinos, se observan otras más cultivadas, vestidas de otra manera y que conocen mejor el francés; entre ambos grupos hay una distancia evidente”. Otro de los soldados cubanos presentes, Emilio Mena tambiénescribió: “Experimentamos una frialdad […] y nos preguntamos: ¿Será porque hay blancos entre nosotros? ¿O simplemente por el hecho de que seamos todos extranjeros?”
Durante los primeros días Ernesto Guevara chocó con la realidad congoleña. Descubrió que entre los combatientes congoleños y su estado mayor o sus dirigentes existía una clara hostilidad. En efecto, los dirigentes pasaban casi todo su tiempo en Kigoma o Dar es Salaam y por eso eran criticados por los hombres que en el frente no vivían tan confortablemente. Además las visitas prometidas por Kabila a menudo, no se cumplían. La comida era escasa y los cubanos descubrieron el “bucali” (ugali) y el “zombe” (isombe).
Pero lo que más preocupaba al Che era la práctica de la “dawa”, un jugo elaborado por un “muganga” a partir de diferentes plantas con el que se regaban los combatientes porque creían que los protegía de las balas enemigas. “Siempre estoy temiendo que esta superstición se vuelva contra nosotros y nos haga responsables del fracaso de un combate en el que habría muchas muertes”, escribe. “Por eso intento hablar con diferentes responsables para ver si consigo convencerlos de que abandonen esa práctica. Pero es imposible, es una verdadera profesión de fe”, añade. Los días pasaban. Mientras esperaba a Kabila, el Che, que tenía orden de no moverse antes de encontrarse con él, organizó la vida en la base de Kibamba instaurando formaciones militares para los congoleños y cursos de francés o swahili para los cubanos y construyó aulas de clases y un hospital rudimentario.
Tchamlesso volvió a Dar es Salaam para informar a Kabila de la llegada de los cubanos y de la presencia del Che. Después dijo: “Fui a Dar es Salaam y hablé con Kabila. Estaba tan asustado como yo, todo el mundo estaba asustado […] pero aceptó el desafío y pidió silencio, que no dijésemos nada a los tanzanos”.
Mientras, el Che volvió a ejercer la medicina y comenzó a tratar a los campesinos y a los combatientes congoleños. Observó que entre estos últimos muchos estaban infectados de enfermedades venéreas adquiridas en los burdeles de Kigoma. También se ocupó de muchas intoxicaciones producidas por el “pombe” mal preparado. Los aldeanos, con quienes el Che consiguió establecer buenas relaciones, le pusieron el apodo de “Tatu Muganga”.
Mientras esperaba a que Raúl Castro Ruz, enviase un segundo grupo de un centenar de soldados cubanos al Congo, el Che aprendió cosas todos los días y descubrió a los ruandeses que vivían en el Congo y se dedicaban a criar ganado: “Esta comunidad nos permitía recurrir a la preciosa carne de buey que lo cura todo, hasta la nostalgia”, escribió Guevara en su diario.
El Che descubrió también que existían numerosas disensiones entre combatientes ruandeses y congoleños, lo que no facilitará la lucha.
El 2 de mayo el Che se enteró de la llegada de un segundo grupo de 18 cubanos y con gran sorpresa encontró entre ellos a Osmany Cienfuegos. El hermano de Camilo le comunicó la muerte de su madre, que él sabía enferma. Entonces escribió: “En lo que me concierne personalmente, Osmany me ha dado la noticia más triste de la guerra”.
Los guerrilleros cubanos llegaron a continuación de manera escalonada, lo que hizo subir su personal a poco más de 120 hombres.
Acciones contra el enemigo
Lo que podría levantar la moral de los guerrilleros serían las acciones contra el enemigo imperialista. El Che envió soldados cubanos a diferentes frentes (Kibamba, central eléctrica de Bendera y Fizi Baraka) para ayudar a una organización más eficaz de la rebelión o en misiones exploratorias.
Las noticias del extranjero no eran buenas. Las disensiones en el seno del estado mayor de la rebelión congoleña se hacían cada día más evidentes.
Por fin Mitoudidi llegó al frente. Leonard Mitoudidi, que había luchado en otro frente junto a Pierre Mulele, fue probablemente la persona en la que Che puso más esperanzas para ayudar a reorganizar la rebelión. Mitoudidi reorganizó el campo de base de Kibamba exigiendo más disciplina, prohibió el alcohol y suprimió la distribución de armas y municiones a diestro y siniestro. Unos días después se ahogó al cruzar el lago.
El Che escribe en su Diario: “Así, estúpidamente, se murió el hombre que había empezado a poner orden en el terrible caos que era la base de Kibamba. […] La única persona que tenía autoridad ha desaparecido en el lago”.
El testimonio del Che de sus primeras semanas en el Congo es amargo; según él, faltaba “una autoridad central única” y los “mandos carecen del nivel cultural apropiado y de la fidelidad absoluta a la causa de la Revolución”; además las armas pesadas se dispersan demasiado y no hay disciplina en las unidades, que “carecen completamente de preparación”.
Llega Kabila
Por fin el 7 de julio, acompañado de Massengo, Kabila llegó a Kibamba y se encontró con el Che a quien comunicó su deseo de ir personalmente al frente. Feliz de poder compartir por fin sus planes con un dirigente congoleño, Guevara encontró a Kabila “cordial pero huidizo […] Kabila demostró que conocía la mentalidad de sus hombres; vivo y agradable, […] hizo hablar a los campesinos, dio respuestas rápidas que satisfacían a la gente. […] desplegaba una intensa actividad, daba la impresión de que quería recuperar el tiempo perdido. Propuso organizar la defensa de la base y pareció devolver el valor a todo el mundo”.
Pero eso no duró. Cinco días después Kabila anunció al Che que debía volver a Kigoma para encontrarse con Soumaliot y solucionar algunos problemas.
El Che se mueve por los distintos frentes
El comandante Guevara por fin tenía luz verde para moverse por los diferentes teatros de operaciones. Lo que vio confirmó sus temores. La falta de organización y coordinación entre los distintos grupos era obvia.
El 23 de julio un grupo de veinticinco cubanos y veinticinco ruandeses tendieron una emboscada en la carretera de Front de Force a un convoy de camiones de transporte del ejército congoleño. El éxito fue fácil y los camiones contenían víveres, cigarrillos, cajas de botellas de cerveza y whisky…
El Che analiza esta victoria pero se plantea algunas cuestiones:
“Esta primera victoria habría podido reducir un poco la amargura que nos dejaron las primeras operaciones. Pero hay tantas cosas por hacer que estoy empezando a revisar mis previsiones; cinco años para llevar a término la revolución congoleña es una previsión muy optimista, hay que contar con el desarrollo de estos grupos armados antes de poder considerarlos un ejército de liberación digno de este nombre y, a menos que las cosas cambien en el ámbito de la dirección de la guerra, esto parece cada vez más lejano”.
El guerrillero no podía estar más acertado. Los tres meses siguientes fueron en la misma línea y a los problemas que ya había sobre el terreno se añadieron los factores externos de las disensiones en el seno de la dirección (de las direcciones, habría que decir) de la rebelión congoleña.
La guerrilla consiguió varios éxitos sobre el terreno como emboscadas en Front de Force o en Katenga. Pero no tenían servicios secretos mientras que el ejército gubernamental congoleño parecía disponer de toda la información que deseaba sobre las actividades de la rebelión.
Contraofensiva gubernamental
Hacia finales del mes de septiembre el gobierno congoleño, con el apoyo de los Estados Unidos y las potencias europeas, lanzó una contraofensiva a la vez militar y política. Los aviones enviados al este del país servían al mismo tiempo para espiar la lucha de la guerrilla y para “bombardear” de octavillas a la población. Estos instrumentos de propaganda repetían fotos (borrosas) de muertos y heridos atribuidos a los guerrilleros, acusaban a Cuba y China de enriquecerse rapiñando las riquezas del Congo y prometían una vida segura y la libertad a todos los portadores de estas octavillas que se alistasen en el ejército de Tschombe.
A finales de septiembre los mercenarios tomaron Baraka, después Fizi, alrededor del 15 de octubre. Lubondja, Lulimba, Front de Force y Kabimba también fueron cayendo uno tras otro durante este mes.
A eso se añadió un nuevo factor. El 13 de octubre Kasavubu decretó en Leopoldville el final del “mandato transitorio” de Tschombe. Evariste Kimba se encargó de formar un gobierno de reconciliación nacional. Para muchos hombres alistados en las fuerzas revolucionarias la lucha ya no tenía justificación porque ellos estaban combatiendo contra quien consideraban el asesino de Patrice Lumumba.
En noviembre comenzó el plan de retirada. Los combatientes cubanos volvieron a Cuba o fueron a apoyar los movimientos de liberación de las antiguas colonias portuguesas (Angola, Mozambique y Guinea-Bissau).
El Che pasó cuatro meses en Dar es Salaam, en la embajada de Cuba, clandestinamente. Durante esos cuatro meses trabajó de nuevo en su diario e hizo el análisis de su experiencia en el Congo. Pasó otros cuatro meses en Praga antes de volver a entrar clandestinamente en Cuba.
El Che sembró en África una semilla
¿Qué queda hoy? No mucho, tratarán de decirnos; pero la ayuda cubana a Angola consiguió frenar a la Sudáfrica del apartheid y a la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, N. de T.) de Savimbi. Las colonias portuguesas accedieron a su vez a una tardía independencia. T
Kabila finalmente derrotó a Mobutu en 1997, aunque fue asesinado tres años después. Además, los lazos de solidaridad históricos entre África y Cuba.
En cuanto al Che, permaneció en la lucha hasta su asesinato el 9 de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia.
Testimonio de Godefroid Tchamlesso Diur*
Durante la estadía del Che en el Congo que culmina hacia finales de noviembre al colapsar la rebelión lumumbista de Laurent-Desiré Kabila, el Che había dejado huellas imborrables en los corazones de los habitantes de las montañas y llanuras por el cual condujo a sus hombres en acciones armadas. El cariño, la admiración y el respeto de todos esos poblados perduraron largos años y aún nos llegan ecos sonoros del paso de este gigante siempre al servicio de los humildes.
Cinco cubanos anegaron con su sangre el suelo congolés. Todos ellos con armas frente a un enemigo mejor pertrechado con aviación moderna, marina y fuerzas terrestres apoyadas por batallones de mercenarios blancos, reclutados en Europa, Estados Unidos y África del Sur, bajo la férula del régimen del Apartheid.
Al comandante Che Guevara le juramos fidelidad desde el principio y le dimos las gracias por su sacrificio, enseñanzas y el ejemplo que inspiraron a Mzee Laurent-Désiré Kabila a continuar la lucha guerrillera hasta el triunfo, décadas después que el ilustre hijo de Argentina y Cuba se hubiera marchado de las praderas y montañas de la selva congolesa.
Kabila, cuyo busto se yergue en el parque de los próceres de la independencia del África, que Cuba ha honra en un sitio céntrico de La Habana, había heredado del Che la intransigencia frente al enemigo, la perseverancia y el amor al pueblo.
Fue vilmente asesinado el 17 de enero de 2001, con apenas tres años en la presidencia de la República Democrática del Congo, al culminar con su sacrificio supremo una larga trayectoria de lucha sin tregua contra la dictadura de Joseph Mobutu, al servicio de Estados Unidos, Bélgica y otras naciones de Europa que hasta hoy NO cejan en su sed de reconquistar el África.
*Godefroid Tchamlesso Diur, combatiente congoleño junto al Ché Guevara y Laurent Desiré Kabila, estudió periodismo en Cuba, donde vivió 32 años, 26 de los cuales trabajó en la agencia de noticias Prensa Latina, cumpliendo varias misiones en el exterior. Cuando en 1997 Laurent Desiré Kabila derrotó a Joseph Mobutu, Tchamlesso regresó a su país donde fue Ministro de Defensa y Seguridad y al ser asesinado su ex compañero Kabila, fue Embajador en Angola. Hoy radica entre Kinshasa y La Habana.
(Este artículo es una versión del original publicado en el n° 44 de 1999 de Rwanda-Libération, revista mensual independiente publicada en Kigali. Fue traducido por Caty R. y Ferrán Muñios Ballester para Rebelión y tomado del original en francés de Rwanda Net)
Tomado de Cubadebate