El escenario crucial de la batalla entre el gran capital internacional y los pueblos de América Latina se encuentra hoy en Venezuela con la estrategia imperialista del golpe de Estado continuado. No caigamos en simplificaciones inducidas por los estereotipos de los conglomerados mediáticos monopólicos como CNN, brazo propagandístico del Pentágono.
Aunque Maduro es el presidente constitucional de Venezuela, linchado mediáticamente como ningún otro político hoy en el mundo, el objetivo del imperialismo y las fuerzas de derecha no es meramente sacarlo del cargo, hecho por cierto que sería de una monstruosa ilegalidad puesto que el presidente no ha concluido su mandato ni ha sido objeto de revocación según lo establece el ordenamiento legal venezolano.
El ataque internacional y de los gobiernos latinoamericanos serviles a Washington contra Maduro, dentro y fuera de la OEA, obedece a que la Constitución, las leyes y el sistema económico-social en proceso de implantación en Venezuela rechazan al neoliberalismo, la forma brutal de extracción de ganancia impuesta por primera vez en América Latina bajo los regímenes de Pinochet y de las dictaduras de seguridad nacional en el cono sur del subcontinente. Y también, como es obvio, a que en el país andino-caribeño se encuentran las mayores reservas probables y probadas de hidrocarburos en el planeta, deseadas por Washington para sí.
Maduro tiene importante apoyo popular, como lo confirmó la gigantesca, combativa y alegre marcha del chavismo el miércoles 19 de abril, y goza del respaldo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Así que la estrategia imperialista consiste en deponerlo o hacerlo renunciar mediante presión internacional, que estimule la traición de una parte de los militares y la insurrección de la contrarrevolución para abrir paso a una intervención armada colectiva que liquide al chavismo política y físicamente ahogado en sangre. “Una respuesta a nivel regional” para decirlo en palabras del documento Venezuela Freedom, del Comando Sur(CS) de las fuerzas armadas de Estados Unidos. El documento evidencia que no obstante la existencia de la CIA y otras agencias de inteligencia y subversión estadounidenses, la responsabilidad por el plan golpista está principalmente en manos de ese órgano de mando militar.
Ello confirma que lo que está en marcha contra Venezuela es una guerra. De nuevo tipo, o de cuarta generación, pero guerra al fin que forma parte de la estrategia militar del Pentágono. En ella no se excluye la violencia, pero por regla general acompañada de grandes y prolongadas campañas mediáticas, movilizaciones de masas ligadas a la acción de grupos muy violentos, guerra económica y acciones diplomáticas con gobiernos amigos, ingredientes todos presentes en Venezuela.
En el caso de la OEA desde hace semanas se ha visto en operación una acción injerencista contra Caracas fundamentalmente de los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú y Uruguay, los que obviamente hacen el juego a Estados Unidos y a su impresentable mandadero Luis Almagro, quien ocupa la secretaría general de la putrefacta organización.
Almagro y estos gobiernos han violentado los estatutos de la propia OEA. Fueron tan burdos como para realizar una reunión sobre “la situación en Venezuela” del Consejo Permanente y acordar una declaración contra la soberanía y la independencia de ese país a espaldas y sin el consentimiento de Bolivia y Haití, países que ocupan la presidencia y la vicepresidencia del órgano. Peor aun, sin el consentimiento del país interesado; en este caso Venezuela, como establece la Carta de la OEA.
El lunes 17 esos países emitían otra declaración injerencista contra la patria de Bolívar y Chávez, que unida a la formulada por el Departamento de Estado el 18, es un llamado abierta al golpe de Estado y la violencia contrarrevolucionaria en Venezuela.
Al concluir la gran marcha del chavismo en recuerdo de los 207 años del inicio de la lucha por la independencia de Venezuela, Maduro expresó: Estamos escribiendo historia de la grande en Venezuela y en América Latina. Añadió que el golpe en marcha había sido derrotado y dijo que fueron capturados 20 encapuchados y un cabecilla que tenía en su poder armas y explosivos. Otra vez un diputado de oposición fue señalado por los detenidos como la persona que los financiaba, al igual que había ocurrido con otros legisladores esta semana.