31 oct. 2019
José R. Oro
Las trascendentales elecciones presidenciales celebradas en Bolivia el pasado 20 de octubre, y las que le siguieron en Argentina el pasado domingo 27, terminaron con victoria de los movimientos progresistas en esos países.
En Bolivia, el MAS-IPSP del gran Evo Morales Ayma tuvo que enfrentar un criminalmente concertado intento de golpe de Estado de la oligarquía, la OEA y la Embajada de los Estados Unidos, pero ganó limpia e indiscutiblemente en primera vuelta.
En Argentina, el inmenso dúo de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner derrotó patentemente a Mauricio Macri, al Clarín, a la poderosa (pero desmoralizada) oligarquía argentina, al FMI y al poder de los Estados Unidos.
Entrentanto, en la República Oriental del Uruguay, el Frente Amplio ganó la primera vuelta ampliamente pero no pudo evitar el balotaje. Si en Uruguay hubiera existido una ley electoral como las de Bolivia y Argentina, el candidato frenteamplista Daniel Martínez fuera hoy presidente electo, pero debe ir a una ardua segunda vuelta frente a Luis Lacalle Pou, paladín del neoliberalismo derechista.
Octubre de 2019 es un hito histórico, una derrota para la supuesta “ola conservadora” que había alcanzado su punto más alto entre 2015 y 2018.
Además de estas extraordinarias victorias en elecciones presidenciales, hemos visto la rebelión de los pueblos chileno y ecuatoriano contra gobiernos que impulsan medidas antipopulares; en el caso de Chile, destruyendo el mito del “oasis neoliberal” y demostrando la inviabilidad de las políticas que exacerban las humillantes desigualdades.
El domingo 27 de octubre también se produjo otro importante evento: las elecciones para la Alcaldía Mayor de Bogotá y las alcaldías de otras ciudades de Colombia, otro enfrentamiento directo entre el movimiento progresista latinoamericano y el fascismo oligarca. No es nada accesorio o desprovisto de importancia. El área metropolitana de Bogotá tiene casi el doble de la población de Uruguay, y el 85% de la de Bolivia.
La triunfadora y alcaldesa electa, Claudia López Hernández, es de profesión politóloga, y en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2018 apoyó decididamente al candidato de izquierda Gustavo Petro.
López, de 49 años, se convierte en la primera mujer en llegar al segundo cargo en importancia de Colombia. También es la primera alcaldesa LGBT de una capital de las Américas. Con el 95.15% de las mesas escrutadas, López obtenía 1 054 817 votos, equivalentes al 35.26%, mientras que el favorito en las últimas encuestas, el independiente de centroizquierda Carlos Fernando Galán, quedaba relegado al segundo lugar, con 972 764 votos (32.51%).
Bogotá, la capital colombiana de 9.2 millones de habitantes, está agobiada por los atascos de tránsito, el desempleo, la pobreza y la alta inseguridad.
Claudia López participó en los comicios como candidata de una alianza entre el Partido Verde (ecologista) y el Polo Democrático (izquierda), y su elección supondría un hito en un país históricamente gobernado por hombres de las élites liberal y conservadora. Los comicios se realizaron en un clima de tranquilidad. “Han sido las elecciones más pacíficas de los últimos años”, proclamó Juan Carlos Galindo, jefe de la Registraduría Nacional de Colombia.
La líder que acaba de ganar la Alcaldía de Bogotá, declaró después de su elección, causando una gran impresión en todo el país cafetero, que “es una gran noticia en Colombia, que una mujer tenga chance de ganar la Alcaldía de la ciudad capital”.
Sumado a ello, López ha reivindicado su origen humilde y su preferencia sexual. “Soy mujer. Soy candidata de un partido de centroizquierda. Soy lesbiana y eso no debería ser relevante, pero en Colombia no es irrelevante”, dijo. “Me enfrentaré de forma directa con la desigualdad, con las abrumadoras diferencias sociales que padecemos, contra el que pocos tengan mucho y que muchos tengan poco”.
No menos impresionante, e incluso mucho más sorprendente, fue la derrota del uribismo en su principal bastión político, Medellín. Daniel Quintero, candidato independiente, se acaba de convertir en alcalde electo de Medellín. Con el 91.19% de las mesas escrutadas en la ciudad, Quintero le ganaba la Alcaldía al protegido de Uribe y de Duque, Alfredo Ramos, con casi nueve puntos porcentuales de diferencia: 38.44% de los votos frente a 30.29%.
Quintero utilizó como línea programática la lucha contra la desigualdad social y el desarrollo de nuevas infraestructuras en la segunda ciudad de Colombia, la de más alto nivel promedio de ingresos. Su campaña fue creciendo poco a poco, y prácticamente de la nada, se convirtió en el rival más directo del favorito, Alfredo Ramos, el candidato de la ultraderecha dirigida por Álvaro Uribe y el presidente Iván Duque, con quien se enfrentó en varias oportunidades.
Se señalaron mutuamente, de forma indirecta, de ser los responsables de una campaña sucia que enlodó el proceso electoral en Medellín durante las últimas semanas y que involucró a personajes de talla nacional como Álvaro Uribe y Gustavo Petro. “Ganar la Alcaldía de Medellín para mí no es solo ganar la Alcaldía. Es vencer la desigualdad, la falta de oportunidades, el miedo, la división, la corrupción y la politiquería”, afirmó Quintero durante su campaña.
El alcalde electo de Medellin, emprendedor de 39 años, se propone luchar contra la desigualdad, la falta de oportunidades, el miedo, la división, la corrupción y la politiquería. Foto de El Tiempo.
Daniel Quintero apoyó al candidato de izquierda Gustavo Petro en las últimas elecciones presidenciales, lo que le acarreó críticas, como era de esperar, del uribismo de corte fascista. El alcalde electo de Medellín ganó con todo el apoyo de los sectores populares de centroizquierda e izquierda, aunque se presentó a las elecciones como independiente, sin representar a ningún partido en particular.
El movimiento progresista también ganó la Alcaldía de Cali (ciudad con población ligeramente superior a La Habana), con el ahora alcalde electo Jorge Iván Ospina.
Este destacado político de centroizquierda es de profesión médico cirujano, graduado nada más y nada menos que en el Instituto de Ciencias Médicas de La Habana en 1990, lo que nos honra, y apoyado por reconocidos y respetados líderes de izquierda como Antonio Navarro Wolf, otros miembros del movimiento revolucionario M-19 y varios senadores del Polo Democrático.
Los tres alcaldes electos de Bogotá, Medellín y Cali son clara y públicamente antiuribistas y anti-Duque, y su elección constituye un durísimo golpe para la ultraderecha colombiana en el poder, que está mostrando un desgaste que podría ser decisivo en las elecciones presidenciales del 2022.
No debemos olvidar que Duque fue electo en segunda vuelta contra el centroizquierdista Gustavo Petro en el 2018, y se observa el crecimiento de la oposición contra el uribismo y la derecha. El principal obstáculo a superar sigue siendo la desunión de los sectores progresistas; hay que desarrollar una fuerte unidad contra el fascismo y la oligarquía. Este domingo 27 de octubre del 2019 será recordado por mucho tiempo, no solo en Argentina y Uruguay, sino también en Colombia.
A finales del 2018 se produjo la victoria de AMLO en México, una especie de Stalingrado frente al máximo nivel de la “ola conservadora”. Octubre de 2019 será recordado como otro gran momento de avance. Si el movimiento progresista latinoamericano sigue por el camino actual, comparativamente pronto veremos la caída de los Bolsonaros, Piñeras, Duques y Morenos.
Es posible que este año 2019 termine con unos 250 millones de latinoamericanos viviendo bajo gobiernos de orientación progresista en países como Cuba, Nicaragua, Venezuela, México, Bolivia, Argentina y Uruguay, y, además, en grandes urbes como Bogotá, Medellín y Cali. ¡Victoria indiscutible de los pueblos!