16 abr. 2020
Grupos de investigación y empresas farmacéuticas de todo el mundo se lanzaron a una carrera desenfrenada para crear vacunas contra el coronavirus, la pandemia que hasta ha provocado la muerte de unas 127 000 personas en todo el mundo y ha infectado a casi dos millones en los cinco continentes. Y hasta ahora, son 70 las vacunas contra el coronavirus que están en estudio en el mundo, según un informe presentado el 11 de abril por la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Pero sólo una de ellas, producida por CanSino Biological Inc. y el Instituto de Biotecnologías de Pekín (Beijing Institute of Biotechnology), ha pasado ya a la fase dos de la evaluación clínica, es decir ha pasado a hacer experimentos más numerosos en seres humanos.
Las otras dos incluidas en la fase de evaluación clínica, pero que están aún en al fase uno, son las producidas por dos empresas farmacéuticas de Estados Unidos y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (National Institute of Allergy and Infectious Diseases) con base en Michigan, siempre en Estados Unidos.
Las restantes 67 vacunas están en la fase de evaluación preclínica. Son producidas en numerosos países del mundo, entre ellos Suecia (Karolinska Institute), Japón (Osaka University), China (Beijing Institute of Biotechnology), India (Serum Institute), Inglaterra (Universidad de Oxford e Imperial College de Londres), España (Centro Nacional de Biotecnologías) y Rusia (Instituto de Investigación Científica sobre Vacunas y Sueros de San Petersburgo). Y a veces por más de un laboratorio en cada país.
Los tests de las vacunas generalmente comienzan en los animales, y al parecer algunas de los laboratorios que están experimentando los 70 vacunas contabilizadas por la OMS, habrían saltado la experimentación animal para pasar directamente a los humanos. Otras han hecho experimentos en animales y humanos al mismo tiempo. Los experimentos en seres humanos se hacen en tres fases sucesivas.
Según algunos expertos, el plazo estimado para desarrollar una vacuna puede ser de un año a un año y medio. Mike Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias de Salud de la OMS, dijo en este sentido que para una vacuna contra el coronavirus habrá que esperar “al menos un año”. Pero hay algunos investigadores más optimistas.
Entre los optimistas se incluye una empresa farmacéutica del Lazio, la región a la que pertenece Roma. Se trata de la Advent-Irbm de Pomezia, que junto al Jenner Institute de la Universidad inglesa de Oxford, anunciaron que prevén que la vacuna que están estudiando será ya utilizable en septiembre, especialmente para el personal sanitario y las fuerzas de de seguridad (policía, carabineros y ejército) que custodian y controlan las ciudades durante las cuarentenas. Ambos son considerados los sectores más expuestos al virus.
Según declaró al diario La Repúbblica de Roma Piero Di Lorenzo, gerente general de Advent-Irbm, se estima en efecto “que la vacuna estará disponible en septiembre” en virtud “de los resultados obtenidos en las últimas semanas”. A fines de abril, precisó, una primera partida de vacunas será enviada a Oxford donde se iniciarán los test sobre 550 voluntarios sanos. En este sentido Sarah Gilbert, profesora de vacunología de la Universidad de Oxford que está llevando adelante el proyecto con la empresa italiana, dijo al diario inglés The Times, que ella se “confiaba al 80%” en que la vacuna sería efectiva en septiembre. Añadió que se estaba tratando con el gobierno inglés para crear un posible plan de producción antes de que la experimentación de las vacunas haya terminado, lo que permitiría que el público tenga acceso a la vacunas mucho más rápidamente.
Los investigadores, tanto de Advent-Irbm como de la Universidad de Oxford, decidieron pasar directamente a la experimentación clínica sobre personas porque consideraron suficientemente probada la no toxicidad y la eficacia de la vacuna en base a los resultados de laboratorio.
En total han realizado cinco meses de experimentación. Y para algunos expertos podría ser insuficiente. En efecto, la Agencia del Fármaco europea habla más bien de un año para conseguir una vacuna que sea eficaz, aprobada y que pueda ser producida y distribuida a nivel mundial.
La producción y distribución de las futuras vacunas a nivel mundial es otro de los grandes problemas que deberán afrontar los gobiernos y las casas farmacéuticas que eventualmente los produzcan. Raramente una sola de estas empresas podría producir los millones de vacunas que se necesitarán. Dos de estas multinacionales, la francesa Sanofi y la inglesa Glaxo Smith Kline, se han puesto de acuerdo para trabajar juntas y abrir sus laboratorios a otros equipos de investigación, no sólo sobre un proyecto de vacuna que Sanofi ya tiene registrado en la OMS, sino para cubrir la producción y distribución mundial que se necesite. Un acuerdo bastante inusual, dicen los expertos, entre dos empresas que siempre han competido entre sí. Pero la urgencia de una solución para el Covid-19 por todos los problemas que ha producido y podría producir a la población y a la economía mundial, es también completamente inusual. Esto teniendo en cuenta además, como subrayan muchos especialistas de la salud, que la vacuna debe ser para todos, por lo cual también habrá que contener los precios y hacer una equitativa distribución mundial.