26 may. 2017
El trabajo, que tiene prólogo de Silvio Rodríguez, es el fruto de diez años de viajes del artista cubano a través de su país. Una celebración cubana que no es de postal turística pero tampoco es complaciente con todo lo que descubre.
Una familia juega al dominó adentro de una pileta inflable, que a su vez está adentro de un living. Dos hombres carnean un chancho en plena calle, en vísperas de año nuevo. Un anciano sostiene orgullosa su mirada y sus medallas de combatiente en Playa Girón Maestra. Manos de todos colores se mezclan, aferradas al caño de una guagua, en una síntesis perfecta de multirracialidad. La bandera cubana convive en ropas y escenas con la norteamericana. Niños de sonrisa grande, paredes descascaradas, autos con lujos de más de medio siglo atrás, manicuras de vereda, coqueterías de entrecasa. Escenas cotidianas, instantes que, así capturados, abren pequeños mundos. Esa es la Cuba viva que retrata Kaloian Santos Cabrera. Así se llama el libro que el fotógrafo cubano logró después de diez años de viajar por su país, y el orden de las palabras podría ser el inverso, porque hay algo de celebración en estas fotos. Una celebración que no es de postal turística pero tampoco es complaciente con todo lo que descubre. La presentación porteña del libro será hoy, desde las 20, en el Centro Cultural Tres16 (Freire 316), junto a la periodista cubana Nirma Costa y el fotógrafo Julio Menajovsky. Allí quedará montada la muestra, y también habrá espacio para la actuación del trovador cubano Rafael de la Torre.
El libro tiene un prólogo de Silvio Rodríguez (a quien el fotógrafo ha seguido en Cuba en sus conciertos por los barrios, e invitado a sus giras), que el cantautor decidió hacer en verso, “después de tomarse el trabajo de ver foto a foto, con sus historias, durante horas”, según recuerda el fotógrafo. “Cuba está viva / de niños y enamorados / de manos en colores / de familias montunas / de inmensas soledades / de libertad e indisciplina / de miradas al mar / de papalotes / de porvenires rotos / de voces inmortales / de abuelos padres e hijos / de pueblo a la intemperie / de ternuras legales e ilegales”, resume el trovador con justeza el libro, en glosas que reclaman volverse canción. “Al final, creo que hice todo esto para tener el lujo de sus palabras”, se ríe el fotógrafo en diálogo con PáginaI12, rescatando de Silvio “sus lecciones de humildad”.
Nacido en Holguín, una ciudad cercana a La Habana, Santos Cabrera dice que en sus tiempos de estudiante de Estudios Socioculturales no dejaba de ser “un muchacho del asfalto”. Eso comenzó a cambiar tras un primer viaje junto a amigos a Sierra Maestra, un lugar que hasta entonces “quedaba solo en los libros de historia”. “Terminé comprándome una cámara Zenit rusa destruida, y dejando los cuatro años de facultad para empezar de nuevo periodismo, porque entonces no existía la carrera de fotografía”, recuerda el fotoperiodista. Pronto terminó trabajando también en el periódico Juventud Rebelde y en la revista digital cubana La Jiribilla. Y editando su primer libro, Con luz propia, con
Ocean Sur, la misma editorial australiana que ahora publica Cuba viva. La muestra de aquellas primeras fotos terminó trayéndolo a radicarse temporalmente en La Plata.
“Hay muchos libros de fotos sobre Cuba, pero nos falta verla en la mirada de un cubano”, le dijeron sus amigos fotógrafos, y desde esa idea dice Santos Cabrera que pensó este libro. “Es un libro muy autobiográfico porque tiene que ver con un concepto de patria y de país. Es el libro de un cubano que nació en la Revolución, con un padre recontra fidelista, y parte de una generación que si bien sigue apoyando con fuerza ese proceso, tiene muchas críticas para hacer. Por eso entre otros va dedicado ‘a los cubanos donde quiera que estén’. Porque este libro también es para ellos”, define.
–¿Qué le gustaría que provoque su libro?
–Lo mejor sería que al que lo vea, le entraran ganas de ir a Cuba. Pero a una Cuba alejada de los clichés del tabaco, la mulata, la salsa y las playas... A una Cuba viva.