21 ene. 2021
Tomado de Un libro rojo para Lenin de Roque Dalton, publicado por Ocean Sur
“Estábamos de acuerdo y teníamos conciencia de que era necesario para destruir la tiranía poner en marcha el movimiento de masas, pero, con los antecedentes expuestos, ¿cómo lograrlo? Por aquellos tiempos Fidel decía: 'Hace falta echar a andar un motor pequeño que ayude a arrancar el motor grande...' Ya Fidel lo tenía decidido: el motor pequeño sería la toma de la fortaleza del Moncada, la más alejada de la capital, la que, una vez en nuestras manos, echaría a andar el motor grande, que sería el pueblo combatiendo con las armas que capturaríamos, por las leyes y medidas (o sea, el programa) que proclamaríamos. Sólo había una parte débil del plan: si fallábamos en la toma del cuartel, todo se vendría abajo. Una cosa dependía de la otra, el motor grande del pequeño; pero era una posibilidad y detrás de ella nos lanzamos...El ataque al Moncada no era una acción encaminada solamente al derrocamiento de la tiranía, ni mucho menos independiente de la situación económica y social que padecía nuestro país...El ataque al Moncada falló y el motor pequeño en ese momento no pudo echar a andar al grande. No pudimos vencer de entrada y fueron prolongándose años de lucha, que resultaron de vital importancia para forjar bajo el fuego a la nueva generación, de donde surgirían probados y valiosos cuadros. Un año después del Moncada, caía abatida por el imperialismo la Guatemala progresista de Jacobo Arbenz. Entretanto, los años mencionados fueron fortaleciendo paulatinamente a los países amantes de la paz y del campo socialista, encabezados por la poderosa y fiel amiga Unión Soviética, haciéndose aún más favorable la correlación de fuerzas internacionales para la victoria contra el imperialismo. Si no fue así, si no pudiéramos contar con la ayuda de esas fuerzas, el imperialismo hubiera hecho pagar a nuestro pueblo un río interminable de sangre, por haber tenido la audacia de sublevarse contra la explotación. Para llegar a nuestros días, fueron de vital importancia los resultados históricos de aquel fracasado ataque al Cuartel Moncada:
en primer lugar, inició un período de lucha armada que no terminó hasta la derrota de la tiranía. En segundo lugar, creó una nueva dirección y una nueva organización que repudiaba el quietismo y el reformismo, que eran combatientes y decididas y que en el mismo juicio levantaban un programa con las más importantes demandas de la transformación económico-social y política exigida por la situación de Cuba y que, como consecuencia, rechazaba el plattismo de los viejos dirigentes que fueron dejados atrás, perdiendo influencia sobre las masas... En tercer lugar, destacó a Fidel Castro como el dirigente y organizador de la lucha armada y de la acción política radical del pueblo de Cuba. Y en cuarto lugar, sirvió de antecedente para la organización de la expedición del Granma, y la acción guerrillera de la Sierra Maestra. Fidel no se eleva a la dirección nacional de Cuba sólo porque demostrara valor y arrojo, firmeza y decisión en la organización del asalto al Cuartel Moncada, sino porque expuso, junto a eso, el programa de la patria, el programa del pueblo. Y no sólo expuso ese programa, sino que demostró la voluntad de realizarlo y enseñó el camino para conquistarlo. Si Carlos Marx dijo de los comuneros de París 'que intentaron tomar el cielo por asalto', del ataque al Moncada por varias docenas de jóvenes armados con escopetas de matar pájaros, alguien debiera decir que 'trataron de tomar el cielo por sorpresa'. Años después, en el Granma, vendría de nuevo el motor pequeño; habían madurado más las condiciones; no volvimos a confiarnos a los resultados exclusivos de una acción, haciendo depender los demás planes de los resultados de aquélla, sino en forma tal que uno o varios fallos no hicieran fracasar la empresa. Y a pesar de los primeros y serios reveses que sufrimos los expedicionarios del Granma al inicio de la lucha guerrillera, la tenacidad y firmeza de Fidel al inculcarle a los pocos y primeros combatientes la idea de no darnos nunca por vencidos, mantuvo las guerrillas durante los primeros tiempos, logró el apoyo de los campesinos y los obreros agrícolas primero, de la clase obrera y el resto del pueblo después. Todo esto constituyó el motor grande que hizo caer a la tiranía e iniciar la revolución. No fue aquella mañana de julio de 1953, sino el primero de enero de 1959 cuando con una base firme iniciamos la conquista del cielo, aquel que para un verdadero revolucionario, para un marxista leninista, se conquista aquí, en la tierra: el progreso, el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo. El 26 de julio es una gran efemérides de la revolución. El 26 de julio se prolonga el Granma en la Sierra, en el Llano; se materializa en enero de 1959, en el 17 de mayo de la Reforma Agraria, en la reforma urbana, en los cuarteles transformados en escuelas, en la nacionalización de los pulpos de la electricidad y los teléfonos, los bancos, las centrales azucareras y demás grandes industrias yempresas del país, lo que permitió a la revolución tomar en sus manos todos los principales resortes de nuestra economía, medida elemental para fortalecernos y seguir avanzando en medio de las circunstancias que nos rodean. Se enlaza y se continúa con la Declaración de La Habana, con la victoria de Playa Girón y con la proclamación del carácter socialista de nuestra revolución, que realiza en nuestra querida tierra cubana el más alto y querido ideal de la sociedad humana: acabar con la explotación del hombre por el hombre”.
Comandante Raúl Castro Ruiz, artículo publicado en la revista Fundamentos, junio-julio de 1961.