27 mar. 2018
La semana pasada, un grupo de sherpas se reunió afuera del Buddha Lodge en este pueblito cercano al monte Everest para cargar un avión con sacos de tela que contenían miles de kilos de basura.
Conforme aumenta la cantidad de caminantes y alpinistas que se aventuran a la región del Everest, también se genera más basura: botellas vacías de cerveza Tuborg, latas de comida, tiendas de campaña rotas, contenedores de oxígeno vacíos. Ahora, los organizadores de una campaña nacional de limpieza tienen el objetivo de recolectar y reciclar más de 90.000 kilos de basura, lo que representa uno de los proyectos de gestión de desechos más ambiciosos de Nepal hasta la fecha.
“La basura se ha convertido en un problema muy importante”, dijo Dalamu Sherpa, presidenta de un grupo local de mujeres, y añadió que el proyecto se trata de “salvar la gloria de la región del Everest”.
Nepal ha tomado varias acciones para reducir la basura en la región de Khumbu, que incluye al monte Everest, la cima más alta del mundo. En 2014, el Ministerio de Turismo del país declaró que cualquiera que escale la montaña debe regresar de su trayecto con ocho kilogramos extra de basura.
Sin embargo, las reglas no se cumplen con mucha rigidez en la zona y las autoridades han batallado para encontrar una solución real al problema. Cada año, miles de personas serpentean por caminos empinados para llegar al Campo Base, que está a más de 5200 metros sobre el nivel del mar. La temporada de ascenso durante la primavera normalmente se extiende de finales de abril a finales de mayo.
Recolectar la basura implica días de caminata. Los cargadores y los yaks (animales lanudos de carga) transportan la basura de una franja de aldeas que se extiende hasta el Campo Base, al que se llega aproximadamente después de una semana caminando desde Lukla.
Umesh Chandra Rai, presidente ejecutivo de Yeti Airlines, una aerolínea local, dijo que el plan es transportar más de 90.000 kilogramos de basura a Katmandú, la capital de Nepal, para finales del año, donde será reciclada. Hasta ahora, se han recogido cerca de 11.000 kilogramos de basura. A lo largo de los caminos, también se han instalado 16 vertederos, 46 botes de basura y 3 baños.
“Antes, las zonas para tirar la basura estaban hechas de pantallas de plástico, así que los yaks las destruían fácilmente”, dijo Nim Dorgee Sherpa, un funcionario municipal. “Ahora hemos instalado contenedores de basura hechos de piedra y láminas de zinc”.
El desafío de acarrear el material es tan vasto que incluso los cuerpos de los alpinistas que mueren en la montaña a veces se dejan ahí tirados.
“Es muy difícil, no por razones logísticas o técnicas, sino por la ley”, dijo Ang Dorjee Sherpa, quien dirige el Comité de Control de la Contaminación Sagarmatha, que hace tareas de mantenimiento en la montaña. “No podemos cremar ni enterrar los cadáveres sin consentimiento”.
En una mañana de un sábado reciente, cuando la temperatura era de congelación, una decena de voluntarios se reunieron en el aeropuerto Tenzing-Hillary, una agitada pista ubicada en lo alto de un acantilado, donde se amontonaban los sacos de basura.
Mientras subían las bolsas al avión, los lugareños de rostro rojizo dijeron que ya no tolerarán que se tire basura.
“Los turistas no están cumpliendo nuestras reglas”, dijo Biruman Rai, director de una escuela del pueblo. “Es tiempo de hacer cumplir la ley”.
Bhadra Sharma reportó desde Lukla y Kai Schultz desde Nueva Delhi.
Tomado de Rebelión