Proposiciones

Vilma en la universidad

8 abr. 2020
Por

A punto de terminar la carrera de Ingeniería Química, a Vilma Espín Guillois le preguntaron sobre su experiencia como alumna de la Universidad de Oriente (UO). En aquella ocasión respondió:

Me gusta la Universidad por el ambiente de superación cultural que en ella impera. Es digno de ver cómo la frivolidad de las charlas juveniles va desapareciendo para dar paso a conversaciones sanas y meditadas. También es de notar el sentido de responsabilidad que en ella se adquiere.

Me gusta la Universidad por la camaradería que existe entre alumno y profesor. No existe, como en otras universidades, el temor al profesor nacido del poco contacto entre este y sus alumnos y que es la causa de más de un estudiante fracasado. Pero sobre todo, me gusta la Universidad por la fraternidad que existe entre todos sin importar la diferencia de credo, raza u opinión.

Vilma comenzó sus estudios superiores a finales de la década del cuarenta, justo cuando alumnos y profesores de la comunidad universitaria reclamaban la oficialización del centro. También realizó esfuerzos ante las autoridades para que abrieran nuevas aulas, locales y talleres, con el objetivo de ampliar las oportunidades del saber.

Allí integró la Coral Universitaria, estuvo en los conjuntos de danza y ballet, capitaneó además el equipo femenino de voleibol en los juegos Mambises. Todo ello lo hizo sin que disminuyeran sus resultados académicos. Su actividad a su paso por la casa de altos estudios resultó intensa y multifacética, por lo que alcanzó la admiración de los demás alumnos.

A la par asistía a cuanta actividad revolucionaria promoviera la FEU de Oriente, recién surgida. En un repaso sobre la historia de la UO a sesenta años de fundada, el profesor Manuel Fernández Carcassés comentó al referirse a Vilma: «sus excepcionales cualidades de líder y su facilidad para comunicar ideas, le permitieron influir positivamente en la unidad del estudiantado de la joven universidad. Su labor en esa organización la perfila ya como la magnífica dirigente que llegaría a ser con la marcha de la Revolución».

Tomar las armas y alzarse

Asela de los Santos, luego de la muerte de su compañera de estudios y de lucha, relató:

A Vilma, nacida y criada en el seno de una familia acomodada, sin carencias materiales, nunca le acompañaron ni el lujo, ni las estridencias. Sus padres influyeron mucho en su educación y sus gustos. Fue una familia que cultivó con esmero la formación espiritual y cultural; ella canalizaba sus actividades de joven más hacia los aspectos de la espiritualidad que por las cosas materiales [...].

Cuando se produce el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 en todo el país hubo un rechazo total, puesto que a 80 días de unas elecciones que veíamos con la esperanza de que fuera una salida a la crisis nacional, ocurre aquel cuartelazo. Recuerdo el desarrollo de los acontecimientos en la Universidad, la suspensión de actividades, los alumnos reunidos junto al Consejo Universitario y la FEU. Múltiples fueron las actitudes. Si bien la mayoría estaba en contra del golpe de Estado, muchos alumnos se fueron para sus casas en espera de los acontecimientos.

Otro grupo, día a día, íbamos a la Universidad para saber qué podíamos hacer contra el golpe y para actualizarnos acerca de cómo se desarrollaban los acontecimientos. «En ese grupo estaba Vilma y es digna de destacar su reacción ante el golpe militar; cuando lo supo estaba en el aula recibiendo clases, llega la noticia y después del desconcierto inicial, ella secunda una voz que allí se oyó: ¡Si esto es así aquí lo que hay que hacer es tomar las armas y alzarse! y ella cuenta que ese mismo día, tal fue su indignación que, tomó la decisión de no aceptar aquella afrenta a la Patria.

Amparados por la autonomía universitaria, se instalaron altoparlantes para pronunciarnos en contra del golpe de Estado. En ese grupo estaba Vilma, que se destaca como líder y generadora de iniciativas. Así, nos propuso que debíamos emprender acciones concretas.

Se le ocurrió utilizar unos versos de Heredia e imprimir volantes para distribuirlos en los barrios alrededor de la Universidad, para que la población leyera el clamor por la libertad desde la belleza de la poesía. Era una estrofa que decía: «Que si un pueblo su dura cadena/ No se atreve a romper con sus manos, /bien le es fácil mudar de tiranos/pero nunca ser libre podrá».

Esto nos costó a algunas de nosotras ser arrestadas y amenazadas por Cowley, uno de los peores esbirros. Pero la Universidad se movilizó convocada por la FEU, frente a la brutalidad que usaba el arresto y la amenaza contra la poesía.

Las luchas estudiantiles caracterizaron aquel período; se estrechan relaciones entre sus dirigentes, destacándose como líder la figura de Frank. Ya en ese momento él piensa y realiza acciones para enfrentar la tiranía mediante la lucha armada; ideas y estrategias que Vilma conoce y comparte.

Los hechos del ataque al Moncada conmocionaron y sorprendieron a los grupos de jóvenes con ideas revolucionarias. Recuerdo el continuo tiroteo y tableteo de ametralladoras que se oyó por toda la ciudad. Decidí ir a casa de Vilma para saber lo que pasaba y allí me encontré con un grupo numeroso de compañeros.

A media mañana conocimos que se trataba de jóvenes revolucionarios procedentes de La Habana; después supimos de los horrendos crímenes que se cometían por esbirros de la tiranía contra aquellos jóvenes. Todos nosotros sentíamos una gran angustia al no saber qué hacer y cómo ayudar. Fuimos al velorio de Renato Guitart, uno de los santiagueros participantes del asalto.

El día 27 tuvimos más noticias, entre ellas que los cadáveres estaban tirados en el césped junto a los muros del Moncada. Vilma me dijo que debíamos ir hasta ese lugar. Así lo hicimos, llegamos hasta donde estaban las postas, ellos creyeron que éramos familiares de militares y nos dejaron pasar. No vimos los cadáveres, la posta acabó por preguntar qué buscábamos. Vilma le respondió que estábamos allí para saber la verdad: que queríamos saber qué cara tenían los jóvenes valientes, de allí pudimos salir no sé ni cómo.

El 14 de julio de 1954, la joven estudiante recibe el título de ingeniera química, y se convierte en una de las dos primeras mujeres con esa especialidad en Cuba. Ese mismo año parte hacia los Estados Unidos a cursar un postgrado en el Instituto Tecnológico de Massachussettss.

Gracias a su aporte a la historia de la patria y especialmente a la vida universitaria en Santiago de Cuba, la Universidad de Oriente le entregó el título de Doctora Honoris Causa el 29 de noviembre de 2000. En él estaban expresados los sentimientos de todo el pueblo hacia la inmortal heroína.

 

Tomado de revista Alma Mater

enviar twitter facebook

Comentarios

0 realizados
Comentar