Nadie como el líder cubano para tener una personalidad tan amplia y diversa que demande y permita seguir haciéndole retratos sin agotar la captación de su espíritu.
Oswaldo Guayasamín
Un abrazo de Guayasamín para Fidel es un texto bajo el sello editorial de Ocean Sur, donde se muestra, a través de testimonios, pinturas del propio autor y fotografías de los encuentros entre el pintor Oswaldo Guayasamín y Fidel Castro, la profunda amistad entrañada y la admiración que sentía el artista ante tal figura. Solamente la primera esposa de Guayasamín, Maruja Monteverde, tiene más retratos que Fidel hechos por el pintor ecuatoriano. Como este último expresó en muchas ocasiones, más allá de su indudable amistad, la figura del líder revolucionario le parecía interesante en demasía, siempre se aprendía algo de él y su personalidad nunca podría ser expuesta en un solo retrato. Tal fue su devoción y su vínculo, que el pintor organizó un homenaje por los 70 años del Comandante, quien, intentó convencerlo de cambiar de idea y Guayasamín contestó: «No te estoy consultando, te lo estoy comunicando…».
Desde pequeño Oswaldo Guayasamín tuvo que vivir crudas realidades, durante los años 30 en Ecuador. Ello lo convirtió en un firme luchador contra las injusticias y crueldades de una sociedad que discriminaba a los pobres, los negros, los indios y débiles. Así, su concepción ideológica y actitud política son reflejadas en su arte y construcción plástica. Fue ganador de múltiples premios como: «Salón Mariano Aguilera», el Gran Premio de la III Bienal de Barcelona (1955) o el Primer Premio de la Bienal de Sao Pablo (1957). A lo largo de su vida recorre gran parte del mundo, conoce todo el continente americano, especialmente Cuba, viaja a China, India, URSS, Egipto y toda Europa. En 1976 crea con sus hijos la Fundación Guayasamín; a través de ella dona a Ecuador toda su obra y realiza exposiciones monumentales a través de los museos más importantes alrededor del mundo. Según criticos y coleccionistas, su obra trasciende por ser reflejo excepcional del tiempo que le tocó vivir, mostrando con ojo crítico las injusticias que se manisfestaron ante sus ojos.
Diversos testimonios afirman que Guayasamín, se vió familiarizado con el proceso revolucionario cubano, estuvo al tanto de cada combate y acto dirigido por Fidel, ya expresaba desde entonces su admiración por él. Además de haber leído La historia me absolverá, el pintor tuvo la oportunidad de viajar a Cuba y conocer a Fidel. Sobre este encuentro el Comandante relata:
Recuerdo aquella vez, muy al principio de la Revolución Cubana, cuando en medio de agitados días, un hombre de rostro indígena, tenaz e inquieto, ya conocido y admirado por muchos de nuestros intelectuales quiso hacerme un retrato.
Por primera vez me vi sometido a una torturante tarea. Tenía que estar de pie y quieto, tal como me indicaban. No sabía si duraría una hora o un siglo. Nunca vi a alguien moverse a tal velocidad, mezclar pinturas que venían en tubos de aluminio como pasta de dientes, revolver, añadir líquidos, mirar persistente con ojos de águila, dar brochazos a diestra y siniestra sobre un lienzo en lo que dura un relámpago, y volver sus ojos sobre el asombrado objeto viviente de su febril actividad, respirando fuerte como un atleta sobre la pista en una carrera de velocidad.
Fidel estaba ante lo desconocido, nunca imaginó que encontraría en él, un amigo tan leal. Siempre le agradeció su compromiso con la causa de los pobres, desfavorecidos y desde este momento estrecharon lazos de amistad, al darse cuenta de que tenían disímiles objetivos y pensamientos comunes. Es, en otras palabras, una muestra de la unidad americana, una forma de apoyo entre las naciones de la América Latina que lucharon juntas en favor de la libertad y la unión, donde fue además, la Revolución Cubana un ejemplo para las demás.
El libro acompaña las anécdotas de diferentes periodistas que asistieron a este «proceso amistoso» de forma cercana y que conocieron a ambas personalidades indistintamente. Así nos llega la trayectoria de esta amistad que viene acompañada de numerosas fotografías de sus encuentros, de los propios cuadros del pintor y enriquecido con testimonios de Fidel y Guayasamín.
De esta manera, podemos entender además, cuán importante y trascendente ha sido la figura de Fidel Castro en todos los ámbitos, en este caso, se ilustra a través de la plástica desde la obra de Oswaldo Guayasamín, con quien estrechó fuertes lazos afectivos. Un libro que, sin duda, vale la pena adquirir.
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