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Tiempo de definiciones

29 ene. 2018
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Grato es un día como hoy, 27 de enero, fecha de llamaradas e ideas desde hace 65 años, reunirnos para honrar a la Historia grande de Cuba y de sus estudiantes. Quizás, si el espíritu del profesor Delio Carreras se hubiera salido de este libro que esta tarde presentamos, nos hubiera tocado sus inolvidables campanadas de inicio de las grandes celebraciones universitarias.

Me siento honrado de que la FEU me haya invitado a presentar el libro “Tiempo de definiciones. Voces de las Luchas Universitarias en Cuba” de Wilmer Rodríguez Fernández, bajo el sello editorial Ocean Press-Ocean Sur. Primero, porque la FEU es parte entrañable de mi vida, el tiempo de mis mayores definiciones, el momento que me permitió comenzar una relación de dos décadas con Fidel, de la que revolucionariamente me enorgullezco. Segundo, porque a Wilmer lo conocimos en sus horas universitarias, cuando por circunstancias de la vida debió hacer un alto en los estudios y se integró con nosotros al trabajo de la Oficina de Información del Consejo de Estado durante un año, en el que nos mostró su seriedad, su valía y su futuro.

Adentrarse con honestidad en la Historia es un desafío intelectual reconocible y necesario.

Fidel siempre nos habló de las complejidades de la Historia y de la Revolución. El 24 de febrero de 1960 alertaba: “Una revolución no es un acontecimiento sencillo en la historia de un pueblo. Una revolución es un hecho complejo y difícil y que tiene, además, la virtud de ser una gran maestra porque nos va enseñando sobre la marcha, y sobre la marcha va fortaleciendo la conciencia del pueblo y sobre la marcha nos va enseñando qué es una revolución”.

Y apuntaría también, el 2 de enero de 1961: “La Revolución es de todos los acontecimientos históricos, el más complejo y el más convulso. Es una ley infalible de todas las revoluciones, y la historia lo enseña; ninguna revolución verdadera dejó de ser, jamás, un proceso extraordinariamente convulso, o, de lo contrario, no es revolución”.

Esa complejidad de nuestro proceso social, esa impronta positiva y negativa que le han puesto los seres humanos a nuestra Historia, están reflejados en este libro, que se adentra en 30 años decisivos (1945-1975), de las 9 décadas y media de existencia, de la Federación Estudiantil Universitaria; a partir de los testimonios de valiosos compañeros que fueron protagonistas o partícipes (algunos hoy historiadores) de esa fecunda etapa de lucha y de transformaciones en la Universidad y la Nación toda.

Desgranan aquí sus recuerdos, destacadas personalidades de la lucha revolucionaria como Armando Hart, Alfredo Guevara y Juan Nuiry; Presidentes de la FEU en los primeros años de la Revolución como Ricardo Alarcón, José Rebellón, Jaime Crombet, Juan Vela, Francisco Dorticós, Néstor del Prado e Ismael González (Manelo); y guardianes imprescindibles de la memoria en sus Universidades como Delio Carreras, Nelsa Coronado, Olga Portuondo, Juan Virgilio Lòpez Palacios, Enrique Marañón, Joel Mourlot y Carlos Díaz Barranco.

Wilmer logra, en sus 17 entrevistados, la mirada comprometida, aguda y nada complaciente sobre la etapa de cada uno en la FEU y en la Universidad. Consigue que captemos, los que no vivimos esos tiempos, el enrevesado escenario de la Universidad a la que llegó Fidel en 1945 -carcomida por el gansterismo y otras lacras sociales-; el singular momento de lucha que vivió la FEU bajo el liderazgo de José Antonio Echeverría, a quien tratraron de impedir su llegada a la presidencia de la organización estudiantil; la dura etapa de enfrentamiento clasista en las tres universidades existentes al Triunfo de la Revolución, no sólo entre el estudiantado y el profesorado revolucionario y las fuerzas de la contrarrevolución, sino también entre los que defendían la necesidad de una Revolución radical y los que abogaban por el simple cambio de poder gubernamental (“Bronca de alquilar balcones” le llamaría Ricardo Alarcón a algunos pasajes de aquella etapa).

Se evocan aquí a las nacientes Milicias Universitarias, la Alfabetización, el proceso de Reforma Universitaria, la depuración, el sectarismo, la formación de médicos revolucionarios tras la emigración masiva de profesionales del sector, el debate universitario tras los resultados fallidos de la zafra de los 10 millones, las becas universitarias y el Destacamento Pedagógico. Luces y sombras de todos esos años de Revolución en la Universidad cubana.

Y la Historia de una FEU que de La Habana se extendió a Oriente y a Las Villas, para convertirse en verdaderamente nacional en la década de los 70.

Lo más valioso es que no están contados los hechos en este texto desde la distancia o el sólo estudio académico, sino desde las vivencias, percepciones y posiciones de protagonistas primera línea. “La historia no sepuede ver en blanco y negro”, dice en el libro Alfredo Guevara. “Olvidar el pasado es no entender el presente”, añadió.

En todo el libro se respira la presencia de Fidel: el que entró a la Universidad el 4 de septiembre de 1945, el que marchò con su antorcha para honrar al Maestro, el que se convirtió en líder más allá de la Escalinata, el que supo aunar a José Antonio y sus seguidores en el mismo objetivo de lucha, el que convirtió a la Universidad -tras el Triunfo- en epicentro de debates revolucionarios y en laboratorio de ensayo de no pocas ideas, el que dialogó siempre con los jóvenes y con la FEU, el que definiò a la nuestra como una Revolución de obreros, campesinos y estudiantes.

Es el Fidel que Alfredo Guevara describe en el libro, en sus años universitarios, como “líder nato, volcán que se desencadenaba; a veces más calmado, pero en íntimo hervor”, el joven de “…una dimensión superior a la de quienes lo acompañaban”; o como lo valoró Armando Hart: “…hablador, persuasivo, alentador, organizador”.

Pero aquí también están Mella y José Antonio, Frank País, Vilma y Raúl. Aquí están los héroes y las generaciones que han hecho la Revolución y han sostenido también la bandera de la FEU.

Porque más allá de los vericuetos de la historia, de los flujos y los reflujos vividos, de los muchos aciertos y de las fallas, la Federación Estudiantil Universitaria ha sido, en sus 95 años de vida, una organización de la Revolución, un semillero de luchadores revolucionarios.

Esa es la esencia que Wilmer transmite desde su libro a las nuevas generaciones de universitarios. ¡Gracias Wilmer por este aporte inestimable en tiempos en que otros quieren reescribir la historia y desdibujar los caminos de la Revolución!

A ustedes, jóvenes dirigentes de la FEU, contunuadores y hacedores también en el presente, los honrará en la vida siempre el ser fieles a esta Historia. Serán ustedes la primera generación en 70 años que no tendrá la presencia física y el aliento permanente de Fidel; y tienen, por tanto, la responsabilidad de acercarse y aprehender de sus ideas para multiplicarlas.

Estamos a unas horas de que ustedes, y otros miles, protagonicen una nueva Marcha de las Antorchas en homenaje a José Martí.

Vayan esta noche al encuentro del Maestro, y sigan siempre por la vida, haciendo buenos estos preceptos martianos:

“De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para

adquirir las glorias nuevas”.

“La Juventud es la edad del crecimiento y del desarrollo, de la actividad y la viveza, de la imaginación y el ímpetu”

¡Empleen todas esas energías en contribuir a hacer más grande y justiciera la Revolución de Céspedes, Martí, Mella, José Antonio y Fidel!

Muchas Gracias.

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