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Temer tiene los días contados

23 may. 2017
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Un audio ha puesto en tres y dos a la amañada presidencia de Michel Temer en Brasil. O Globo reveló que el ocupante interino de Palacio de Planalto (sede de gobierno) compró el silencio de su mejor aliado, hasta que cayó preso, Eduardo Cunha, por la investigación del Lava Jato. Aunque Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) negó esas acusaciones, O Globo mostró que fue grabado por un empresario dando su aval al pago de sobornos para comprar el silencio del expresidente de la Cámara de Diputados, figura clave en el proceso de juicio político contra la mandataria Dilma Rousseff.

Según la grabación, el pemedebista se encontró el 7 de marzo con el empresario Joesley Batista, quien le contó que le estaba pagando a Cunha para que mantuvieran la boca cerrada.  La respuesta de Temer fue: «Tienes que mantener eso, los sobornos».

Asimismo, le sugirió a Batista hablar con el diputado federal Rodrigo Rocha Loures, otro de sus hombres de confianza, para resolver un litigio legal. «¿Le puedo contar todo a él, Rocha?», preguntó Batista, a lo que Temer responde: «Todo», indica O Globo sin precisar cómo obtuvo la grabación.

El escándalo también salpicó al excandidato presidencial Aécio Neves (PSDB, centroderecha) y al exministro de Finanzas de los gobiernos de Lula y Rousseff, Guido Mantega. Neves fue suspendido de su cargo de senador.

«El presidente Michel Temer jamás solicitó pagos para obtener el silencio del exdiputado Eduardo Cunha. No participó ni autorizó ningún movimiento con el objetivo de evitar delación o colaboración con la justicia por el exparlamentario», comunicó la Presidencia. La nota reconoció, sin embargo, que sí hubo una reunión con Batista pero en la que no se habló de nada de lo que está en el audio.

El audio revelado impulsó a la oposición brasileña a pedir finalmente el impeachment contra el pemedebista, cuyo mandato está en cuerda floja ya que además, el Supremo Tribunal Federal anunció el inicio de una investigación por supuesta obstrucción a la justicia.

A ello se suma el proceso pendiente por supuesta financiación ilegal de la campaña de 2014, cuando resultó electo vicepresidente de Rousseff, uno de los ejes de ataque esgrimidos contra la representante del Partido de los Trabajadores (PT) durante el impeachment.

Es notable que haya sido el emporio O Globo el que haya sacado a la luz estos trapos sucios. La postura de ese grupo ratifica la certeza de que los medios de comunicación en América Latina se comportan como partidos políticos. ¿Por qué ahora y no cuando el juicio contra Rousseff estaba en proceso? Pues la respuesta es sencilla: Temer cumplió su triste papel en la historia de Brasil. Ya no le sirve a los intereses de la derecha brasileña. El pemedebista desaparecerá de la escena política tal como lo hicieron Micheletti en Honduras o Franco en Paraguay.

Por lo pronto, los brasileños salieron a la calle espontáneamente a pedir elecciones adelantadas y a exigir transparencia política en un panorama que sigue turbio un año después de la destitución de Rousseff.

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