Cada año los guatemaltecos sacan a la calle a sus santos, alzados con orgullo por centenares de cucuruchos (cargadores) durante las procesiones.
La banda musical es uno de los elementos característicos que aportan dramaturgia a la ceremonia, observada por miles de feligreses bajo el sol o desde sus casas a través de la televisión.
El llamado es a vivir la fe. Muchos aprisionan sus rosarios y piden al Todopoderoso que los salve de la tentación y les perdone sus pecados.
Desde 1996 el número de católicos ha disminuido de manera considerable, pero aún son mayoría, según un estudio de la organización internacional Corporación Latinobarómetro en Chile.
En aquel año el 54% de los guatemaltecos profesaba la religión católica y los evangélicos eran la cuarta parte de la población. Pero en el 2013, los primeros sumaron el 47%, y los segundos, un 40%.
Como muchos países del mundo, la Semana Santa es motivo de celebración en Guatemala, hasta donde llegan al menos 70 000 extranjeros en esta fecha, en la cual predominan procesiones litúrgicas en todo el territorio nacional.
La Catedral Metropolitana, que conserva elementos característicos del neoclásico y sobreviviente de devastadores terremotos como el de 1917 y 1976, recibe a visitantes de cualquier parte en el centro histórico capitalino.
También Antigua Guatemala, ciudad colonial ubicada a 45 kilómetros al suroeste de la capital, se convierte por estos días en uno de los destinos preferidos por los turistas.
Allí son testigos de los rituales en los que los devotos cargan en sus hombros, como un honor, la réplica de la imagen de Jesús por las calles.
En la lujosa catedral de San José o en las vistosas iglesias de la Merced y San Pedro se ofician misas durante este período de reflexión. La parroquia de Santiago Apóstol, en Santiago Atitlán, es escenario para la oración.
Durante la reminiscencia a Cristo también repican las campanas de un templo menos turístico, situado en el suroccidental poblado de San Pablo, municipio Tacaná. Desde ese paraje, a unos 1 800 metros sobre el nivel del mar, sus habitantes suplican a Cristo que multiplique los panes y los peces.
*Tomado del libro: Guatemala a segunda vista. Esencias culturales (Ocean Sur, 2020).
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