Durante el año 2019, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han experimentado un proceso de deterioro sustancial como resultado de la política hostil y agresiva del gobierno estadounidense contra la Isla. El empleo de medidas coercitivas unilaterales de amplio impacto para afectar el desarrollo socioeconómico del país combinado con la implementación de acciones subversivas ha generado un escenario que podría calificarse de confrontación acelerada.
El daño a los vínculos familiares, culturales, económicos, científicos y de diversa índole entre ambos pueblos ha sido una de las principales expresiones de esta política irracional y sin apoyo dentro de la mayoría de la sociedad estadounidense. Es una proyección política que solo responde a los intereses de un sector minoritario de la extrema derecha cubanoamericana que todavía continúan atrapados en un profundo odio y frustración.
A partir de enero del 2019, se abre una nueva etapa en las relaciones bilaterales que está determinada por los siguientes factores:
- Consolidación del enfoque de la confrontación abierta y la hostilidad como la concepción prevaleciente en la proyección política hacia la Isla.
- Posicionamiento de funcionarios anticubanos al más alto nivel político en la Casa Blanca y el Departamento de Estado con capacidad para controlar el proceso de toma de decisiones sobre Cuba e imponer su agenda sin prácticamente resistencia de la burocracia gubernamental.
- Alianza sólida entre los funcionarios anticubanos y el sector de la extrema derecha cubanoamericana con mayor visibilidad para el senador Marco Rubio, lo que permitía la concertación y multiplicación de las acciones.
- Percepción en los sectores que promovían la confrontación acelerada que la situación interna en Cuba transitaba por un escenario complejo marcado por la fragilidad de su economía y su impacto a nivel social, lo que consideraban constituía una oportunidad para forzar, en lo inmediato, pretendidos cambios internos.
- Apreciación del gobierno de Trump que la crisis política en Venezuela sería insostenible en el tiempo y que el país colapsaría, lo que tendría un impacto muy negativo en las perspectivas de desarrollo de la Isla atendiendo a la dependencia energética con la nación suramericana.
- Convicción del mandatario estadounidense que la política de línea dura contra Cuba le garantizaría el apoyo del electorado cubanoamericano del Sur de la Florida de cara a las elecciones presidenciales del 2020.
- Derechización de las fuerzas políticas en América Latina y el debilitamiento de los mecanismos y procesos progresistas configuraron un escenario favorable para el despliegue de la política agresiva y monroísta de Washington en la región, lo que permitía promover el enfoque de la denominada «lucha contra el socialismo».
La conjugación de estos factores con el pretexto sobre la supuesta presencia militar de Cuba en Venezuela, dieron como resultado la adopción de un curso confrontacional que tuvo como principal prioridad el reforzamiento de las sanciones económicas contra la Isla que fueron orientadas a los siguientes objetivos:
- Obstaculizar la inversión extranjera en la Isla. Con ese propósito activaron el Título III de la Ley Helms Burton dirigido a infundir temor, crear confusión y desestimular a los potenciales inversionistas extranjeros en Cuba.
- Afectar las visitas al país de los estadounidenses. En violación de los derechos elementales de viajar, suspendieron los viajes de los cruceros, la modalidad pueblo a pueblo en grupo e individual, así como limitaron los vuelos regulares solamente a La Habana.
- Limitar el envío de remesas. A partir de octubre, los cubanos que residen en Estados Unidos solo pueden enviar 1 000 dólares por trimestre a sus familiares en Cuba, se elimina la posibilidad de que ciudadanos estadounidenses envíen donaciones de dinero a través de las remesas, se prohíbe el envío de remesas a familiares de militantes del Partido Comunista de Cuba y se impide que los bancos estadounidenses procesen transacciones relacionadas con la Isla a través de terceros países.
- Entorpecer las operaciones financieras del país y obstaculizar el ingreso de divisas. Se desata una ofensiva para perseguir las transacciones financieras de Cuba en el exterior y en una de las expresiones más crueles de esta política se realiza una intensa campaña mediática y de presiones internacionales para obstaculizar los programas de colaboración médica cubana en el exterior.
- Neutralizar la importación de productos estratégicos, en especial, el petróleo proveniente de Venezuela. Se establece una especie de cacería sistemática sin escrúpulos a los buques que transportan combustible hacia Cuba que comienzan a formar parte de listas emitidas por el Departamento del Tesoro estadounidense en función de adoptar sanciones. Constituye una acción que evidencia la enraizada perversidad que caracteriza las proyecciones de la Administración Trump contra Cuba.
Con relación a los proyectos subversivos, durante el 2019 sobresalen dos iniciativas fundamentales: la convocatoria del Departamento de Estados para que las instituciones estadounidenses interesadas enviaran ideas sobre proyectos que podrían desarrollarse en la Isla y el programa para formar «líderes emergentes cubanos».
En el caso del primero, forma parte de la estrategia de influencia subversiva hacia amplios sectores de la sociedad cubana. Los aspirantes debían presentar un documento de tres páginas, que explicara la propuesta con sus objetivos que debían estar dirigidos a «fortalecer a la sociedad civil cubana». Se alertaba que las actividades que tradicionalmente reciben financiamiento han estado vinculadas a:
- Asistencia organizacional a la sociedad civil cubana para mejorar la administración, la planeación estratégica, la sostenibilidad y la colaboración entre grupos locales como: organizaciones que promuevan los derechos civiles y políticos, agrupaciones juveniles, instituciones que abogan por la libertad religiosa y las que promuevan la participación de los grupos marginados.
- Asistencia a las organizaciones de la sociedad civil independiente para facilitar proyectos a nivel comunitario, participar en la solución de problemas locales con el objetivo de crear una alternativa democrática a la dependencia del estado.
- Establecimiento de mecanismos para proveer a la sociedad civil cubana de herramientas, oportunidades y entrenamiento a través del contacto con otras organizaciones de la sociedad civil de terceros países.
- Incorporar a la sociedad civil cubana en iniciativas, fotos y coaliciones dirigidas por instituciones de la sociedad civil a nivel regional y global.
En el segundo caso, el propósito declarado fue formar una nueva generación de líderes en Cuba que tengan la capacidad de trabajar a nivel comunitario para crear una sociedad civil independiente. Según la convocatoria, este «grupo de líderes profesionales modelarán el liderazgo efectivo de las organizaciones de la sociedad civil y abogarán efectivamente por el interés público, promoverán el acercamiento con la comunidad, apoyarán la diversidad y promoverán las prácticas democráticas».
Según el documento del gobierno estadounidense, deben seleccionarse ciudadanos cubanos entre 20 y 35 años que cumplan los requisitos de ser estudiantes universitarios o jóvenes profesionales que demuestren interés en asumir roles de liderazgo y que estén motivados por la comunicación social. Los aspirantes deben demostrar actitudes como madurez, independencia y autoconfianza. El documento es muy enfático en destacar que los jóvenes deben tener un deseo claro de implementar el programa en Cuba debido a que de otra manera no le sirven para sus propósitos subversivos.
Con relación a la concepción de este proyecto y los aspectos organizativos, el Departamento de Estado a partir del presupuesto destinado para este programa tiene previsto reclutar y entrenar entre 25 y 40 jóvenes en un período de tres años. Con ese propósito, el gobierno estadounidense le está exigiendo a las organizaciones que realizarán el trabajo en el terreno que deben garantizar que en la selección de los candidatos exista diversidad de género, racial, socioeconómica y geográfica. También fueron explícitos en establecer que «deben reclutarse mujeres y representantes de minorías». Por lo tanto, se trata de un diseño abarcador que está tratando de contar con un perfil diverso para abarcar varios sectores y regiones del país.
En esencia, las relaciones Cuba-Estados Unidos durante el 2019 transitan por un proceso de profundo deterioro que tiene como elemento fundamental el fuerte régimen de sanciones económicas que despliega el gobierno de Trump. Si bien estamos presenciando una convivencia basada en la confrontación y no existen condiciones para que esta tendencia se modifique, al menos en el corto plazo, los fuertes vínculos entre ambos pueblos constituyen un pilar fundamental que hacia el futuro determinará el tránsito necesario hacia una convivencia civilizada basada en intereses mutuos. Ese será el destino final de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
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