Hace apenas cinco días, el presidente estadounidense anunció su decisión de nominar como secretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental al diplomático afroamericano Brian Andrew Nichols, quien se ha dedicado por más de 30 años al servicio exterior de su país. El nominado tiene una amplia experiencia en los temas vinculados a América Latina y el Caribe, así como ocupó importantes responsabilidades en el Buró de Asuntos de Narcóticos Internacionales y Aplicación de la Ley.
Nichols exhibe una llamativa combinación de una prolongada práctica diplomática en nuestra región con conocimientos y habilidades para coordinar políticamente el enfrentamiento a desafíos de seguridad. Su perfil profesional y vivencias lo convierten en una figura que encaja armónicamente en las prioridades que ha comenzado a delinear el gobierno de Biden hacia el Hemisferio Occidental que, en primera instancia, se enfocan en las temáticas de seguridad catalogadas como amenazas para Estados Unidos.
Su trayectoria es una muestra elocuente de esto debido a que ha transitado desde cargos consulares y políticos en varios países del área como Perú, México, Colombia y El Salvador, hasta su nombramiento como Embajador en Lima durante la Administración Obama. Desde la sede del Departamento de Estado, también se desempeñó como coordinador de los países del Caribe durante la Administración de George W. Bush. A partir de julio del 2018, comenzó a ocupar el puesto de embajador en Zimbabue.
Brian nació en 1965 en un entorno familiar en el que su padre Charles Harold Nichols era un reconocido profesor en la Free University de Berlín. Hasta 1969, impartió clases y dirigió el Instituto de Estudios Americanos de ese centro de altos estudios. A partir de ese momento, la familia regresó a Estados Unidos debido a que su padre fue nombrado como el primer presidente del programa de estudios afroamericanos de la Universidad Brown. Brian creció en el estado de Rhode Island en un ambiente de sólidas concepciones y valores vinculados a sus orígenes históricos y culturales.
Con 22 años, Nichols se graduó de licenciado en ciencias en la Universidad Tufts en Massachusetts y en 1988 comienza su carrera en el Departamento de Estado. Su primera misión diplomática fue como funcionario consular en Lima a partir de 1989 en un contexto en que esa nación vivía un complejo escenario interno. En el país suramericano estuvo durante dos años. Posteriormente, fue designado a trabajar en la oficina política de la Embajada estadounidense en El Salvador donde tuvo una amplia experiencia de 7 años al culminar su misión en 1998.
Después de estas rotaciones, Nichols contaba con un entrenamiento diplomático de alrededor de 10 años y fue promovido al cargo de consejero político adjunto en la estratégica sede estadounidense en Ciudad México en la que se ganó una reputación de ser muy hábil en el manejo de temas vinculados a las amenazas y desafíos de seguridad nacional. Durante esta etapa, se le atribuye un rol significativo en la denominada “guerra contra las drogas” de Estados Unidos en Latinoamérica.
A mediados del 2001 y después de casi trece años cumpliendo misiones de manera ininterrumpida en países de nuestra región, Brian es promovido a consejero político en la Embajada estadounidense en Indonesia. En esta nación, su actividad estuvo enfocada en asistir al gobierno indonesio en el proceso de recuperación tras los atentados terroristas en Bali en el año 2002.
Al regresar a Washington, retomaría a partir del 2004 sus labores hacia nuestra región al ser designado como director para la Oficina del Caribe. Desde esta responsabilidad, dirigió el proceso de formulación e implementación de la política exterior hacia 14 naciones caribeñas. Su trabajo estuvo enfocado principalmente en temas como: enfrentamiento al narcotráfico, migración irregular y crimen organizado. En este período, estuvo involucrado directamente en todo el diseño intervencionista y de ocupación que aplicó el gobierno estadounidense en Haití tras el golpe de estado contra el entonces presidente Jean Bertrand Aristide en febrero del 2004.
En el 2007 y como parte de su ascenso como diplomático, fue nombrado como Segundo jefe de la misión estadounidense en Colombia. En casi tres años de trabajo en esa nación, Nichols se encargaba de la supervisión diaria del empleo de los más de 500 millones de dólares anuales que Washington tenía disponible como parte del “Plan Colombia”. Su estancia en Bogotá entre agosto del 2007 y julio del 2010, coincidió con el segundo mandato de Álvaro Uribe como presidente.
Teniendo en cuenta su experiencia acumulada en el área de seguridad, entre finales del 2010 y hasta el 2013, ocupa la responsabilidad de Secretario asistente del Buró de Asuntos de Narcóticos Internacionales y Aplicación de la Ley en el Departamento de Estado.
Desde este cargo, Nichols se centró en tres prioridades fundamentales: 1) desarrollar las políticas antinarcóticos de Estados Unidos a nivel global 2) coordinar los programas contra las organizaciones criminales a escala mundial y 3) supervisar políticamente los resultados de los entrenamientos que ofrece el gobierno estadounidense a otros países en materia de aplicación y cumplimiento de la ley. Brian dirigía personalmente los programas antinarcóticos en Afganistán, Pakistán, el resto de Asia y Europa.
Entre 2014 y octubre del 2017, estuvo al frente de la Embajada en Lima. A mediados de 2018, inicia sus funciones como embajador en Zimbabue manteniendo un bajo perfil público en los medios hasta el asesinato del afroamericano George Floyd. Como resultado de este suceso, Brian se pronunció abiertamente en contra al decir: “como afroamericano, desde que puedo recordar, he sabido que mis derechos y mi cuerpo no eran totalmente míos. En una larga y continua secuencia de mujeres y hombres negros, George Floyd ofreció un último mensaje de devoción para guiarnos hacia un nuevo nacimiento en la libertad”.
Paralelamente a estas declaraciones, Nichols fue objeto de críticas por el gobierno de Zimbabue al ser catalogado como “delicuente” por financiar protestas antigubernamentales. Las autoridades del país africano llegaron a solicitar su expulsión como embajador. Sin lugar a dudas, se trata de una figura controvertida con una vasta experiencia en la diplomacia estadounidense desempeñando varios roles. De ser confirmado por el Senado como Secretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental, se convertiría en el primer afroamericano en desempeñarse en ese cargo en los últimos 30 años.
Es evidente que el equipo de Biden como parte de su esfuerzo por proyectar la denominada “renovación del liderazgo americano” que tiene como piedra angular el propósito de recomponer su hegemonía, continúa posicionando rostros en puestos claves de la política hacia nuestra región que encierran mensajes seductores y cierto simbolismo en un contexto hemisférico de crisis agravada. Ante la incapacidad y la falta de voluntad política de Washington para contribuir en la solución de las complejas problemáticas estructurales que aquejan a nuestras naciones, una vez más está apostando a revitalizar su proyecto de dominación empleando los trillados disfraces de terciopelo.
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