Un 20 de mayo, pero de 1902, quedó constituida la República.[1] Se proclamaron derechos formales, pero, en efecto, ¿qué significó la República para muchos cubanos? Injusticia: quedaron excluidos muchos de los que habían dejado todo en el campo de batalla, luchando por la independencia; servilismo: se cambió de amo; represión: perdieron la vida no pocos de los mejores cubanos que pelearon contra los males de la República; exclusión y dictadura: lo que no muestran las magníficas postales de La Habana.
No siento nostalgia por los carteles lumínicos. Nada me contenta ante la muerte de Mella, Guiteras, Jesús Menéndez, Frank, Abel, Echeverría y tantos otros. Esa es mi nostalgia.
Veinte de mayo es una fecha para recordar que tener república no basta. A ellos, que sí la vivieron, no les bastó; más bien les costó la vida. Es una fecha para tener presente que la república por la república no garantiza nada.
Fue justamente lo contrario a los sueños por los que Martí, republicano, un 19 de mayo, cayó en Dos Ríos. Martí no se agota en haber sido republicano: ¡fue antimperialista! Lo digo alto porque se olvida: cuanto hizo fue para eso.
La República, muy república ella, nació colonizada y servil. No fue hasta enero de 1959 que hubo dignidad para todos en Cuba. Para ser íntegramente consecuentes con el legado martiano, el futuro de Cuba debe seguir siendo republicano, sí, pero no puede pensarse al margen del socialismo y del pensamiento profundamente anticapitalista de Fidel.
Claro, podemos pensar en la república como una abstracción en la que por su mera existencia serán efectivas libertad, democracia e igualdad, y en la que todos, por arte de magia, nos haremos iguales, nos amaremos y seremos felices. Divina magia de la república que al margen de cualquier consideración engendra por sí misma el bien, éter fantasmagórico en el que fluimos después de haber tirado por el caño la historia, las determinaciones sociohistóricas, las condiciones geopolíticas, la lucha de clases y, ya de paso, el marxismo y demás herejías.
Pero la suerte es que el 20 de mayo existe para recordarnos lo perversa que puede llegar a ser una república si es servil, y si es burguesa. ¡Cuánta sangre cuesta liberarla! El Martí que declaró a la suya, la que quería fundar, «con todos y para el bien de todos», fue el mismo Martí que dijo: «con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar».
*Este texto forma parte del libro Cuba en contexto. Artículos de opinión bajo fuego mediático, que próximamente estará disponible por la Editorial Ocean Sur. Artículo publicado originalmente en el periódico Granma, el 21 de mayo de 2020, p. 1.
[1] La idealización de una noción de República en abstracto, pensada en términos del reconocimiento formal de un conjunto de derechos, sin un análisis sociohistórico sistémico a fondo de las condiciones de posibilidad para que una república verdaderamente con «todos y para el bien de todos» pueda seguirse construyendo en Cuba, ha sido una de las trincheras ideológicas desde donde la neocontrarrevolución ha atacado sistemáticamente al sistema político cubano. Como norma se evaden cuestiones fundamentales en los análisis, que siguen siendo del orden de la lucha de clases y del orden de lo ideológico. En definitiva, la República no podrá ser con «los humildes y para los humildes» si no es socialista. Estas tendencias han llegado a romantizar la república neocolonial, sin poner de relieve su esencia anexionista y clasista, que sujetaba el destino de la nación a los intereses estadounidenses y excluía del disfrute de derechos esenciales a amplios sectores de la población.
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