«La oposición democrática venezolana se alza con el premio europeo Sájarov 2017», la máxima distinción del bloque comunitario en materia de defensa de derechos humanos. Es uno de los tantos titulares que sobresale en medios, también fundamentalmente europeos, de esos que se ocupan más de lo que sucede en Venezuela que en sus propios países. Lo primero sería cuestionar por qué apellidarla democrática, si lo menos que usan es esa vía para ejercer el estatuto opositor. De hecho, no reconocieron ni participaron en el proceso constituyente, una buena parte de ella deslegitimó las recientes elecciones regionales e históricamente han preferido planes violentos en las calles para la cacareada «salida» —dígase la de Chávez primero y Maduro después— que retar a sus contrarios en las urnas.
Lo segundo es analizar el activismo pro derechos humanos de los premiados. ¿Se retribuye acaso el resultado de sus recientes movilizaciones populares que paralizaron al país y dejaron más de 120 personas fallecidas? ¿Hay humanismo en los métodos usados: la quema de personas, el escarnio público a los chavistas militantes, el asalto a hospitales y mercados?
Lo tercero es que el premio, que más que moral es una pequeña inyección financiera —estamos hablando de 50 mil euros— llega en un momento de crisis en las filas opositoras y me imagino que la rapiña aumente por el trofeo. Baste mencionar los hechos recientes: 4 de los 5 gobernadores opositores electos se juramentaron ante la Asamblea Constituyente, el mismo órgano que tantas veces rechazaron. Además, figuras claves como Henrique Capriles Radonsky y Henry Ramos Allup se declararon una guerra abierta, y el dos veces candidato presidencial se retira de la MUD, la Mesa de Unidad Democrática, es decir, la coalición de partidos opositores ha dejado totalmente huérfano de sentido el término «unidad». Hablamos del impulsivo e incendiario Capriles, el mismo que fuera parte del asalto a la embajada cubana en Caracas en 2002, y de Ramos Allup, un viejo y duro hueso de roer que sabe ser camaleónico de acuerdo a sus intereses, líder del partido tradicional Acción Democrática que por años se turnó el poder con COPEI.
No solo Capriles ha generado la crisis, otras figuras dentro de la plataforma han instado a sus correligionarios a no usar los mismos argumentos gastados de fraude pues han estado presente en las auditorías del proceso electoral y saben que el resultado desfavorable a la MUD en las regionales tiene muchísimo que ver con la fractura del movimiento, su accionar violento y la falta de programa para resolver los problemas económicos de la nación. Demasiado tiempo invertido en criticar al ejecutivo chavista les hace olvidar la tarea que para hacer gobierno hay que presentar un boceto de propuestas y convencer a sus seguidores.
Otro crítico de la MUD, el dirigente de Voluntad Popular, Freddy Guevara, asegura que la Mesa perdió su utilidad y tiene que replantearse hacia una nueva alianza. ¿Será que no se dan cuenta que el problema no es cambiar una coalición por otra mientras las caras integrantes sean las mismas y tengan tantas ambiciones por separado?
Desde siempre estos personajes han jugado a poner su ego por delante de intereses partidistas colectivos y por ello han ido de fracaso en fracaso. En ese sentido, el exsecretario de la MUD, Jesús Torrealba, dijo que la oposición está «gastando energías» peleándose entre sí y aseguró que «divididos tienen menos chance».
A pesar de estos llamados de atención, hay otros rostros conocidos que prefieren mantener su radicalismo, como es el caso de María Corina Machado, quien consideró una traición la juramentación de los gobernadores adecos —pertenecientes al Partido Acción Democrática— ante la ANC. «Qué vergüenza; da náuseas. Les aseguro que el país que construiremos juntos será diferente. Será decente» escribió Machado en su cuenta en Twitter. A los llamados «traidores» por la coordinadora nacional de Vente Venezuela, Capriles les calificó de «oposición oficialista».
La situación actual los deja muy mal parados para los procesos electorales venideros, incluso, para sus ansiadas presidenciales, el leitmotiv de sus discursos. ¿A quién hacer presidenciable? ¿Cómo generar consenso en un momento como este de posiciones alejadas entre sí? Tal y como diría el propio Ramos Allup, se están «disparando» entre ellos.
En resumen, que hasta los mayores aliados de los opositores, ahora premiados, reconocen que lo que ellos llaman oficialismo se encuentra en una posición inmejorable, después de un período tambaleante, mientras que la oposición se desmorona poco a poco. Con premios como el europeo, simplemente le están tirando salvavidas.
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