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Por una educación pública, gratuita y de calidad

28 sept. 2018
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Este año se cumplieron cien años de la Reforma de Córdoba. El Manifiesto Liminar, dado a conocer el 21 de junio de 1918, evidenciaba las inconformidades y desafíos de los universitarios de aquel entonces:

Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado sobre una especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios, no solo puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.[1]

De esta forma los jóvenes cordobeses, por intermedio de su federación universitaria, convidaban a los universitarios de todo el continente a iniciar un movimiento de lucha estudiantil que diera cumplimiento a sus demandas. Durante todo un siglo, la autonomía, la cátedra libre, la integración latinoamericana y el cogobierno en las universidades, han sido causas esgrimidas las masas estudiantes.

En los marcos de esta efeméride, Contexto Latinoamericano dialogó con Mirthia Julia Brossard Oris, presidenta de la OCLAE y vicepresidenta de la FEU de Cuba.

La primera pregunta estuvo enfocada a partir de que, en febrero de 2018, el Secretariado General de la OCLAE en el cual estuvieron presentes la mayoría de las organizaciones miembros —suman treinta y seis organizaciones en representación de veintiocho países.

¿Cómo quedó la agenda fijada en febrero?

En este encuentro, analizamos cómo nos íbamos a proyectar en función del centenario de la Reforma de Córdoba, porque ese fue un momento decisivo para la OCLAE, ya que coincidió dicho centenario con la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES) que se realizó en Argentina. Para el movimiento estudiantil latinoamericana esta Conferencia fue muy importante pues estuvieron representadas las instituciones de educación superior de todo el continente.

Con respecto al Centenario, pienso que lo más importante es que no se ha reducido únicamente a los jóvenes argentinos miembros de la OCLAE sino que hemos podido lograr una articulación del movimiento estudiantil a nivel continental en torno al tema. Por ejemplo, se han llevado a cabo acciones desde Colombia, Brasil, Panamá, también desde Cuba en el marco del 9no. congreso de nuestra federación. Se puede afirmar que cada organización se está revisando, se está mirando por dentro para ver cómo puede realizar actividades que movilicen a los jóvenes en función de tan importante efeméride.

Hemos vivido en fechas recientes, momentos intensos para el estudiantado latinoamericano…

En el caso de Puerto Rico, el pasado 1ro. de mayo, los estudiantes fueron los primeros que salieron a las calles, debido a las propuestas de la Junta de Control Fiscal acerca de una reducción al presupuesto que se le otorga a la Educación Superior. En Perú se dio una situación compleja desde antes de la Cumbre de las Américas, debido a la posibilidad de que se aprobara una ley de «esclavitud juvenil», según la cual los graduados universitarios podrían ser contratados por un periodo de tres años sin percibir ningún salario, solamente con la promesa de una plaza fija que, en el futuro, no tendría que cumplirse. Todo esto se haría en aras, supuestamente, de la formación profesional de los estudiantes. Por supuesto, semejante injusticia generó un momento de efervescencia en la lucha del movimiento estudiantil peruano, especialmente en la Universidad de San Marcos, en la que se manifestaron y fueron víctimas de la violencia de las fuerzas policiales, que entraron en la Universidad y hasta en las viviendas de los muchachos para reprimirlos y apresarlos.

Durante las recientes elecciones presidenciales en Venezuela y en los sucesos violentos acaecidos en Nicaragua, las organizaciones juveniles de esos países apoyaron decididamente los procesos democráticos y de justicia social impulsados en esos países.

Estas situaciones, generan nuevos desafíos y nuevas reivindicaciones de lucha a lo interno de cada uno de los países y también en la OCLAE en su conjunto. Como organización que agrupa a jóvenes de diversas naciones y que enfrentan diversos contextos, creemos que es un buen momento para que cada organización miembro valore su situación actual, las cosas que se han logrado y las luchas que tenemos que seguir impulsando.

Mencionabas la situación en Perú, ¿cómo participó la OCLAE en el escenario de la Cumbre de las Américas?

La OCLAE participó específicamente en la Cumbre de los Pueblos. Como parte de los espacios que allí se desarrollaron, tuvo lugar un foro juvenil dentro del cual sesionó un taller estudiantil. Yo estuve en ese taller y los resultados fueron muy positivos. Estuvieron presentes jóvenes de Venezuela, Bolivia, Chile, México, Cuba. También tuvieron su espacio los principales líderes del movimiento estudiantil peruano. Cada uno pudo contar las experiencias vividas en sus países y sus banderas de lucha.

Todos los participantes pudimos aprender acerca de las realidades que viven los jóvenes hoy. Creo que la enseñanza más importante que nos llevamos está relacionada con la responsabilidad que tenemos como estudiantes, no solo con los procesos internos de la universidad y demás centros de educación media y superior, sino también con la propia realidad social que vivimos. De igual modo, se resaltó la importancia y la necesidad de mantenernos movilizados y convocados, especialmente en el año del Centenario de la Reforma. Finalmente, participamos en el gran acto de solidaridad entre los pueblos que se realizó como conclusión de la Cumbre.

Perú también fue el escenario de otro combate ideológico, esta vez, ya no como presidenta de la OCLAE sino como representante de la sociedad civil cubana, específicamente representando a la FEU. ¿Deseas compartir algo de esa experiencia?

Es preciso destacar que, mientras se estaba realizando el foro, se había orquestado todo un teatro para que estuvieran presentes organizaciones que no son reconocidas en Cuba ni en ningún otro lugar del continente, sino que son organizaciones pagadas desde el exterior para tratar de establecer un supuesto diálogo, que es imposible cuando no hay personas legítimas representando a nadie. En ese momento, nuestro principal objetivo fue denunciar estas patrañas, así como las posiciones que había asumido la propia Secretaría de Cumbre de la OEA al permitir que se orquestara todo aquello.

En sentido general, las experiencias que nos dejó ese espacio al movimiento estudiantil es precisamente que logramos articularnos todos los que estábamos reclamando causas justas, como por ejemplo, la paz para Colombia, el derecho a una salida al mar para Bolivia, la soberanía de Venezuela y los intentos de desestabilización en ese país, las propias realidades que tenemos en Cuba con la imposición del bloqueo norteamericano y la presencia de la base naval en Guantánamo.

Simbólicamente demostramos que los jóvenes no tenemos que pedirle a la OEA ni a los gobiernos de nuestros países tres minutos —que era el tiempo que nos habían concedido para expresarnos— para exponer nuestras ideas y nuestras banderas de lucha, sino que tenemos que imponer nuestro derecho a expresarnos con libertad en cualquier espacio en el que estemos, para lograr así que las voces de todos los «sin voz» sean escuchadas.

Con la derrota de algunos gobiernos de izquierda el contexto se torna más difícil y complejo para los estudiantes latinoamericanos y caribeños…

Es cierto que no es igual. Cuando tienes gobiernos progresistas, que incluyen en sus planes de gestión gubernamental muchas de las cuestiones que defendemos, esto aporta mucho a la propia vida de las organizaciones. Sin embargo, yo lo veo en otro sentido: a pesar de que hoy existe una mayoría de gobiernos neoliberales, de derecha, y a pesar de las situaciones que se han generado en muchos países, seguimos teniendo estudiantes que se preocupan por mantenerse convocados y movilizados en sus luchas.

Por ejemplo, en Colombia nuestras organizaciones apoyan el proceso de paz y realizan disímiles convocatorias y actividades dentro y fuera de la Universidad, para apoyar dicho proceso. En Puerto Rico, por ejemplo, todas las movilizaciones que tuvieron lugar en el mes de mayo, fueron convocadas y protagonizadas por nuestras organizaciones y estudiantes. O sea, que si bien para lograr una articulación formal o perceptible, pudiera decirse que ayuda muchísimo tener un gobierno progresista, preocupado por las problemáticas sociales y con agendas compatibles con los intereses de los oprimidos, también es cierto que cuando los gobiernos le dan la espalda a sus estudiantes y a sus luchas, esto termina por fomentar y cimentar dentro de los estudiantes el deseo de transformar las cosas.

No creo que el efecto haya sido directamente proporcional. La OCLAE y las organizaciones que la integran, lejos de debilitarse a partir de los golpes que ha recibido la izquierda en Latinoamérica, se fortalece cada día. En Bolivia, donde los muchachos están dándolo todo por defender las conquistas alcanzadas durante el gobierno de Evo; en Venezuela, donde la federación está apoyando al gobierno democrático y bolivariano de Nicolás Maduro; en las causas de todos los estudiantes del continente, allí está más viva que nunca la OCLAE.

En el contexto que hoy vive la región, con una presencia mayor de gobiernos de derecha, defensores de la idea de que la educación sea considerada un bien transable, una mercancía —considerada así incluso por el Banco Mundial—, es vital tener una organización fuerte y unida. Aunque pudiera parecer difícil, confiamos en que podemos alcanzar esa meta. Nos respaldan más de cincuenta años de historia, en los cuales hemos sabido conciliar esa diversidad de posiciones y mantener banderas y causas comunes, que es lo más importante.

¿Cuáles serían entonces los retos más urgentes?

Los principales obstáculos que tiene hoy la OCLAE están asociados a la derechización, el neoliberalismo y la política cada vez más agresiva hacia la región por parte de Estados Unidos, que ha retomado la doctrina Monroe y sus políticas anexionistas. En ese contexto, es preciso mantener el espíritu antiimperialista de nuestra organización, luchar por nuevas reivindicaciones en materia de educación —pública, gratuita, de calidad— y contra la mercantilización de la enseñanza, y reconocer el papel de la universidad como ente de transformación social.

Nosotros reconocemos que en el marco de la OCLAE y a lo interno de las propias federaciones y organizaciones miembros hay diversas tendencias y afiliaciones políticas y pluralidad de criterios. Yo creo que precisamente ahí radica la grandeza, en seguir siendo una organización unida en torno a principios que son comunes, teniendo en cuenta esa pluralidad, pero sin perder la esencia de lo que somos.

Uno de los retos que tenemos como organización es seguir manteniéndonos unidos dentro de la diversidad y la pluralidad política y de criterios que existen a lo interno. Tenemos la premisa de que nuestros principios fundacionales serán respetados en todo momento. Más allá de cualquier tendencia o pluralidad de criterios, nos definen el antiimperialismo, la defensa de la educación pública, gratuita y de calidad, la defensa de la soberanía de los pueblos; principios de lucha que no son para nada negociables.



[1] Fragmento del Manifiesto Liminar citado en La revolución se hace en la calle (Ocean Sur, 2016).

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