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¿Por qué el jazz?

8 may. 2017
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Para quienes estuvimos el pasado 30 de abril en el Gran Teatro de la Habana «Alicia Alonso», resultó sorprendente encontrarnos a Will Smith en el escenario, en calidad de anfitrión. Luego, las presentaciones de más de sesenta músicos que ofrecieron un «concierto global All-star», hicieron vibrar de emoción y éxtasis al público. Personas de Cuba y de todo el mundo pudieron disfrutar de una noche especial. Se celebraba la sexta edición del Día Internacional del Jazz.

«El Jazz es un gran género musical porque porta fuertes valores. El Jazz trata acerca de la libertad, acerca de la dignidad y los derechos civiles». Así expresó Irina Bokoba, Directora General de la UNESCO, en el discurso de apertura del concierto. Por su parte, Miguel Barnet, importante intelectual cubano, manifestó que el jazz es un fecundo símbolo de la diversidad cultural, y que para los nacidos en Cuba tiene una significación especial, pues dialoga con el son y el bolero, al tiempo que se funde con la rumba, género que fue recientemente reconocido como patrimonio inmaterial de la humanidad.

La idea de proclamar el Día Internacional del Jazz surgió durante la 187 sesión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO, en el cual varios países solicitaron designar el 30 de abril como día para reunir a personas de todas las razas, credos y nacionalidades, con el objetivo de concientizar sobre las virtudes de este género como instrumento educativo y fuerza de paz, diálogo y una mayor cooperación entre las personas. ¿Por qué el jazz? Este estilo musical nació en Nueva Orleans, en los Estados Unidos de América, y tiene sus más profundas raíces en las tradiciones musicales europeas y también africanas. Esta condición le ha permitido convertirse en una forma de arte global, enriquecida con la incorporación de los mejores aportes de miles de músicos de diferentes naciones.

En noviembre de 2011, la Conferencia General de la UNESCO oficializó la designación del Día Internacional del Jazz y, a partir de 2012, cada 30 de abril se realizan diversas actividades en más de 190 países. Además, se selecciona una ciudad para que sea la anfitriona principal de la jornada de celebración. Hasta 2016, los elegidos fueron Estambul (Turquía), Osaka (Japón), París (Francia) y Washington D.C. (Estados Unidos). Es por ello que este año tuvo una especial connotación, pues fue la primera vez que se escogió una sede en América Latina y el Caribe: La Habana.

Irina Bokova afirmó: «Celebramos el Día Internacional del Jazz para elevar, unir, movilizar para la paz, el diálogo y la dignidad (…). Difícilmente haya un lugar mejor que Cuba, faro de la música en el mundo». Por su parte, Herbie Hancock —una verdadera leyenda del jazz, que fue recientemente nombrado Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO para la Promoción del Diálogo Intercultural— añadió que el jazz afrocubano y su rica historia han desempeñado un rol fundamental en el desarrollo de este género, destacando los aportes trascendentales de músicos nacionales como Mario Bauzá, Frank «Machito» Grillo y Chano Pozo, quienes crearon un estilo de jazz enérgico completamente nuevo. Además, Cuba es seleccionada para ser la anfitriona del Día Internacional del Jazz en el año del 70 aniversario del establecimiento de relaciones de este país con la UNESCO.

Por primera vez, tuvo lugar toda una semana de celebraciones, incluyendo talleres, clases magistrales, proyecciones de películas, actuaciones y conciertos en toda la ciudad de La Habana, así como la visita a un total de 10 escuelas de arte. Otro de los momentos más importantes de la semana fue el homenaje realizado a la Casa de la Cultura del municipio Plaza de la Revolución, cuna del Festival Jazz Plaza, que se ha convertido en uno de los más importantes a nivel mundial. Los principales organizadores de dicha jornada fueron —de conjunto con la UNESCO— el Instituto Cubano de la Música y el Instituto de Jazz Thelonious Monk, radicado en los Estados Unidos.

El colofón de esta celebración fue el concierto ofrecido en la noche del domingo, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Este prestigioso teatro fue testigo de cómo el jazz puede hablar muchos idiomas y unificar fuerzas en aras de la paz, al recibir a reconocidos artistas representando a 14 países —incluyendo a una veintena provenientes de los Estados Unidos—. La dirección artística estuvo a cargo nada menos que de los maestros Herbie Hancock y Chucho Valdés.

Por Cuba estuvieron en el escenario Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Pancho Amat, Bobby Carcassés y Harold López-Nussa, entre otros. Ellos se hicieron acompañar en cada una de las interpretaciones por artistas internacionales de las más diversas partes del mundo. Para finalizar el concierto —como ha venido ocurriendo en las ediciones anteriores de esta celebración— artistas de África, Asia, América y Europa interpretaron Imagine, de John Lennon, que constituye un poderoso mensaje de paz y tolerancia. En esta ocasión, se incluyeron en la orquestación instrumentos de percusión cubanos y culminaron la canción incluyendo el estribillo de la típica canción cubana Guantanamera, dándole un sello distintivo de identidad cultural.

En un momento en que muchos países están amenazados por el flagelo de la guerra, y en el que las diferencias entre las personas son cada vez más marcadas, el jazz está llamado a promover la paz, el diálogo intercultural, la diversidad, la dignidad y los derechos humanos, la erradicación de la discriminación, la igualdad de géneros y el papel de la juventud como motor impulsor de cambios en el mundo.

El hecho de que La Habana —ciudad donde se proclamó la región de América Latina y el Caribe como Zona de Paz—, haya sido elegida como sede para la celebración de este año, constituye un orgullo y un compromiso para los cubanos y para el resto de latinoamericanos y caribeños. Este tipo de celebraciones son una muestra de que, sin importar las diferencias que nos hagan creer que existen entre nosotros, es necesario y posible levantar puentes que nos unan en la defensa de nuestros derechos, nuestros principios y nuestra cultura. Solo así, estaremos componiendo una «música» tan universal como el jazz: la música de la libertad plena.

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