Cuando al capitalino parque zoológico guatemalteco La Aurora llegaron 12 pingüinos, quizás algunos pensaron en las aves acuáticas que sobreviven en el Polo Antártico. Sin embargo, se trataba de especies de la costa sur del Pacífico.
El tumulto era mucho aquella mañana frente al estanque. Todos querían ver las seis parejas de Spheniscus humboldti, que hacían movimientos como si posaran para las cámaras fotográficas y los teléfonos móviles.
Aunque los llaman «pájaro bobo» por su andar torpe, los de La Aurora se notan muy activos y sacan constantemente la cabeza de la alberca como si quisieran disfrutar al máximo sus 15 minutos de fama.
El estanque, estrenado en mayo de 2013 tras dos años de construcción, tiene capacidad para 25 000 galones de agua con una profundidad de 1,9 metros y cuenta con sistemas de filtración que ayudan a eliminar sustancias tóxicas y bacterias.
Los también conocidos como «pájaro niño» tienen un tamaño mediano y llegan a medir de 65 a 72 centímetros. Pesan hasta cinco kilogramos y comen dos veces al día pescado importado de Estados Unidos.
El centro zoológico Beauval, de Francia, donó esos ejemplares, originarios de las corrientes marinas del Pacífico de América del Sur, llamadas de Humboldt.
En esta iniciativa trabajaron conjuntamente la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios, la Asociación Europea de Zoológicos y Acuarios, y el Programa de Especies Amenazadas.
La Asociación Guatemalteca de Historia Natural respaldó el proyecto internacional iniciado en 2008. Según censos recientes, se estima una población de menos de 12 000 aves de ese tipo en el mundo, por lo que los expertos consideran que la especie está en peligro de extinción.
Los pingüinos forman parte de la gran familia de casi 1000 animales que conviven en el parque zoológico La Aurora, próximo al aeropuerto internacional de igual nombre. Inaugurado el 25 de diciembre de 1924, en esa instalación coexisten más de 110 especies oriundas de Asia, África y América.
A la vista de todos y en diferentes terrenos cercados viven el tigre blanco, la jirafa, el camello, los osos, las cebras.
En una placa, colocada cerca de la entrada, se recuerda a Pedro Cofiño (1948-2007) como el promotor de la reconstrucción de ese lugar. Gracias a las diversas remodelaciones realizadas desde 1991, ese zoológico se ha convertido en uno de los mejores centros de su tipo en Centroamérica.
*Tomado del libro: Guatemala a segunda vista. Esencias culturales (Ocean Sur, 2020).
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