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Nalú: una mujer de luchas

8 mar. 2019
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Cambiar el mundo es la máxima de Nalú Faria y de otras miles que conforman la Marcha Mundial de Mujeres, organización que agrupa a mujeres de las cinco regiones del mundo. Esta brasileña de 58 años, con labios color violeta, hablar despacio y convence cuando te explica que quieren cambiar el mundo para cambiar la vida de las mujeres.

¿Cuáles son los ideales y los objetivos de su movimiento?

Nosotros en la Marcha queremos cambiar el mundo para cambiar la vida de las mujeres porque creemos que el patriarcado y la opresión de género fueron  incorporados al capitalismo de forma estructural, no solo la dimensión patriarcal sino también la opresión de raza. Tenemos esta visión del capitalismo, un sistema de muchas opresiones que no se separan, están imbricadas. Creemos que nuestra lucha para cambiar la vida de las mujeres es la misma lucha para cambiar este sistema. No se puede construir un mundo de igualdad para las mujeres en un mundo de desigualdad.

¿Qué tienen en común millones de mujeres de cinco regiones del mundo, con culturas, historias y costumbres diferentes?

Al mismo tiempo que somos tan diversas —porque somos de culturas y edades diferentes—, somos mujeres de la clase trabajadora, ese es un punto en común. Somos un movimiento que se organiza desde las mujeres populares  y tenemos en común justamente que nos oprime el mismo sistema.

Independientemente de las diferencias en cómo se manifiesta en Europa, América Latina o en el Norte, un sistema que se sostiene con el trabajo de las mujeres, organizado por una división sexual del trabajo, diferencia y jerarquiza lo que es trabajo de hombre y lo  que es trabajo de mujer. Las trasnacionales que precarizan nuestro trabajo están en todas partes del mundo. Asimismo, pone a las mujeres al cuidado de todo el trabajo doméstico como un trabajo desvalorizado, no reconocido como trabajo, invisibilizado. Además, impone estrategias de control del cuerpo. El capitalismo lo va capitalizando, banalizando y luchamos por la autonomía sobre nuestro cuerpos.

¿Qué es ser feminista en el siglo XXI?

Para mi ser feminista es seguir luchando en contra del patriarcado y por la autonomía de las mujeres. Es estar en procesos de construcción de organización colectiva. Ser eminentemente una mujer de movimiento, de lucha, de organización, construyendo propuestas de cambio.

Actualmente América Latina está viviendo una escalada de la derecha, ¿qué consecuencias trae esto para las mujeres latinoamericanas?

En estos momentos los ataques sobre las mujeres son brutales, por ejemplo, en la precarización del trabajo o la disminución de los servicios públicos. Se les impone un lugar subordinado y  se infunde el miedo entre ellas para contrarrestar su autonomía. Además, mientras la sociedad esté más fragmentada, la violencia se incrementará y consecuentemente también la violencia contra la mujer.

En estos momentos de fortalecimiento del capitalismo, aumenta el patriarcado y el racismo, y los ataques sobre las mujeres son más agudos. Particularmente con el tema del trabajo y el cuerpo, se acentúan las divisiones entre las mujeres: si son negras o si son blancas, si son viejas o si son jóvenes. Esto no solo las divide, sino que son mecanismos para imponer y mantener patrones.

¿Cómo puede llegar la lucha del feminismo en adversos contextos de tradición cultural y religiosa?

Aquellas religiones que son más duras, más conservadoras, tienen mucho más que ver con intereses políticos que con la espiritualidad. La religión está siendo utilizada para imponer el conservadurismo; por ejemplo, cuando hablo con mujeres de religión islámica expresan que muchas cosas son malinterpretadas y que Mahoma no habló de otras muchas que se tienen por ciertas.

Entonces, la religión acaba reflejando las relaciones de poder de la sociedad. Como es una institución con poder no solo refleja, también construye, fortalece, estructura formas de poder. La religión en nuestra sociedad, no es solo una espiritualidad, es una institución basada en los principios dominantes que son principios de opresión.

En su  consideración, ¿la mujer media latina tiene conciencia de la lucha feminista?

Creo que ha crecido mucho la conciencia de la lucha feminista. Pude ser que no tenga conciencia de nombres y formatos en particular, pero la mujer latina ha tenido que luchar por su sobrevivencia. Hay mucha lucha de las mujeres por la autonomía, por ser capaces de gerenciar sus propias vidas.

Este modelo de padre proveedor y madre reproductora es una cosa muy minoritaria en América Latina. La experiencia de las mujeres es la de sobrevivir, la de criar a sus hijos, de organizar la vida sola y esto, de alguna manera, la pone en contra del modelo tradicional. No tenemos madres solamente, sino que son mujeres de la clase trabajadora. Por supuesto, las mujeres de las clases dominantes, por su condición de clase, tienen otras dinámicas, otras maneras de vivir el patriarcado y de organizar su resistencia.

¿Cómo usted avizora el futuro de la mujer en la región?

Primero, tenemos mucho que hacer, hay mucha violencia, mucha precarización del trabajo. Somos mujeres muy sobrecargadas, pero también llenas de experiencias, de saberes, de resistencia. Quizás América Latina es la región donde más el feminismo ha interactuado con las mujeres de clase media, con intelectuales, con mujeres populares. Eso viene desde los años setenta y es una experiencia muy fuerte. Nos da la posibilidad de mirar nuestra propia historia desde un punto de vista autonómico. Asimismo, somos mujeres que no estamos aisladas entre nosotras, pues el feminismo latinoamericano se involucra con otras luchas.

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