«La realidad de la mujer es un fundamento más concreto y analizable que conceptos como ‘proletariado’ y ‘nación oprimida’. El grado de transformación posible de la sociedad está determinado por el grado de transformación que consigan las mujeres. De la misma forma, el nivel de libertad e igualdad de las mujeres determina la libertad y la igualdad de todos los sectores de la sociedad». Esta es una de las conclusiones de Abdullah Öcalan en su texto Liberando la vida: la revolución de las mujeres (2013), donde también declaró que el siglo XXI debe ser el siglo de nuestra revolución.
¿Quién es Abdullah Öcalan? Uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores del Kurdistán —PKK, creado en 1978— y actual líder del movimiento por la liberación de ese pueblo. ¿Qué es Kurdistán? La mayor nación sin Estado del mundo; pero muy pocas personas saben responder acertadamente esta pregunta. ¿Por qué?
El pueblo kurdo fue dividido en cuatro estados —Iraq, Irán, Siria y Turquía— a finales de la Primera Guerra Mundial (GM). Las potencias vencedoras —en especial Francia e Inglaterra— se repartieron el Imperio Otomano y vendieron el territorio de este pueblo en el Tratado de Lausana.[1] Tras muchos años de lucha política, organización e intentos de diálogo con el Estado Turco, en 1984 iniciaron una lucha armada que llega hasta nuestros días.
«Para Bashar Al Assad y el nacionalismo árabe del Baath, los kurdos simplemente no existían. Para los ayatolás iraníes, los kurdos son persas venidos a menos y para Sadam Hussein y su Baath, los kurdos debían ser eliminados y sustituidos por árabes. Pero los kurdos no son persas, no son turcos ni tampoco árabes. Viven entre el Tigris y el Eúfrates desde hace más de 3000 años y tienen su propia lengua y cultura. Son además perfectamente conscientes de que su supervivencia como pueblo, en un entorno tan frágil y al capricho de las grandes potencias capitalistas, depende solamente de ellos», según explican en su página en español Kurdistán América Latina.[2]
Tal podría decirse que Kurdistán libra todas las guerras de la modernidad: contra el colonialismo de sus propios coterráneos que les prohíbe mostrarse como «kurdos» en muchos de sus territorios; contra el capitalismo que intenta globalizar la vida y depreda la ecología; contra el imperialismo personificado en la Coalición Internacional que «lucha contra el terrorismo» pero al mismo tiempo se apodera de aquellas regiones; y contra el patriarcado, sistema de dominación del sujeto heterosexual, blanco y con acceso al poder que tiene disímiles formas de imponerse sobre todo lo diferente pero que en Oriente Próximo tiene, a todas luces, características peculiares expresadas, en máxima potencia, en el surgimiento de un fenómeno como el autodenominado Estado Islámico (EI).
En la primera línea de combate de todas esas guerras están las mujeres kurdas. Los medios las muestran radiantes, como modelos publicitarias. Y ellas saben que eso no es otra cosa que una reducción mediática, intencionada y directa. Las kurdas, con sus fusiles al hombro, son parte fundamental de una revolución: la libertad de las mujeres está en el centro del paradigma del sistema confederal, propuesta de autogobierno de esta nación e ideología que rige al PKK. Y su resistencia no ha empezado ahora, sino que es la consecuencia de una lucha de muchos años en la que ponen un duro cuestionamiento a las líneas políticas clásicas de Medio Oriente y de todo el mundo a través de revolucionar los modos de relacionarnos en todos los espacios de vida.
Para ellas la libertad de la mujer significa la libertad para el pueblo. Antes del proletariado, las mujeres fueron el primer sector social reprimido. Todos los movimientos sociales y las revoluciones del siglo XX defendían el derecho de las mujeres, pero dejaban la solución para después de la revolución. Para el movimiento kurdo fue una lección con la que analizó todas las revoluciones y definió que el problema de la mujer se va a solucionar en la revolución y no después. Comenzaron así un proceso de profundización de su concepto: la revolución tiene que ser hecha por y para las mujeres.
Melike Yasar, representante del Movimiento Internacional de Mujeres Kurdas (MIMK), tiene la misión de hacer visible la lucha de su pueblo en América Latina. Ella nos habla sobre el proceso abierto y en construcción que se desarrolla en el Kurdistán y el rol fundamental de las mujeres para construir la revolución.
¿Qué es ser una mujer kurda?
Ser militante. Hay un proverbio que dice «los kurdos nacen militantes». Porque desde hace 200 años hemos estado en lucha. Nacimos en medio de un territorio dividido. Nacemos en la lucha. Las costumbres kurdas vienen de una política, una ética, una sociedad muy profundizada en sí misma. Entonces, si me preguntas quiénes somos los kurdos o qué es ser kurda, es ser luchadora.
Muchas veces también nos preguntan «¿cómo es la cultura kurda?». Para nosotros no es solamente la música, la historia antigua, lo que ya pasó. Sino que es la cultura de la lucha. Estamos enfocados en luchar: contra el patriarcado, contra el capitalismo y contra el imperialismo que están impregnados en todas las sociedades. Esa es nuestra ideología. Y es así porque son esos aspectos —el patriarcado, el capitalismo, el imperialismo, el feudalismo— los que matan la cultura de los kurdos. No todos participamos en la lucha armada pero todos estamos vinculados con una asamblea, una acción, un movimiento de esa lucha.
Cuando vamos a la escuela —en Irak, Irán, Turquía y Siria— no podemos decir que somos kurdos porque sería luchar directamente con el profesor y con los compañeros. Nos enseñan la historia de esos lugares pero no la kurda. Y justo ahí empieza el sentimiento de rebelión.
¿Cómo es ser una mujer guerrera?
Ser una mujer revolucionaria y guerrillera es lo más santo para una sociedad religiosa. El respeto a la mujer es el respeto a todas las creencias. Pero no fue fácil que la sociedad kurda aceptara que las mujeres tomáramos las armas y fuéramos a las montañas a luchar. Venimos de una sociedad muy patriarcal y feudal. Llevamos cuarenta años en esta lucha.
Cuando el Partido de los Trabajadores de Kurdistán nos abrió un espacio para que pudiéramos salir y participar en las movilizaciones y en la lucha armada como mujeres; no fue como decirle al pueblo «mira estamos luchando por la independencia de nuestra sociedad entonces las mujeres, los jóvenes, los hombres, todos tienen que participar en la lucha». Fue un trabajo para cambiar la sociedad.
Ahora tenemos un respeto muy grande porque cambiamos muchas cosas en el proceso político: en las asambleas, en el Partido, en el movimiento, en la autodefensa y en las charlas las mujeres tenemos nuestra propia forma de organización y estructura política-ideológica. Estamos presentes en todos lados y esto no son criterios escritos. Son cosas que pasan en el pueblo. Hubo una transformación de los militantes que están trabajando dentro del pueblo.
Los kurdos en Turquía tenemos un solo slogan para las manifestaciones: «¡El PKK es el Pueblo, el pueblo es el PKK!». Y esta es nuestra verdad.
Para ninguna mujer que participa en un movimiento social, en un movimiento político, es fácil esta transformación. A veces es más difícil combatir con el compañero que contra el enemigo. ¿Cómo ha sido esa lucha interna?
Somos peligrosas para el imperialismo que tiene sus intereses en el Medio Oriente no solamente porque tenemos armas sino porque portamos una ideología que libera, forma y organiza al pueblo. A todos los pueblos.
Nuestro líder, Abdullah Öcalan, hace veinte años nos dijo que había una paradoja porque las mujeres habíamos participado en la lucha guerrillera, pero teníamos una mentalidad feudal. Y recomendó que dentro de la guerra debíamos empezar una discusión ideológica sobre la liberación de las mujeres porque una sociedad puede ser libre solo con la liberación de las mujeres. Y así empezamos a luchar ideológicamente y con un ejército de nuestro porque quisimos tener nuestros lugares autónomos.
Fue algo impresionante entre las compañeras y los compañeros. En algún momento les dijimos: «la lucha con ustedes es más fuerte que contra el enemigo porque el enemigo es el enemigo y tienes que defenderte o matarle, pero a ustedes no los podemos matar. No queremos tener un Kurdistán en el que sigamos viviendo como cuando estábamos en Turquía, en Irak, en Irán o en Siria».
En cuatro décadas hay victorias y éxitos muy impresionantes, muy grandes. Pero el cambio de la mentalidad es una lucha ideológica y esa no es fácil, es más peligrosa que la lucha armada. El cambio en la montaña, en las formaciones y en las estructuras organizativas es paralelo al cambio en la sociedad. Eso es porque la lucha —como la veníamos haciendo hasta hoy— ha venido junta a la lucha de las compañeras.
Nosotros definimos la familia como el prototipo del Estado porque las estructuras que existen en la institución familiar son también jerárquicas: padre-madre-hijos; entonces el trabajo dentro de las familias es muy importante. Todos los militantes tienen que reformar y construir su personalidad para luego ir a las familias donde trabajan. Con cosas muy sencillas como ir a las casas y cocinar y ayudar a las mujeres se pueden lograr más cambios que hablando. Eso es lo más importante de la lucha de las mujeres. Y así mismo lo hubo en las montañas. Nuestra relación y contacto directo con el pueblo es lo que nos fortalece.
¿Por qué dicen que el Estado es «el último y más fuerte instrumento del Patriarcado»?
El Estado Nación está apropiándose de cuatro aspectos: la Nación, la Religión, la Ciencia y el Género. Usa esos conceptos para que la sociedad no sepa regresar a la historia del matriarcado, por ejemplo. Y llegamos a un momento histórico en el que la religión no es más religión sino fundamentalismo, la nación es nacionalismo, el cientificismo sustituye los conocimientos propios de los pueblos y a las mujeres nos representa con sexismo. Cuatro aspectos que están solidificando el Patriarcado. La religión usa esto muy bien en Medio Oriente y convierte al Estado en Dios.
Pero el Estado Nación no tiene una historia muy larga. Está viviendo una crisis muy profunda y fundamental ante la que busca nuevos caminos y métodos para luchar contra la liberación. Sabe que con las formas de opresión, discriminación, mentiras y robo del pensamiento de la humanidad con que venía trabajando no puede seguir porque hay pueblos en lucha. Usa a veces nuestros argumentos sobre liberación y apoya a los pueblos que están en luchas —como en algunos de los países de Medio Oriente— pero lo hace para practicar su pensamiento.
Aunque no tiene una historia muy larga es un instrumento muy profundo que no podemos romper fácilmente. Pero nosotros creamos el Capitalismo, el Socialismo, el Feudalismo, todos los sistemas. Öcalan nos dice que la historia vive en la actualidad y la actualidad vive en la historia. Hay que hacer siempre una vinculación y pensarla de la misma manera que miramos la sociedad. El Patriarcado tiene solo cinco mil años, pero la historia de la humanidad lo supera, entonces podemos superar también cualquier sistema.
Ustedes proponen una alternativa al Estado Nación: el Confederalismo Democrático. ¿En qué consiste?
Es pensar un sistema sin fronteras. Es un mosaico de culturas y religiones basado en la ecología, la liberación de la mujer y la autogestión económica donde todos pueden vivir como quieren y todos tienen su propia forma. Todos tienen su ideología pero están de acuerdo en cuanto a vivir de manera ética, democrática e igualitaria.
En las calles de Rojava —Kurdistán Occidental, al Norte de Siria— existe ya el Confederalismo Democrático. Hay diferentes pueblos, grupos y religiones con su propia estructura. Cada quién resuelve sus necesidades sin pedir al Estado porque entendemos que es una institución que puede y quiere controlarte. Todo esto con un protagonismo de las mujeres que se expresa en que el 50% de la participación en todo es de las mujeres, lo cual llamamos Sistema de Co-presidencia. Esa es la base para que estemos de acuerdo.
Esta participación de las mujeres en todo también está proyectada en la Jineoloji, la base del Movimiento de Liberación de las Mujeres Kurdas. ¿Por qué Jineoloji?
«Jin» en kurdo tiene dos significados: mujer y vida. Entonces es la «Ciencia de la Vida» o «Ciencia de las Mujeres». Es una crítica a todas las ciencias y una búsqueda del camino que tienen los movimientos de mujeres en el mundo y nosotras también. Queremos abrir una discusión a nivel internacional para crear una lucha universal desde, para y por las mujeres.
Analizamos la historia de la humanidad y luego empezamos a criticarla. ¿Cuándo ganó el Patriarcado? Porque la historia del Patriarcado es la historia de la humanidad. Con la opresión de nosotras empezaron todas las opresiones. Una parte de la Jineoloji es escribir la historia de las mujeres nuevamente con la mirada de las mujeres, con un análisis muy profundo del proceso político e ideológico de la humanidad para llegar a la transformación de la personalidad.
¿Qué vas a poner después de eso? Una nueva vida, una nueva forma de vivir sin guerras ni fronteras. Romper el Patriarcado solo se puede hacer si todas las mujeres hacemos una transformación en nuestra propia personalidad. Tenemos otro concepto que es la «Jinerji»: mujer y energía. La energía de las mujeres generada a través de la empatía. Pensamos que este puede ser un punto en común para crear nuestra lucha universal.
Jineoloji es un punto para hacer esa transformación. Y contempla tanto lo que nombramos la Revolución Neolítica como lo que pasa hoy en Rojava. Las mujeres tienen armas aunque la Jineoloji es una ciencia antimilitarista. Todas las cosas en la naturaleza tienen su defensa. Una rosa es muy linda pero se cuida con sus espinas. Así definimos la autodefensa de las mujeres y eso también es Jineoloji: la misma naturaleza queriendo vivir.
¿Ustedes se reconocen como un movimiento feminista?
Sí. Pero hay que ver cómo definimos el feminismo. En la sociedad kurda esa palabra es una cosa muy nueva. Nosotras no sabíamos que con nuestras experiencias de resistencia hace cuarenta años estamos viviendo el feminismo. No lo definíamos así.
Si el feminismo es ser solo mujeres que están contra los hombres, o si son mujeres que están contra las armas y dejan las armas y luchan sin ellas, entonces las mujeres kurdas no pueden decir que somos feministas porque tenemos un líder que es un hombre. El objetivo nuestro es cambiar la sociedad desde una lucha contigo misma. Las armas que tomamos no son para matar o para morir, son para vivir. Estamos defendiendo un sistema que es la liberación de un pueblo y de una sociedad.
Es un punto interesante el hecho de que ustedes sean un movimiento de mujeres que tiene un líder hombre.
Emocionalmente las mujeres kurdas estamos muy cerca de Öcalan porque él fue el único que abrió las puertas para nosotras. Su análisis de la historia nos enseña que las mujeres fuimos oprimidas antes de serlo la clase trabajadora. Entonces, antes de hacer la liberación de la nación debemos hacer la liberación de las mujeres. No es entendible a veces por qué es un hombre quien nos guía. Pero si vemos la realidad de Kurdistán y la realidad del Medio Oriente se puede entender.
Las mujeres kurdas decimos que la liberación de Abdullah Öcalan es nuestra liberación porque la ideología que él propone nos ayuda todo el que quiere la liberación. Nos enseñó a vernos como mujeres tradicionales y eso en Kurdistán significa que tenemos una personalidad sumisa. ¿Cómo vamos a crear una sociedad nueva así?
A nosotras no nos importa que sea un hombre quien diga eso porque es como una institución. Además, no estamos en contra de los hombres. Carlos Marx, Fidel Castro y el Che Guevara también eran hombres y yo estoy de acuerdo con ellos. ¿Cómo vas a cambiar la sociedad si no cambias a los hombres? Nuestra primera y más importante tarea es la de luchar junto a ellos. Por eso estamos participando en todas las estructuras políticas mixtas. Pero antes de luchar así debes tener tu cambio en tus propios espacios.
Nuestro ejército, nuestro Partido y nuestras instituciones las creamos nosotras. La Jineoloji fue una propuesta ideológica de él, pero nosotras la nombramos y la estamos trabajando en nuestra lucha. Los hombres no se nos van a unir solo porque digamos que somos feministas y queremos cambiar la sociedad. No van a luchar junto a nosotras solo por eso. Tienes que entrar a sus espacios a cambiarlos. Tienes que ser clara en lo que quieres. Necesitas métodos y solo puedes tenerlos si analizas la historia muy profundamente. Y ese método a nosotras nos lo da Öcalan. Hay que verlo como una fuente de pensamiento.
[1] Tratado de paz en el cual se establecieron las fronteras de Turquía moderna, firmado en la ciudad suiza de Lausana, el 24 de julio de 1923, entre Grecia, Turquía y las naciones aliadas de la Primera Guerra Mundial.
[2] http://kurdistanamericalatina.org/kurdistan-y-el-confederalismo-democratico-2.
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