Contrapunteo

Mis datos, tus datos, sus datos

25 jul. 2019
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¿Cómo lucirás de viejo? Es la incógnita que la aplicación de moda en redes sociales despeja y tiene a todos desquiciados ejecutándola una y otra vez, compartiendo su resultado con medio mundo y disfrutando ingenuamente de lo que los usuarios consideran un juego tonto. Ni siquiera las múltiples advertencias de los entendidos sobre los peligros que encierran programas informáticos como este de FaceApp sirven de escarmiento a las personas que, sin importar credo, religión, edad, cultura y conocimiento, se dejan arrastrar por la atracción que representa anticipar el futuro.

Y es que los desarrolladores de este tipo de software saben seducir como ninguno a la masa conectada sedienta de entretenimiento hueco. Atacar justo el ego personal es uno de los factores de la clave del éxito esta vez porque en todos los casos la App transforma a su protagonista en una señora entrada en años de muy buen ver —aunque las mujeres han caído poco en la trampa por aquello de no lidiar con nada que devele su edad y el temor infinito de abandonar la juventud—  o en un apuesto galán con encantadoras canas. Nadie se resiste entonces a participar del reto y es así que se viraliza el fenómeno de «envejecimiento exprés».

¿Dónde está el riesgo? Pues es el mismo que existe desde el surgimiento mismo de internet y sus páginas de socialización: que quienes estén detrás de todo usen y abusen de los datos personales de sus suscriptores. En el caso en cuestión, los dueños de FaceApp ya poseen una megagalería de fotografías de ciudadanos de cualquier parte, cuyo destino no está para nada esclarecido.

Lo peor de todo es que en muchos casos se asumen las consecuencias de este manejo indiscriminado de información confidencial de manera consciente. Sucede que hay una pésima costumbre de iniciarse en cualquier plataforma del ciberespacio sin leer las llamadas políticas de seguridad del fabricante y dando «Aceptar» prácticamente a ciegas, de manera mecánica, y pasando por alto la letra chica que advierte descaradamente en no pocos casos que, de acceder a las bondades de tal o más cual aplicación web, la compañía se tomará determinadas licencias con sus datos.

Siempre habrá quien diga: «qué importa que tengan acceso a mi ubicación personal, o a un par de fotos familiares o a mis contactos de teléfono si yo soy un ser anónimo nada especial en el universo ciudadano». Y pensará: «allá los políticos y personalidades de farándula». Craso error. Ahora mismo, con la cara de cualquiera de los aficionados a FaceApp pudiera estarse creando un perfil falso con fines nada positivos. La ubicación precisa de un sujeto a ojos de otros podría hacerlo blanco de cualquier tipo de ataque, y demasiados pormenores sobre aficiones y gustos convertir a la persona en presa de la manipulación de hackers internacionales.

Esta aplicación no es la primera ni la única ni será la última en tener como objetivo la recopilación de información y datos privados. Lo hacen decenas de miles, entre ellas y sin ir más lejos, la plataforma de interacción por excelencia de millones: Facebook. Y le siguen Instagram, Google, WhatsApp y un largo etcétera. Mientras más público se hace tal peligro, menos parece importarle a la gente. Es así que vemos a diario detalles íntimos, rutinas personales y deseos ocultos volcados a las redes a todo color. Y para provocar más esta ruptura de barreras entre lo privado y lo público, los gigantes tecnológicos crean encuestas y juegos que invitan a desnudar el alma.

No es paranoia de los no nativos digitales. Está más que comprobado el uso ilegal de la información personal y ya se comporta como ciberdelito. Las empresas y sus CEO comienzan a comparecer ante la justicia pero tales procederes se han convertido en curitas, en un meros trámites burocráticos y no en un castigo a la altura de la transgresión. Como ejemplo más reciente está la multa impuesta por la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos a Facebook de 5 mil millones de dólares por violaciones a la privacidad de sus usuarios. Si lo considera mucho dinero, piense que las ganancias del pasado año de la compañía superaron los 56 mil millones. Por tanto, luce más como caridad de Mark Zuckerberg, o una especie de soborno para librar de las verdaderas responsabilidades.

La sanción vino dada por el escándalo de Cambridge Analytica, consultora involucrada en la manipulación de las elecciones estadounidenses que dieron la presidencia a Donald Trump, y que para lograrlo analizó deliberadamente perfiles de Facebook.

El matiz político e ideológico no escapa de este drama moderno. Las críticas a FaceApp son más estridentes que a cualquiera de sus homólogas porque se sospecha de estar al servicio del gobierno ruso por el origen de su creador. En ocasiones pasadas también ha habido un temor inoculado hacia productos informáticos de factura china. Como si las agencias de seguridad de Estados Unidos no fueran las mayores compradoras de datos proveniente de los monopolios tecnológicos. Lo demostró el exanalista Edward Snowden y lo han corroborado otros escándalos posteriores.

La privacidad es una palabra cada día más hueca. Lo que cae en el ciberespacio allí se queda por siempre a merced de las ambiciones de algunos con dinero y poder. La información se ha convertido en la más codiciada mercancía; los datos se venden al mejor postor y después desencadenan un fenómeno más complejo, el de las filtraciones con mejores o peores intenciones.

Es así que en Internet no hay preguntas inocentes. Hoy es cómo seremos de viejos, ayer fue el «Ten Years Challengers» (el reto de los 10 años). Además nos proponen cómo serán nuestros hijos, qué profesión va con nuestro rostro, a qué famoso nos semejamos. Eso sin contar que el reconocimiento facial y las huellas digitales como sistema de seguridad se han puesto de moda y los algoritmos se perfeccionan cada día más al punto de registrarnos en fotos que ni siquiera sospechamos navegan en el ciberespacio. Son cientos de miles de millones de datos que importan y lucran a alguien, aunque pertenezcan a la persona más corriente del planeta.  

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