El pasado 27 de mayo, la embajada de Estados Unidos en Bogotá y el Ministerio de Defensa Nacional de Colombia divulgaron que una brigada estadounidense de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB, por sus siglas en inglés) arribaría a territorio colombiano para contribuir en la «lucha contra el narcotráfico». En la nota divulgada por la sede diplomática norteamericana se afirmaba también que la misión de los militares comenzaría a principio de junio y se extendería por varios meses.
El Jefe del Comando Sur, Almirante Craig Faller, al referirse a los propósitos de este nuevo despliegue señaló: «la misión de SFAB en Colombia es una oportunidad de mostrar nuestro compromiso mutuo contra el narcotráfico y el apoyo a la paz regional, el respeto a la soberanía y a la promesa duradera de defender los ideales y los valores compartidos».
Al margen de esta retórica edulcorada de Faller, quien ha sido uno de los artífices de la hostilidad contra Caracas, el comunicado de la Embajada norteamericana resaltaba que estas tropas apoyarían a la «Operación Antidrogas de Mayores Esfuerzos» aprobada por Trump el 1ro de abril y orientada contra esa nación suramericana.
Por lo tanto, este movimiento de fuerzas estadounidenses se realiza en un contexto de una fuerte escalada contra el gobierno venezolano caracterizado por un empleo con mayor intensidad de los instrumentos militares. En ese sentido, existes dos interrogantes fundamentales: ¿Qué son las SFAB? ¿Cómo podrían emplearse en los planes de Estados Unidos contra Venezuela?
La SFAB está constituida por brigadas altamente especializadas del Ejército de los Estados Unidos que están diseñadas para entrenar, asesorar y acompañar en operaciones militares a naciones que se consideran aliadas. Sus miembros son seleccionados de las diferentes unidades regulares del Ejército y antes de cumplir con sus misiones reciben varios cursos de preparación en la Academia de Entrenamiento de Asesores Militares en Fort Benning, Georgia. En este último lugar, coincidentemente estuvo la sede de la «célebre» Escuela de las Américas.
En esencia, y sin pretensiones de sobrestimar las capacidades de este tipo de unidades, se trata del envío a Colombia de militares estadounidenses con experiencia combativa y con habilidades para trasladar sus conocimientos en diferentes especialidades del «arte de la guerra» que van desde la preparación en explosivos hasta el entrenamiento de francotiradores. Es evidente que con este despliegue tienen como propósito fundamental ser más efectivos y lograr resultados que hasta el momento no le ha sido posible alcanzar y, al parecer, no están vinculados exclusivamente a «la lucha contra el narcotráfico», sino al estrepitoso fracaso de su política de «cambio de régimen» contra Venezuela.
El 1ro. de junio, procedente de Estados Unidos en un avión C-17 Globmaster, llegó a Bogotá el primer grupo de militares estadounidenses conformado por alrededor de 50 efectivos. En una etapa inicial, permanecerán en cuarentena como parte de los protocolos para el enfrentamiento a la COVID – 19, pero en unos días se distribuirán en cuatro grupos en diferentes lugares claves del país. Según algunos medios de prensa colombianos, uno de los grupos cumplirá misiones en la región del Catatumbo que es fronteriza con Venezuela, lo que constituye un elemento significativo y previsible.
En términos del contexto en que se adopta esta decisión por parte del gobierno estadounidense, sobresalen los siguientes aspectos: el rotundo fracaso de la incursión marítima o aventura militar a principios de mayo, el creciente descrédito de la figura de Juan Guaidó, la incapacidad de la oposición política para desestabilizar el proceso bolivariano, el fortalecimiento del liderazgo de Nicolás Maduro y el sólido apoyo mostrado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Todos estos elementos podrían haber incidido en que los sectores estadounidenses que favorecen el curso más confrontacional contra Venezuela, hayan concluido que es el momento de enfocarse con prioridad en desarrollar acciones que le garanticen avanzar en resultados concretos. En ese sentido, los asesores militares estadounidenses deben tener un rol decisivo en estos esfuerzos ante el fracaso del resto de las opciones.
Teniendo en cuenta lo anterior, la SFAB a partir de la preparación de sus efectivos participaría en la capacitación y entrenamiento de paramilitares y mercenarios que cumplirían misiones concretas para intentar la desestabilización de la nación bolivariana. Concretamente, tendrían un papel activo en el diseño de diferentes variantes de operaciones que podrían incluir las siguientes:
- Incursiones de paramilitares en zonas fronterizas dirigidas a realizar provocaciones contra efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en función de proyectar situaciones de inestabilidad y tensión.
- Realización de sabotajes, con mayor intencionalidad y efectividad, dirigidos a dañar la infraestructura crítica en áreas y regiones estratégicas.
- Entrenamiento de ex militares traidores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para realizar acciones puntuales contra objetivos militares venezolanos vulnerables.
- Asesinatos selectivos contra dirigentes del proceso bolivariano a diferentes niveles.
En esencia, todas estas modalidades de agresión, de una manera u otra, se han aplicado contra Venezuela promovidas y apoyadas por Estados Unidos. En las circunstancias actuales, la diferencia radicaría en que los asesores militares estadounidenses se involucrarían en cada detalle de las operaciones que van desde su concepción, selección de las personas y su entrenamiento, garantizarían los medios y equipamiento necesario, así como monitorearían el desarrollo e implementación de las acciones. Por lo tanto, es muy probable que la embestida de Washington contra Caracas entre en una nueva etapa.
Comentarios