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Mella: El más hereje de los románticos

18 feb. 2019
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La colección Vanguardia, de la editorial Ocean Sur, dedica uno de sus ocho volúmenes al pensamiento de Julio Antonio Mella, «rostro rebelde y nudo ideológico de su época», como lo define su compilador Yosvany Montalvo Garrido.

La sola mención del nombre parece revivir al personaje histórico: líder estudiantil, FEU, Partido Comunista de Cuba, Alma Mater. Mella el marxista, el revolucionario, el antiimperialista. Mella, siempre Mella, con el sombrero, la mirada enigmática, los brazos cruzados y las facciones homéricas de la fotografía de Tina, su Tina, que aparece en tantos libros de historia. El joven rebelde, temerario y crítico con unas ganas tremendas de cambiar la realidad de una época.

Su pensamiento encierra la madurez temprana en una época convulsa de resurgimiento, ansias libertarias y un nacionalismo radical necesario para el cambio. Para Yosvany Montalvo Garrido, ensayista, profesor de la Universidad de las Artes y autor de otros textos como Debatir en Revolución, la realización de la compilación constituyó la oportunidad de reivindicar a una de las figuras determinantes del pensamiento revolucionario cubano.

«La idea de la colección Vanguardia nació de algunos de los autores jóvenes de la editorial Ocean Sur. Era indiscutible que Mella apareciera en esta primera edición, porque justamente es también de las personalidades  que ha caído en una suerte de inmovilismo. Reproducido por el pensamiento dogmático, se naturalizan las omisiones —que a veces se hacen involuntariamente, o no— de algunos de los asuntos más atractivos que caracterizan su vida. Y es que Mella vino a ser una figura determinante en ese panorama amplio de figuras vinculadas a la construcción del proyecto Estado-Nación, a la sedimentación de las ideas del marxismo en Cuba y la universalización de esas doctrinas en el continente», comenta el compilador.

La vigencia política y el pensamiento de Nicanor McPartland, como fue registrado al nacer el 25 de marzo de 1903, sigue teniendo una fuerte presencia en la juventud cubana y latinoamericana, incluso más allá de dichas fronteras, así lo corrobora Yosvany.

«En Mella vienen a confluir una suerte de características que no siempre se disponen de igual manera en la vida, en la obra y en la acción revolucionaria de cualquiera de las personalidades que han participado del proceso de transformación social. Mella  encarna de alguna forma ese modelo de joven intelectual, revolucionario que se repite una y otra vez en la historia social latinoamericana. Ambicioso en el sentido de alcanzar toda la justicia social posible, romántico por excelencia, líder con un grupo de cualidades que lo distinguen por encima del resto, Julio Antonio es capaz de expresar a través de sus escritos las líneas fundamentales de su pensamiento y la original representación de su realidad. La construcción de una idea de un hombre totalmente en contra de la dominación, sea cual fuere su naturaleza, se expresa en la praxis popular que fue el destino final de todo cuanto hizo».

Muchos autores, como usted en su texto, coinciden en que la vida de Mella estuvo marcada desde muy temprano por una prolífica producción literaria, epistolar y poética…

Este libro es quizás un empeño, al menos yo sentí así, de reivindicar esa definición de rebeldía que le es fundamental a cualquier experiencia de transformación social y política en un contexto determinado.  De alguna forma la decena de textos que recoge el volumen de Mella no acercan de manera total a su pensamiento, sino que abren el camino a los laberintos literarios que con solo 26 años de vida empezaban a germinar. Hay mucho que dirimir todavía de las  contradicciones fundamentales de ese mundo y los dilemas políticos, ideológicos y culturales que Mella tuvo que asumir para «ser», en primera instancia, y para lograr que otros «fueran». En el curso de aquel movimiento que comenzó a gestarse en la década del 20 se sucedieron distintos acontecimientos, no solo en el marco de la revolución universitaria, sino también en aquella primera base de una revolución social y política en América Latina.

En la selección de los textos se hace evidente su intención de despojar a Mella de las manías historicistas.

El libro es el intento de rescatar un pensamiento, de arrebatarlo de la lógica formal en que muchas veces se establece, y dar algún algoritmo de los principales acontecimientos que se sucedieron no solo en su vida política sino también sus facetas como hombre, joven, amante, que le son también inherentes. Una primera aproximación a la figura de Julio Antonio Mella mediante cuatro momentos fundamentales: La reforma estudiantil universitaria, las visiones de Mella sobre los problemas principales del imperialismo, así como otras valoraciones significativas sobre el marxismo clásico y el marxismo original en su interpretación de América Latina.

Se incluyen algunos artículos cortos de Mella en varios medios de prensa, desde los propios que aparecieron en Alma Mater. Algunos de ellos también pertenecen a su producción intelectual en el momento en que estuvo en México, que aparecieron en El Machete y en otras publicaciones. Uno que me place mucho haber incluido en la compilación es su carta de renuncia a la Federación Estudiantil Universitaria, duro momento en que la organización que él mismo había creado lo obligaba a marchar. Poco tiempo después, luego de su expulsión de la Universidad de La Habana, se definió a sí mismo como un hereje.

 

Uno de los elementos mejor logrados de la colección Vanguardia es lo llamativo del diseño escogido.

Creo que si algo valioso tiene en su conjunto la colección Vanguardia es haberse pensado desde el punto de vista de lo que pudiera ser atractivo a los jóvenes de hoy. Ello va desde recatar la idea del libro como objeto de arte, los colores que se manejaron en cada uno de los diseños de cubierta, la tipografía empleada; hasta el esquema que, como generalidad, siguió el texto: la utilización de un leguaje sintético, breve, directo.

El año próximo se cumplirán cien años de aquella generación revolucionaria de los años 20, que para muchos como Yosvany Montalvo Garrido, el autor de la compilación Julio Antonio Mella de la colección Vanguardia, simboliza el inicio del siglo en Cuba.

La ruptura fue en 1920, cuando toda aquella avalancha de jóvenes que cumplía con el minorismo o con las ideas de la revolución universitaria en América Latina cuestionaron las lógicas de administración neocolonial, se proyectaron en una conciencia cívica y después, en un arrebato político, por las ideas de la trasformación. Mella fue el guía de esa transformación.

 

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