Oxomoco es un término huasteco que fusiona dos palabras: uxum, que significa mujer y ocox, primera. Se le atribuye el origen de la vida y el tiempo en la cultura náhuatl. El Códice Borbónico la representa anciana y arrugada, con una calabaza ritual que almacena tabaco, cuerdas con nudos, semillas de maíz y discos de concha.
En la versión hebrea, la primera mujer se llamó Eva. El artista Alberto Durero la pinceló desnuda y voluptuosa. La piel demasiado perfecta, la postura incómoda, la mano sostiene la sabiduría en la manzana. Arrancó con los dientes un trozo de mundo y olvidó el sabor de la ignorancia.
Una estudiaba los astros, su relación con los destinos y los sucesos terrestres. Otra fue expulsada del Edén por comer del árbol del conocimiento. En ambas comienza la historia de la humanidad en dos versiones, que nada tienen que ver, pero terminan pareciéndose. Las conectan realidades interseccionales, la colonización, pero también la erótica.
Marilú Rojas Salazar, doctora en teología sistemática por la Universidad Católica de Lovaina, hilvana el universo mesoamericano y bíblico. La define el feminismo sin condescendencias. A la investigadora mexicana le interesan las Teologías de la Liberación y Queer. Estudia una ciencia relacional como Oxomoco. Practica la desobediencia y, como Eva, polemiza sobre la libertad de elección. El erotismo atraviesa todas sus identidades como una fuerza interior que la deja salir de sí misma y encontrar al prójimo: «La erótica nos permite reconocer a las otredades y hace posible superar el miedo a lo extraño, raro o ajeno».
—¿Qué protagonismos asumen las mujeres en la Biblia?
Está la interpretación de las teologías patriarcales de los textos bíblicos. Esa es la figura que construyeron los hermeneutas hombres, pero hay muchas otras y reales interpretaciones de las mujeres en la Biblia. Habría que mencionar a las matriarcas Sara, Agar, Rebeca, Lía y Raquel. Las mujeres disidentes como: Lilith, la mujer no sometida de Adán. Eva la mujer sabia y primera teóloga que se cuestionó en torno a saber más acerca de la libertad de elección. Las mujeres libertadoras como Séfora de Madián. Las mujeres profetisas y los círculos proféticos femeninos representados por Miriam, Juldá, Nohadías, Ana. Las mujeres juezas y líderes políticas como Débora. Las mujeres sabias que crearon pactos y alianzas: Ruth y Nohemí. Las guerreras como Judith y Dalila. Las concubinas disidentes y subversivas como Betsabé, Esther, Jezabel, Abigail. Las viudas que claman justicia por sus hijos y realizan huelgas de hambre contra la monarquía como Rispa. Mujeres que hacen cumplir sus derechos como Tamar, la nuera de Judá. Las mujeres que se oponen a la reforma religiosa patriarcal y que conservaron sus tradiciones. Mujeres libres y callejeras que formaron parte del grupo de Jesús. Mujeres que potenciaron su poder sanador al contacto con el mensaje de Jesús, mujeres ricas y poderosas que fueron mecenas del grupo Jesús. Mujeres diaconisas, presbíteras, líderes de las primeras comunidades cristianas. Mujeres triunfantes como las del apocalipsis.
Esas y muchas más ocupan lugares prominentes en la Biblia como testigos de la resurrección. Las sagradas escrituras fueron plasmadas en su mayoría por hombres. El problema no es el texto o quien lo escribió, sino cómo lo interpretamos hoy y quién se apropia del derecho de la interpretación.
—¿Cómo fundamenta teológicamente que el aborto no va en contra de lo planteado en la Biblia?
La Biblia no habla del aborto, porque no es un tema que le interesara a la sociedad de aquellos tiempos. Los dos textos que abordan este asunto: uno hace referencia al sacerdote del templo, que lo practica, y el otro, basta con reponer una vaca al hombre que perdió a su hijo, porque era mano de obra para su padre.
La Encíclica Humane Vitae [1] constituyó un importante parteaguas para comenzar a hacer hincapié en la cuestión del aborto. Los feminismos surgen desde la época de la ilustración y a las iglesias no les había preocupado en lo más mínimo hasta que, en la segunda ola del feminismo, las mujeres comenzaron a defender sus derechos humanos y la decisión sobre cuántos hijos querían tener, si tenerlos o no. Ahí inicia toda esta cuestión con el uso de los anticonceptivos, entre otros. Antes, la vida de las mujeres no les interesaba, muchas morían por motivos de parto. Además, curiosamente, es en los países pobres donde más las iglesias mantienen estos discursos biologicistas y fundamentalistas. Habría que preguntarnos ¿por qué a las mujeres de los países ricos y ateos no se les persigue tanto como aquí? Hay muchos diseños en la Biblia y en la teología, algunos también patriarcales, misóginos, machistas y fundamentalistas.
—¿Cómo se evolucionó en América Latina y El Caribe a lo que hoy se conoce como teología queer?
La teología responde a las necesidades sociales, tiene que hacerlo o pierde su vigencia. Una teología que no se adapta a los cambios de los tiempos no cumple su misión. Hemos pasado de una teología dogmática, de los siglos VI al XVI y luego a una teología misionera, en los siglos XVII, XVIII y XIX. En América Latina, a finales del siglo XIX y principios del XX, tenemos la presencia de una Teología de la Liberación. Esta fue la primera que surgió fuera del continente europeo, con un marcado carácter político y de lucha de clases, proponía una inclinación preferencial por los pobres y la lucha contra la injusticia social. Pero esa teología correspondió a un período, a una época. Con el tiempo se diversificó en otras causas que, en sus orígenes, no tomó en cuenta: la exclusión por raza, sexualidad, género y etnicidad. A partir de este momento intervienen nuevos sujetos y subjetividades históricas. Los pobres adquieren conciencia de su etnicidad, racialidad y sexualidad que debe ser visibilizada. Se emigra entonces a las teologías feministas.
Las teologías feministas nacen de los movimientos sociales, las olas del feminismo en el mundo anglosajón que luego influencian al latinoamericano. Al principio hay un rechazo por llamarlas teologías feministas, se les denomina estudios de la mujer, teología de la mujer, hasta finalmente ser reconocida, en 2002, como teología feminista latinoamericana. Las teorías feministas y queer sustentan posteriormente lo que hoy llamamos teologías queer o teologías queer a lo latinoamericano y caribeño.
Junto a las teologías feministas, las teologías queer colaboran con la Ola Verde de Argentina, Ni una menos, la lucha contra la desaparición forzada, pero también a favor del derecho de ser. Se insertan en los contextos de América Latina y El Caribe, aspiran a una autonomía y decolonialidad. Actualmente, reaccionan a ellas las teologías fundamentalistas, que se oponen a estos movimientos a lo largo del continente. No son personas ricas quienes trabajan estas realidades, sino los pobres de la región, que encabezan una lucha de derechos humanos y reconocimiento de las sexualidades diversas.
—¿Qué rasgos caracterizan a las teologías queer?
Las teologías queer plantean que existen muchas formas de amar. No podemos analizar el cuerpo desde un punto de vista biologicista o naturalista. La corporalidad, la sexualidad y la experiencia de lo sagrado son diversas. Esa forma de relacionarnos proviene justamente de Dios como la Divinidad. No podemos encajonar a la Divinidad en un único modelo o forma corporal y sexual.
Las teologías queer cuestionan cómo manejamos el poder y la sexualidad. La sexualidad representa un poder, tanto que el mercado lo ha captado y lo ha hecho pornográfico. En los contextos latinoamericanos una de las principales remesas económicas que entran a los países es por trata de personas. Entonces, el control de los cuerpos y de la sexualidad constituye un asunto de poder.
Los fundamentalismos defienden la idea del hombre poderoso, y al no tener el control del cuerpo de las mujeres, de los pueblos originarios, y de las personas diversamente sexuales o el cuerpo, inclusive de la Tierra, le resta poder. Dicha guerra de poderes incluye nuestras propias sexualidades y la expresión diversa de los cuerpos.
—¿Cómo la colonización cristiana anuló la erótica en las culturas afro-amer-indias?
La colonización cristiana ha sido, en gran medida, la responsable de anular la erótica en las culturas afro-amer-indias. Esto aplica también para las instancias religiosas que, en aras de la moral, han mutilado la erótica, la fuerza vital de la pasión y el deseo que habita en cada ser vivo. “Expulsar del templo al erotismo, desecharlo y lanzarlo a la oscuridad y el oprobio, desgarró el corazón de la cultura indígena. A través de la represión de la sexualidad indígena la moralidad católica sacudió la cosmología mesoamericana hasta sus cimientos” [2]. Y no solo en Mesoamérica, también en otras culturas, el desprecio por el sexo, el placer y el deseo de los cuerpos ha ocasionado heridas en las personas y exilios de las instituciones religiosas.
La espiritualidad en el mundo mesoamericano es sexual, cada ser vivo tiene una fuerza divina masculina y femenina a la vez que transita entre los cuerpos de manera fluida. Dicha característica se conserva en los imaginarios sociales hasta nuestros días expresada en su dimensión sagrada. En este sentido, la erótica, como categoría trans-teológica, no se ubica en una única deidad, sino que representa un cúmulo de saberes, una fuerza política y una postura mística subversiva de cada ser vivo. Esta emerge de los cuerpos violentados y diaspóricos que gimen por el deseo de una vida más digna, equitativa y justa.
—¿En qué medida tenemos una concepción errónea de la erótica?
Erótica es una palabra peligrosa, pues usualmente se confunde o maneja desde la interpretación patriarcal y del mercado como pornografía o prostitución. La escritora afroamericana y feminista Audre Lorde propone pensar la erótica como una fuerza vital, y agregaría que la erótica es una fuerza-fuente que nos permite resistir-oponernos a la violencia. De la erótica emana la capacidad de transgresión de los sistemas opresivos y violentos, la vitalidad para transformar los espacios de injusticia en equitativos y sororales, también el poder de analizar críticamente los discursos que anulan los deseos y la pasión de nuestros cuerpos. La erótica tiene una dimensión profundamente política que permite reconocer el acto pornográfico como venta de cuerpos y sexualidades, los exhibe para ser vulnerados.
—¿Acaso somos el resultado de un deseo divino?
El deseo tiene su fuente en un Dios. Somos hijas e hijos del deseo de la Divinidad. El padre, el hijo y el Espíritu Santo son tres diferentes que hacen uno solo, tres distintos en una comunión de personas. Eso significa la perijóresis: comunión de lo diverso. La pasión, el deseo, proviene de un Dios, una Diosa, que primero nos ha deseado. No hay nada más diverso que la Trinidad.
[1] Fue escrita por el papa Pablo VI y publicada el 25 de julio de 1968. El subtítulo Sobre la regulación de la natalidad, definió la doctrina de la Iglesia católica sobre el aborto, los métodos anticonceptivos y otras medidas relacionadas con la vida sexual humana. El texto desató una gran controversia al declarar ilícito todo tipo de control artificial de la natalidad.
[2] Sylvia Marcos, Tomado de los labios: género y eros en Mesoamérica (Quito: Abya Yala. Universidad politécnica Salesiana, 2011), 137.
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