Mientras La amortajada de María Luisa Bombal yace en el ataúd, sus sentidos siguen alertas. Para esta escritora chilena, la «vida después de la muerte» se manifiesta en un personaje cuya sangre dejó de circular y sus músculos se endurecieron. Tiesa en medio del velorio, Ana María observa todo a su alrededor y consciente dentro de un cuerpo inmóvil repasa su existencia a través de algunos seres queridos y otros no tanto.
Juan Preciado, sin embargo, llega a Comala con sus más de 70 órganos funcionando. En la novela de Juan Rulfo, titulada Pedro Páramo, el protagonista empieza a hacer preguntas en un pueblo de aparecidos. La muerte es un montón de voces acechando un corazón que late entre 60 y 100 veces por minuto. Cuando el miedo lo fulmina, el secreto de su nacimiento termina de aclararse.
La primera obra se publicó en 1938 y la segunda en 1955. La mayoría de los lectores latinoamericanos saben del autor de El llano en llamas, pero pocas veces se menciona a la creadora de La última niebla.
Como explica la profesora de la Universidad Autónoma de México, Keri González, María Luisa Bombal fue pionera en romper con la narrativa naturalista criolla. Sus relatos se sustentan en el intimismo y los universos psicológicos que trascienden los hechos.
«Lamentablemente esta escritora chilena no sido estudiada lo suficiente, ni tampoco se le ha dado su justo lugar en el ámbito literario. Esto resulta imperdonable si pensamos que su obra se anticipó a las corrientes que vendrían a conocerse posteriormente como realismo mágico y real maravilloso», añade la investigadora en su artículo «Memorias cruzadas: La Amortajada y Pedro Páramo».
Aunque el ensayista y poeta argentino Jorge Luis Borges le aseguró a María Luisa Bombal que su novela era imposible de escribir después de saber su argumento, años después dijo públicamente por qué esa obra era inolvidable en la literatura latinoamericana del siglo XX. Su técnica se comparó por diferentes críticos con la de Virginia Woolf y William Faulkner.
Pese a que esta escritora hizo solo tres novelas y un libro de cuentos, su narrativa impactó profundamente en el arte de la región. Los volúmenes de Bombal se caracterizan por una prosa poética y evocadora que explora temas como la identidad, la erótica, la soledad, el amor y la muerte.
Sus personajes femeninos se conectan entre unas historias y otras. Las mujeres de María Luisa Bombal son resultado de sus contextos. La sumisión, la violencia, el suicidio, el matrimonio, el adulterio y el placer están presentes. Aunque la mayoría de las veces sucede de forma trágica, cada una encuentra la forma de rebelarse.
En la primera novela, La Última Niebla, revolucionó las estructuras narrativas tradicionales y presenta la historia de una mujer que se debate entre dos mundos: el real y el imaginario. En esa búsqueda de libertad no solo reinventa el contexto que la oprime, sino también explora su cuerpo como territorio independiente.
Su madurez como escritora la alcanzó con La Amortajada. La autora describe la sensación de soledad y aislamiento. En este caso, la muerte no perturba a la protagonista, por el contrario, le permite explorar su verdadero ser y conectar con la naturaleza. La descomposición de un cuerpo permite el renacimiento del alma.
La Amortajada deconstruyó algunos estereotipos de la época, también ofreció una visión crítica de la sociedad y la condición femenina. Su legado literario continúa inspirando a generaciones de autoras y autores latinoamericanos.
Sumergirse en las aguas de María Luisa Bombal significa meter el cuerpo hasta el cuello, sentir el musgo en los pies y dejar que la corriente acaricie cada parte y extremidad. Lo misterioso para ella es crear y destruir un mundo en su cabeza, inventar a una mujer que no salió de la costilla de otro.
Lo desconocido provoca a la escritora chilena. Una vez dijo: «Hemos organizado una existencia lógica sobre un pozo de misterios. Nos desentendemos de lo primordial de la vida que es la muerte».
Como la protagonista de La Última Niebla, María Luisa Bombal atraviesa la bruma y busca la magia, el placer y la aventura. No necesita disipar la humedad, le gusta difuminar la realidad a conveniencia.
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