El envío de remesas a nivel global constituye una de las manifestaciones más ilustrativas en que se concreta la ayuda económica entre familiares y allegados. De acuerdo a los estimados anuales, el flujo de dinero por este concepto representa miles de millones de dólares. Millones de personas en los países receptores dependen económicamente de estos recursos monetarios. En no pocas naciones, las remesas constituyen una de sus principales fuentes de ingresos.
Cuba, al ser un país del tercer mundo con una situación económica debilitada y con una presencia de emigrantes incrementada en los últimos años, se ubica dentro de ese grupo de países que son receptores de remesas con un fuerte impacto en la economía familiar. Para múltiples familias cubanas, este flujo de dinero resulta clave para emprender sus diferentes proyectos individuales. En el caso cubano, el 90% de las remesas que ingresan al país provienen de Estados Unidos donde se asienta la abrumadora mayoría de la emigración cubana que es superior a 1 300 000 personas.
De acuerdo a la más reciente investigación de la Universidad Internacional de la Florida, el 48% de los cubanos que viven en territorio estadounidense envían remesas a Cuba. Es decir que casi la mitad destinan recursos económicos para su país de origen, lo que equivale a un monto anual considerable. Si bien no existen datos oficiales sobre ese flujo de dinero, el estimado más conservador lo ubicó en 1 530 millones en el 2019 y otro estimó que serían casi 4 000 millones en ese propio año. Independientemente de la diferencia y la incertidumbre sobre la cifra, lo que sí está claro que estamos hablando de varios cientos de millones provenientes desde Estados Unidos.
El otro asunto constituye los canales de envío de esos montos que son básicamente tres: las personas que traen directamente el efectivo a sus familiares y amigos, las denominadas “mulas” que traen las remesas a cambio de una suma de dinero y los mecanismos formales a través de agencias como Western Union. La modalidad de remesas más empleado y popular es la llamada “familiar”, pero no es la única ni tampoco el envío está enfocado exclusivamente en los familiares y personas cercanas en Cuba. A través de estos canales también se financian a personas, grupos y proyectos que están orientados a satisfacer los programas de “cambio de régimen” del gobierno estadounidense.
Las remesas se ubican en el epicentro de las relaciones entre ambos países y han sido empleadas con motivos políticos por parte de Washington tanto en su enfoque de flexibilizarlas como en la variante de limitarlas e impedir su envío. Durante el último año de la etapa de Trump, se adoptaron decisiones que obstaculizaron sustancialmente el flujo de remesas a la Isla al eliminarse el mecanismo de Western Union que según estimados representaba el 55% del total de dinero que se enviaba. El resto llegaba “dinero en mano” por los viajeros procedentes de Estados Unidos. Este escenario provocó de golpe que dejaran de ingresar a los receptores en Cuba cientos de millones de dólares.
En el enfoque de máxima presión de Trump, reducir drásticamente el flujo de remesas a Cuba constituía uno de los elementos fundamentales que implicaba un daño económico importante a las familias cubanas y también al desarrollo de negocios privados. En su concepción e implementación existía una clara intención de empobrecer al pueblo cubano y hacer desaparecer una vía importante de sustento para muchas familias en la Isla.
A partir del impacto de la pandemia en el año 2020 y la decisión de reducir significativamente los vuelos internacionales, la situación se tornó mucho más compleja al cerrarse el otro canal de envío que estaba disponible. Por lo tanto, se creó un escenario en el que las remesas prácticamente no llegaban a Cuba. El gobierno de Biden teniendo la facultad ejecutiva de restablecer el mecanismo formal de Western Union como opción práctica y viable en estas circunstancias, decidió no hacerlo y continuó sin realizar ningún cambio en la política de máxima presión de Trump.
A pesar del reclamo de la mayoría de los cubanoamericanos por restablecer el envío de remesas por canales oficiales, el gobierno estadounidense durante 16 meses permaneció inamovible. Ante un incremento sostenido y sin precedentes de los emigrantes cubanos hacia la frontera sur con Estados Unidos, Washington decide anunciar el 16 de mayo, entre otras medidas, que podrían enviarse remesas familiares y remesas donativas (no familiares) sin límites en su monto. En el texto de los anuncios, remarcaba que esta autorización ayudaría a los “empresarios independientes cubanos”.
También precisó que involucrarían a procesadores de pagos electrónicos para promover su accesibilidad al mercado cubano.
Por lo tanto, del texto de los anuncios podrían extraerse dos conclusiones básicas: 1) uno de los propósitos principales sería financiar al sector privado en Cuba y 2) no existía disposición para retomar el mecanismo de Western Union. En ese sentido, era evidente que el anuncio de las remesas presentada como una flexibilización en la política estaba atrapado en la contradicción de que no era posible enviar los flujos de dinero por vías oficiales. El gobierno estadounidense al no modificar la lista de entidades restringidas, estaba privándose a sí mismo de la capacidad para implementar y llevar a vías de hecho su propia decisión. La contraparte cubana de Western Union estaba incluida en ese listado.
Es obvio que por motivaciones estrictamente políticas, Washington es responsable de que todavía no sea posible el envío de remesas a Cuba a través de canales oficiales, lo que conspira contra sus propios objetivos declarados. La opción de procesadores de pagos electrónicos, si bien teóricamente parece ser una vía, en la práctica está dilatando este proceso que se encuentra en el centro de las sensibilidades de las relaciones familiares en ambos lados del Estrecho de la Florida debido al tiempo que está tomando hacerlo operacional. En la práctica, Biden continúa empleando las remesas como un instrumento político contra el pueblo cubano persistiendo en la asfixia económica.
Comentarios