Gustavo Machín ha pasado su vida tratando de ser fiel al padre que apenas conoció. Para él, los hombres deben ir tras lo que sueñan y no se desgajan nunca de sus sentimientos. Su padre, Gustavo Machín Hoed De Beche, Alejandro, cayó en Bolivia el 31 de agosto de 1967.
¿Cómo hace un niño de cinco años para construir la imagen de un padre ausente?
Primero que todo tienes que tener mucha imaginación, escuchar mucho y leer otro tanto, y sobre todo ser creativo en el sentido de lo que uno quiere construir. Solo así yo he podido crear la imagen que hoy tengo de mi padre.
Las principales anécdotas me llegaron de mi mamá, de mi abuela, de mis tías y de los amigos de él que han estado siempre cercanos. Todos ellos trataron de trasmitirme sus ideas.
Lo describiría como una persona súper valiente, entregado, comprensivo, con un corazón muy grande y con un alto sentido de la humanidad.
Gustavo Machín, el padre, tenía dos hijos cuando en junio de 1966 le escribió al Che una carta en la que le solicitaba unirse a la guerrilla:
Sé que al pensar en quienes puedan ser llamados para con usted formar filas […] no ha de pensar en mí.
[…]
Yo por mi parte no puedo tampoco pintarme como lo que no soy y aspirar a convencerlo de que tendrá en mí el más hábil soldado. Pero sí hay algo que a conciencia le puedo jurar: en mí puede tener un soldado consciente, decidido a luchar por el tiempo que sea necesario y donde quiera que sea.
[…]
Sin más y haciendo el más grande de los ruegos quedo esperando su llamado,
Hasta la victoria siempre
Patria o muerte
Gustavo Machín
Los niños pequeños no tienen una clara idea de la muerte y de lo que esta significa. ¿Cuándo toma conciencia de la ausencia de su padre?
Cuando estoy en la transición entre la infancia y la adolescencia. Recuerdo que estábamos en el primer año de los Camilitos[1] y preguntaron qué hacían nuestros padres. Yo rompí a llorar, porque sin dudas mi padre no hacía nada, mi padre estaba muerto.
Silencio incómodo. Machín no dice nada. Solo nos mira esperando quizás la próxima interrogante. Nos dice: «No sé si se dieron cuenta pero detuve mi respuesta porque se me estaba complicando…». Continuamos: ¿En qué momentos has necesitado más a tu papá?
Durante toda mi vida. Un ser humano siempre necesita a una persona a la cual acudir cuando le urge un consejo o una ayuda. Cuando se es niño, para montar una bicicleta; cuando se es adolescente, para ver cómo enamoras a una muchacha; cuando estás en la universidad, para ver cómo enfrentas un problema; después para criar a tus hijos… Toda la vida lo he necesitado.
La carta que nos dejó a mí y a mi hermano fue un testamento para dos niños pequeños. Allí nos explica por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo y qué quería que nosotros hiciéramos en la vida. Esa carta ha sido la guía para llegar a ser lo que somos y hacer lo que estamos haciendo.
Julio Antonio y Tavito:
Queridísimos hijos míos, esta será tal vez la última forma que tendré de estar con ustedes. Tengo y trato de sustituir en unas líneas el deber que como padre tendría que realizar en toda una vida (…) Como su mamá les dirá ya yo me separo de ustedes, pero no los abandono; dejaré de verlos, pero no los olvido, no los besaré, pero no los dejo de querer con todas mis fuerzas. Yo por la Revolución y en ella por ustedes me voy a (como les decía cuando niños) pelear contra los americanos (…) Cuando llegue al final los llamaré para besarlos, si caigo en el camino los llamaré para que sigan por ustedes y por mí.
23 de junio de 1966
¿Cuánto compromiso encierra ser hijo de un mártir?
Es un compromiso muy grande, pero solo con él, no con nadie más. Yo soy revolucionario, pero tengo un compromiso personal que es mucho más profundo, que es quedar bien con él, quedar bien con esa persona que en los momentos que estaba partiendo para una misión de la que no sabía si iba a regresar, tomó parte de su tiempo para dedicarnos a nosotros y escribirnos una maravillosa carta. Yo creo que no nos pidió nada extraordinario, solo que defendiéramos la Revolución.
Conversando con familiares y amigos, conocimos la historia de amor entre Machín y «Chiqui» Gómez. Un hombre tan enamorado, con dos niños pequeños, ¿cómo puede dejarlo todo para irse con el Che detrás de un sueño?
Sin dudas dejó atrás algo que, por esa decisión, no siguió el destino normal de una familia. En ese sentido se le pudiera reprochar, pero cuando se piensa en lo que hizo, por qué lo hizo, en qué pensó cuando tomó esa decisión, lo único que se puede hacer es respetársela y compartirla. No hay espacio alguno para el reproche. Los hombres en alguna medida deben hacer lo que buscan hacer en la vida y eso es lo que él quería: alcanzar el bien, mejorar a todos, igual que hizo en la Revolución. Esa fue su opción.
La historia de los mártires a veces termina cuando mueren en combate, pero ¿qué ocurre después? ¿Qué pasó con esa familia que quedó en Cuba? ¿Cómo hizo su mamá para sobreponerse?
Pienso que ella solucionó el problema de la ausencia paterna volcándose en mi hermano y en mí, haciendo de padre y de madre, algo que toda la vida le tengo que agradecer. Creo que la propia existencia de mi hermano y la mía fue un estímulo suficientemente grande, porque uno nunca se desgaja de sentimientos, los guarda, los aísla, los pospone, pero de ninguna manera puedes olvidarlos.
Hacemos un alto en el tema familiar porque también nos urge indagar sobre la historia de este hombre que antes de ser guerrillero en Bolivia fue Viceministro de Hacienda, administrador de la fábrica “Cubanitro”, Viceministro de Industrias y Jefe del Estado Mayor del Cuerpo de Ejército de Matanzas. Trata de enterarnos quién era Tavo Machín antes de 1959.
Mi papá fue un hombre de un humanismo muy grande. Una vez fue expulsado de un club en Miramar porque invitó a un grupo de negritos de la zona que no tenían permitido entrar. También era muy valiente. Un día asaltó la 5ta Estación de la Policía, en 7ma y 62, en Miramar, con su gran amigo Raúl Díaz Arguelles y otros compañeros. Fue un acto totalmente de coraje. Una persona cobarde no daría un paso que pudiera representar ser torturado, detenido o perder la vida.
Él era parte de una clase social media alta dentro de este país, con dinero, sin problema ninguno, simplemente podía haberse ido a los Estados Unidos a estudiar abogacía. Pero heredó el espíritu rebelde de la familia: su abuelo fue un belga que luchó junto a los mambises[2] cubanos.
Primero estuvo en la lucha clandestina aquí en La Habana, y cuando ya era insostenible mantenerse en la ciudad, se alzó en el Escambray. Después del acuerdo que se firma con el Directorio,[3] se une a la columna del Che. Al triunfo de la Revolución comenzó a tener cargos civiles; por ejemplo, fue Viceministro de Industrias cuando el Che era el ministro.
Poco tiempo después partió a Bolivia. Meses después Machín cae con el grupo de la retaguardia en la emboscada de Puerto Mauricio, el 31 de agosto de 1967.
Morir emboscado no es lo que ningún valiente desea en la vida. Mi padre estaba en una condición física difícil, enfermo, pero una emboscada no es lo que una persona como él hubiese querido que fuese su fin. Lamentablemente existen las traiciones. Estoy seguro de que hubiese querido poder enfrentar a sus atacantes.
Asumir la muerte fue difícil, ¿y la llegada de sus restos a Cuba, en 1997?
Fue como la consumación de la muerte. Porque a él lo mataron, pero… ¿dónde estaba? Desde el momento en que aparecieron los restos al menos esa persona ya fue más cercana. Aquella persona ideal se fue haciendo más real, aún en condición de restos. Era el cierre del ciclo que por más de treinta años estuvimos viviendo.
En otro sentido más práctico, la llegada de los restos a Cuba resolvió un problema real y tuvo un resultado práctico, pues en mi familia estaba mi abuela y yo y en el medio estaba mi padre. Desde el punto de vista legal, en tanto no había un cuerpo, yo no tenía un certificado de defunción de él. Para inscribir a mi hijo en mi casa me dijeron que tenía que traer a mi padre, les dije que le podía traer a un fantasma.
¿Y una vez que llegan a Cuba…?
Mi idea fue que nunca fuese a ningún mausoleo.[4] Era el momento en que él nos pudiera dedicar un poco de tiempo a nosotros. Tal vez pueda interpretarse como un egoísmo de mi parte pero por muchos años les dedicó su tiempo y su presencia a otros.Yo pensé que era el momento de tenerlo más cerca de mí, para conversar con él aunque no me escuchara. Fue mi hermano quien me convenció de lo contrario y al final estuve presente en el momento en que los restos fueron ubicados.
Entonces hacemos la última pregunte, aunque puede sonar imprudente: ¿valió la pena ir a Bolivia?
No es si valió la pena o no. Yo creo que la pregunta es si ellos hicieron lo que querían hacer. Pienso que a ellos, incluyendo a mi padre, no se les puede evaluar por los resultados que obtuvieron. Lo más importante es que hicieron lo que querían hacer. ¿Que no tuvieron éxito en ese momento? Es verdad. Pero tuvieron la satisfacción personal de entregarse. No hay espacio para juicios críticos, solamente para alabarlos y para reconocerlos.
*Esta entrevista fue realizada en 2012 y fue parte del documental «Hoy liberé una mariposa» que realizara el Centro de Estudios Che Guevara con motivo del 45 aniversario de la gesta guerrillera en Bolivia.
Notas
[1] Camilitos, así se conocen en Cuba las escuelas preuniversitarias de enseñanza militar “Camilo Cienfuegos”.
[2] Así se llamaban los patriotas cubanos que lucharon en las guerras por la independencia en el siglo XIX.
[3] Tavo Machín pertenecía al Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR-13M), organización revolucionaria creada en febrero de 1956 y dirigida por el líder estudiantil José Antonio Echeverría. Machín asumió el enfrentamiento armado a la tiranía de Fulgencio Batista, protagonizó el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, y luego, en noviembre de ese mismo año, integró un grupo guerrillero en la zona montañosa del Escambray. Poco después de la llegada de las columnas invasoras al mando de Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos en octubre de 1958, participa en la firma el Pacto del Pedrero y une sus esfuerzos a la confrontación final con las fuerzas batistianas en esa central provincia del país. Por su actividad como combatiente de la clandestinidad y su participación en la batalla de Santa Clara, en enero de 1959, recibe el grado de Comandante del DR.
[4] Se refiere al mausoleo que forma parte del Conjunto Escultórico Memorial Ernesto Che Guevara, en la ciudad de Santa Clara, donde fueron depositados los restos de Ernesto Che Guevara y los combatientes cubanos, bolivianos y peruanos que cayeron junto a él en Bolivia.
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