—Creí que ustedes aceptarían con gusto al que viene a ofrecerles ayuda, pobre ayuda la mía, pero que sólo a ustedes mismos beneficia... ¿Yo qué me gano con que la revolución triunfe o no?
Poco a poco iba animándose, y la languidez de su mirada desaparecía por instantes.
—La revolución beneficia al pobre, al ignorante, al que toda su vida ha sido esclavo, a los infelices que ni siquiera saben que si lo son es porque el rico convierte en oro las lágrimas, el sudor y la sangre de los pobres...[1]
El proceso de la Revolución mexicana fue uno de los procesos más importantes de la historia en la región. México viene a significar lo que Cuba para América Latina en 1959; fue precisamente la Revolución mexicana la que impulsó o comenzó la conmoción social en el siglo XX.
El libro La Revolución mexicana de Luciana Lartigue, pertenece a la colección “Historias desde abajo” de la editorial Ocean Sur. No podía ser más apropiado para pertenecer a esta colección dado que, cuenta todo este proceso de revolución que, en efecto, fue iniciado por “los de abajo”. Comenzó con una rebelión campesina, fueron los sectores más bajos de la sociedad los que decidieron manifestarse en contra del régimen de Porfirio Díaz, quien había sido presidente de México durante 35 años.
A pesar de que esta “revolución” no tuvo éxito, no puede ser minimizada como una simple guerrilla mexicana, pues fue en realidad un proceso mucho más complejo, que impactó incluso en la literatura, pues es a partir de este suceso que se construye la historia del libro Los de debajo de Mariano Azuela, que constituye la primera manifestación literaria en México donde se da protagonismo al campesino y muestra diversas tradiciones mexicanas que incluyen el vestuario, el baile y la comida. De suma importancia es la variedad lingüística utilizada en la obra, la jerga campesina, la cual dota de realismo a la novela.
De esta manera, podemos entender cómo esta revolución no fue solo un proceso más, fallido, sino que constituyó el inicio de una extensa lucha que, incluso en la actualidad, se mantiene, pues México aún enfrenta problemas de violencia, injusticia y corrupción, lo que se ha visto, en gran medida, agravado por el tráfico de drogas que aflora en el país.
El libro La Revolución mexicana, no solo cuenta el estallido del que hemos venido hablando, sino también, relata el liderazgo de Emiliano Zapata en el sur de México, el cual, parecía avanzar, el pueblo tenía fé en los revolucionarios y acudían a ellos para librar disputas por sus tierras. Por su parte, en el norte, Pascual Orozco y Francisco Villa asesinaron a Madero, quien ejercía la presidencia luego de haber traicionado a los revolucionarios y, durante su mandato no implementó las medidas de carácter social que los campesinos estaban esperando, con lo cual, se ganó el repudio. Diversos sucesos propiciaron aún más la división entre el norte y el sur, principalmente el golpe de Huerta, quien contaba con el apoyo de banqueros, políticos y hacendados del norte y se instauró como presidente; por su parte, Emiliano Zapata contó con el apoyo de los campesinos en el sur, Zapata se mantuvo firme en sus principios revolucionarios y no reconoció al nuevo gobierno del sur.
Durante todo el año 1913 se dieron cientos de combates a lo largo de todo México, de ahí, resalta la figura mítica de Pacho Villa, en el libro se dedican alrededor de 3 apartados para dar a conocer sobre este personaje que casi es una leyenda. Se incluyen sus propias reflexiones y conversaciones con algunos periodistas. Se designan otras páginas para dar a conocer al Villa “militar”, al Villa jefe del ejército, que se calificó como la organización militar más fuerte que, durante la Revolución, los campesinos pudieron construir. La lucha mexicana no cesó hasta 1928, entre enfrentamientos, renovación de la constitución y golpes militares, todos los años que duró la Revolución Mexicana los ejércitos se matuvieron en constante disputa.
Así, podemos entender que fue México, quien inauguró el incesante proceso de lucha que devendrá posteriormente en América Latina, por ese motivo, no contaban con experiencia anterior que pudiera guiarles.
Como no podía ser dicho mejor, en palabras de la propia autora, de México “debemos rescatar su mejor tradición de lucha, su ejemplo de integridad, fortaleza y dignidad. Seguir el modelo de los hombres y mujeres que no se resignaron a una vida de miseria y opresión. Debemos recuperar nuestra mirada crítica, la de los de abajo, con un sentido transformador. En las profundas raíces de nuestra historia debemos encontrar el camino que iniciaron hace un siglo atrás los revolucionarios mexicanos hacia la construcción de una patria grande, latinoamericana y socialista”.[2]
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