Contrapunteo

La respuesta de Fidel a Bolton

13 ago. 2019
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El actual asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, quien se ha convertido en el arquitecto de la estrategia agresiva contra Cuba y Venezuela del gobierno de Donald Trump, es uno de esos ideólogos obsesivos que ha convertido la fabricación de amenazas y la divulgación de mentiras en un sentido de su vida. En el año 2002, cuando ocupaba la responsabilidad de  Subsecretario de Estado para control de armas y seguridad internacional en la Administración Bush, inventó una de las mayores falsedades y más peligrosas acusaciones que se han realizado contra la Revolución cubana al afirmar públicamente que Cuba estaba realizando una «labor ofensiva de investigación y desarrollo de guerra biológica».

Estas calumnias recibieron una respuesta contundente, argumentada e inteligente de un cubano curtido en múltiples batallas, conocedor profundo del sistema político estadounidense, analista agudo de las motivaciones, propósitos y tácticas de los políticos de Estados Unidos y estadista experimentado de alcance universal: el líder de la Revolución cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Desde que Bolton inició sus responsabilidades en la Administración Bush estaba buscando un pretexto para recrudecer la política hacia Cuba y lograr un deterioro sustancial de los vínculos bilaterales, sin descartar una eventual agresión militar. A inicios de 2002, comienza a trabajar intensamente con ese propósito. En el mes de febrero, ya había culminado la primera versión de un discurso en el que acusaba a Cuba de estar desarrollando un «programa de guerra biológica ofensiva».

El 6 de mayo de 2002, durante un evento en el tanque pensante ultraconservador Heritage Foundation, Bolton planteó que además del denominado «Eje del Mal» conformado por Irán, Iraq y Corea del Norte, había un grupo de naciones que integraban lo que calificó como «Más allá del Eje del Mal». En este «selecto bloque» estaban Cuba, Libia y Siria. Un segmento de su intervención fue dedicado a la Isla del Caribe:       

He aquí lo que sabemos: Estados Unidos considera que Cuba está llevando a cabo, al menos, una labor ofensiva limitada de investigación y desarrollo de guerra biológica. Cuba ha proporcionado tecnología de doble uso a otros estados renegados. Nos preocupa que esa tecnología pueda respaldar programas de armas biológicas en esos estados. Exhortamos a Cuba a que cese toda cooperación aplicable a las armas biológicas con los estados renegados y a que respete plenamente todas sus obligaciones en virtud de la Convención sobre las Armas Biológicas. 

Estos pronunciamientos, en un momento en que su gobierno estaba promoviendo una política guerrerista constituían una seria amenaza a la seguridad nacional cubana. Bolton estaba fabricando un pretexto con el propósito de forzar un pretendido «cambio de régimen» en Cuba. Sus declaraciones y mentiras constituían una clara muestra de su profundo odio y frustración. A partir del clima de miedo y terror que se sembró en aquella época en la sociedad estadounidense que contagiaba a la mayoría de sus ciudadanos, la respuesta desde la Casa Blanca fue proclamar una embestida contra sesenta oscuros rincones del mundo. Ante estas circunstancias, Bolton consideraba que estaban creadas las condiciones para una escalada contra la Mayor de las Antillas.    

El Comandante en Jefe, el 10 de mayo en un comunicado trasladó su respuesta. Estas son algunas de las ideas fundamentales que expresó:     

La idea de destruir a Cuba, una obsesión que lleva más de 43 años, ha conducido y conduce todavía la política de Estados Unidos por un camino tortuoso lleno de mentiras, errores, fracasos y desaciertos. Tal vez hoy lo que el gobierno de Estados Unidos proclama al mundo y lo que hace con Cuba constituye la más profunda y desmoralizadora contradicción de su política exterior. Nunca la gran potencia se vio ante tanto embarazo, y no le queda otra alternativa que mentir, mentir y mentir.

Desde el punto de vista político, vivimos en una época en la que hay y habrá cada vez armas más poderosas que cualquiera de las nacidas de la tecnología: las armas de la moral, la razón y las ideas. Sin ellas ninguna nación es poderosa; con ellas ningún país es débil. Tal apotegma requiere una motivación excepcionalmente profunda, sangre fría e inteligencia. Debería saberse que para el pueblo cubano, por encima que cualquier otro valor sobre la Tierra, están los valores que inspiran la libertad, la dignidad, el amor a su patria, su identidad, su cultura y el más estricto sentido de la justicia que pueda concebir el ser humano. No son armas de destrucción masiva, son armas de defensa moral masiva, y estamos dispuestos a combatir y morir por ellas.

Lo sentimos, señor Bolton. Después de las mentiras, calumnias, embustes e insultos formulados en su discurso del 6 de mayo, lamentamos responderle que usted carece de moral alguna para exhortar a Cuba, y mucho menos demandar con lenguaje y tono amenazantes absolutamente nada. Ni tampoco pretender darle a Cuba lecciones de política y ética. En todo caso, usted y su gobierno podrían inspirarse en la decencia y el decoro de la conducta cubana. Le puedo asegurar que no cobraremos absolutamente nada por esa transferencia de tecnología.

De esta manera contundente y magistral nuestro líder invencible propinaba una respuesta demoledora a esta grave calumnia. Fidel personalmente desmontó este pretexto y Bolton terminó siendo cuestionado por su propio gobierno. Como siempre, el Comandante salió victorioso de esa batalla y sus principales armas fueron la fuerza de la verdad y las ideas.
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