El Nazismo, la otra cara del capitalismo ve la luz bajo el sello editorial de Ocean Sur y la autoría de Patricia Agosto, quien es historiadora de la Universidad de Buenos Aires.
La situación de Alemania después de la Primera Guerra Mundial (PGM) es algo que se necesita tener en cuenta para el análisis y comprensión del fascismo. De manera general, los procesos a tener en cuenta son: la Revolución de 1918, la República de Weimar y las consecuencias de los tratados posteriores a la guerra. En primera instancia, con la fallida Revolución de 1918, se implementó un nuevo régimen político que fue conocido como la República de Weimar donde se desarrollaron diferentes actos revolucionarios y, en noviembre de mismo año, cuando estalla la revolución, el Partido Socialdemócrata se apoderó del gobierno, pero el objetivo real del mismo era frenar el proceso revolucionario y quitarle el poder a todos los Consejos de Trabajadores y Soldados, con lo cual, se incrementaron los asesinatos y los desaparecidos, fue una masacre contra los líderes de la revolución. Asimismo, como consecuencia de los tratados posteriores a la guerra, Alemania perdió sus colonias y otros territorios que habían sido adjudicados al imperio alemán. Además de ello, la nación fue obligada a pagar numerosas reparaciones de guerra, que afectaron seriamente la situación económica del país durante toda la década de los 20.
Todo ello contribuyó a generar un ambiente en el que el orgullo alemán se vio muy afectado y esto, sentó las bases para que el pueblo diera su apoyo a los grupos ultranacionalistas. Así el Partido Nacionalsocialista ganó terreno e hizo que gran parte del pueblo apoyara a Hitler en su Tercer Reich.
Aldolf Hitler, después de la PGM, continúa en el ejército —ya había participado durante el primer conflicto— como espía militar y era el encargado de suprimir cualquier intento de levantamiento socialista. En 1919 es asignado con el mismo cargo, a la policía del Comando de Inteligencia con el propósito de aunar a otros soldados con las mismas ideas. Es asignado a infiltrarse en el Partido Obrero Alemán (DAP) y aquí comienza su carrera política, donde se destaca como orador, atrayendo a grupos desencantados con la república. De esta forma, el DAP fue ganando en número y se reorganizó como el Partido Nacional Socialista Alemán de Trabajadores (NSDAP) en 1921. Ya se empezaba a vislumbrar en él un nacionalismo violento con doctrinas racistas. En 1923 este partido, dirigido por Hitler, emprende un golpe de Estado que instauró un gobierno provisional que solo duro 3 días y su dirigente, junto con sus seguidores, fueron encarcelados y condenados a 5 años.
Adolf Hitler solo cumplió 8 meses de prisión, los cuales le sirvieron para reconfigurar y restablecer las bases del Partido Nazi, alejándolo de las insurrecciones y proponiéndolo como un movimiento disciplinado basado en la política de masas. El encarcelamiento fue la vía por la que el Partido y su líder se dieron a conocer, pues apareció en las primeras planas de todos los periódicos como un grupo de jóvenes manifestándose en contra de un sistema que consideraban corrupto. Al estar en libertad, Hitler se dedicó enteramente a la organización de su partido y en mantenerlo en ascenso, de esta manera, se presentó en las elecciones para el Parlamento Alemán y, aunque solo obtuvo el 2,6% de los votos —había mucho repudio hacia él por su clara manifestación antidemocrática— ya empezaba a crecer el número de personas interesadas en el Partido Nazi.
El partido político de Hitler se dio a la tarea de crear una buena propaganda política que llegara a todas las clases sociales, y así lo hizo, se postularon como un partido político del pueblo, que proponía reconstruir la nación incluyendo todos los intereses sociales, para así llegar a todo el pueblo, pero sobre todo, al hombre trabajador. También declararon a los comunistas, los esclavos, judíos y otros no alemanes, enemigos de la nación. A ellos, Hitler los culpó de la crisis socioeconómica y el desempleo que amenazaba directamente a los alemanes e hizo hincapié en la incapacidad de los gobiernos anteriores de velar por los intereses nacionales, desde esta perspectiva, entonces, comenzó a ser Hitler, el salvador de Alemania.
De forma paulatina el Partido Nazi fue ganando apoyo hasta que llegó a obtener la mayoría de votos en el Parlamento Alemán, pero Hitler se negó a pertenecer a un grupo en el que varias personas debían tener voz y voto, el apostaba por el cargo presidencial, en el cual podría hacer y deshacer a su antojo. Luego de algunos consensos, el nuevo gabinete consideró al Führer como canciller, lo cual le sedió el control sobre la policía. Aquí, comienza el verdadero despliegue de las ideas de Hitler. Su libro Mi lucha, escrito mientras estuvo en la cárcel, considerado la base del Partido Nazi, hace todo el despliegue de las ideas del partido. Para el líder, el primer problema que debía erradicar Alemania era el problema racial, específicamente, el judío.
En 1933 con la constitución del Tercer Reich se nombró a Hitler como Canciller de Alemania, a partir de este momento, comenzó la caza a los comunistas, judíos y todos lo que estuvieran en contra del régimen, había comenzado el gobierno del terror. El libro que ahora ponemos a su consideración, describe todo el proceso de ascensión nazi, así como el desarrollo económico del país durante esta etapa, las relaciones políticas y el desarrollo de la política exterior. Lleva de la mano al lector durante todo el proceso de genocidio que constituyó esta etapa oscura en la historia Alemana. De este modo, se recomienda para aprender y comprender todos los detalles sobre este movimiento, así como sus consecuencias para el mundo.
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