La proyección actual del Comando Sur en América Latina y el Caribe puede ser analizada desde la dimensión estrictamente operacional, política, ideológica o geopolítica. Sobre esta última, se ha intensificado el debate en medios políticos, académicos y militares estadounidenses a partir de que esta Administración ha planteado que sus principales amenazas provienen de actores estatales extrarregionales, lo que retoma una visión de la Guerra Fría al afirmar que el principal reto a la seguridad nacional de Estados Unidos es la «competencia renovada entre las grandes potencias».
Por lo tanto, China y Rusia son calificadas como «amenazas» muy serias y de alto impacto. Desde la perspectiva del Comando Sur, existe un entorno estratégico en la región caracterizado por la creciente influencia de Beijing y Moscú que son calificados como «actores maliciosos». En ese sentido, las interrogantes serían: ¿Cómo la estructura principal del Pentágono con responsabilidad hacia nuestra área geográfica presenta estos desafíos? ¿Cuál es el nivel de posicionamiento de ambas naciones en la región? ¿Cómo conciben enfrentarlas?
Según el resumen de la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos de enero del 2018, la nación estadounidense se enfrenta a un escenario internacional caracterizado por tres tendencias principales: China y Rusia están socavando el orden internacional, su poderío militar está enfrentando serios desafíos en todos los dominios (aire, tierra, mar, espacio y ciberespacio) y los crecientes cambios tecnológicos están modificando la manera de emprender y enfrentar las guerras y conflictos. De esta manera, el documento refiere que el objetivo principal en el Hemisferio Occidental es «mantener un balance de poder favorable». ¿Qué significa esto?
Recientemente, el Jefe del Comando Sur, Almirante Craig Faller, explicó concretamente el alcance práctico de este objetivo al afirmar: «el principal problema que enfrenta el Departamento de Defensa es la competencia estratégica con China y Rusia. Creo que un elemento importante de esta competencia involucra los valores, las ideas y los ideales». Según Faller, el gigante asiático es una amenaza estratégica significativa a largo plazo y tiene un nivel de influencia acumulativa sin precedentes en el Hemisferio Occidental, lo que se expresa en su creciente posicionamiento económico, el incremento de su acceso marítimo, el control de plataformas tecnológicas y el fortalecimiento de la cooperación en temas de seguridad nacional con países de la región.
En el área económica, el Comando Sur considera que el objetivo estratégico de China es convertirse en el principal inversionista y acreedor de América Latina y el Caribe. Al respecto, ha estimado que el gobierno chino ha ofrecido crédito a 19 países del área por un valor aproximado de 159 mil millones de dólares y consideran que para el 2025 el intercambio comercial será de 500 mil millones. Su mayor preocupación es que aprecian que China está convirtiendo esta penetración económica en influencia política, lo que socava gradualmente la autoridad de Washington.
Con relación al acceso marítimo, el mando militar de Estados Unidos afirma que Beijing ha incrementado significativamente su posicionamiento naval en la región debido a que compañías chinas tienen aproximadamente 50 proyectos portuarios activos. Aprecian que en el mediano plazo emplearán su control sobre puertos de agua profunda para «apoyar su despliegue militar a escala global». Uno de los principales desafíos para el gobierno de Trump es cómo contener el creciente control de los chinos sobre la infraestructura clave del Canal de Panamá. A modo de ejemplo, empresas del gigante asiático completaron 3 proyectos de infraestructura por valor de mil millones en el 2018 y tienen previsto culminar cinco más en el 2019 por un valor de 2 mil 500 millones.
Sobre el control de las plataformas tecnológicas, según el Jefe del Comando Sur «las firmas chinas Huawei y ZTE han penetrado agresivamente la región con proyectos de telecomunicaciones en 16 países». Por lo tanto, esas compañías se han convertido en el principal proveedor de los sistemas de comunicación a nivel gubernamental y comercial de la mayoría de los países de la región. Washington considera como uno de sus más grandes retos obstaculizar el emplazamiento del sistema de tecnología 5G. En ese sentido, los militares estadounidenses piensan que «cualquier transferencia de datos empleando los sistemas chinos tiene alto riesgo de ser monitoreados por el gobierno de esa nación». Por lo tanto, Estados Unidos considera que la información que comparta con los gobiernos de América Latina y el Caribe puede estar comprometida.
En materia de cooperación en el área de la seguridad nacional, el Comando Sur valora que China emplea la venta de armas y los servicios de entrenamiento para ofrecer una alternativa a la cooperación militar de Estados Unidos. Otra gran preocupación es el incremento de las ventas de programas de vigilancia tecnológica a través de la iniciativa china «Ciudades Inteligentes y Seguras» diseñada para prevenir y enfrentar el delito.
Por otra parte, el Almirante Faller considera que Rusia busca socavar la influencia de Estados Unidos en la región a través de la promoción de regímenes como Cuba, Venezuela y Nicaragua que tratan de afectar los intereses de Washington. Consideran que los rusos están centrados en lo que denominan operaciones de desinformación y en la cooperación militar. Los aspectos que más preocupan al Comando Sur en el área mediática es que refieren que Moscú continúa empleando a países de la región para promover información falsa a través de Russia Today y Sputnik Mundo «con el propósito de desacreditar y fabricar historias acerca del papel de Estados Unidos, sus aliados y socios». Además, valoran que estos medios realizan una cobertura positiva de los aliados regionales de Rusia como son los casos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
En la dimensión militar, Faller está muy preocupado por cuatro razones fundamentales: América Latina y el Caribe es un mercado significativo para la venta de armas rusas, representantes de agencia de seguridad de la mayoría de los países de la región han recibido entrenamientos antidrogas con los rusos a partir del 2012, por el emplazamiento en Nicaragua del Centro de Entrenamiento ruso para el enfrentamiento al crimen organizado trasnacional que considera «es una plataforma regional que le permite a Moscú reclutar fuentes de inteligencia y recopilar información» y, en especial, por el despliegue de dos bombarderos nucleares en la región en el 2018 y del buque de guerra más sofisticado durante el 2019, lo que interpretan como señales de demostración de fuerza dirigidas a Estados Unidos.
Según el Jefe del Comando Sur, estas amenazas que representan China y Rusia se combaten enfocándose en tres líneas de trabajo: compromiso y presencia; intercambio de análisis e información y a través del fortalecimiento del adoctrinamiento y entrenamiento a las fuerzas militares de los países de América Latina y el Caribe. Dentro de esta estrategia, esta última es considerada de alto valor e impacto debido a que garantiza que los oficiales de las naciones del área compartan los valores, sistemas de creencias y doctrina militar estadounidenses. Por lo tanto, cautivar, manipular, reclutar y formar a los futuros jefes militares de nuestra región se convierte en uno de los principales instrumentos de dominación hemisférica. En ese sentido, existen amargas experiencias en países donde las fuerzas armadas en contubernio con las oligarquías nacionales y bajo las instrucciones de Washington ejecutan golpes de Estado como el reciente caso de Bolivia.
Por lo tanto, resulta estratégico comprender que esta lógica geopolítica del Comando Sur está insertada dentro de los objetivos del actual gobierno estadounidense hacia Nuestra América que podrían descomponerse en económicos, políticos y de seguridad. En el área económica, están tratando de lograr un posicionamiento privilegiado del capital estadounidense, desplazar a China y Rusia como actores de impacto, así como asegurarse el acceso y control a recursos estratégicos. En la dimensión política, sus propósitos están orientados a lograr que su política de «cambio de régimen» contra Venezuela, Cuba y Nicaragua sea exitosa y debilitar los mecanismos y procesos progresistas. En el ámbito de seguridad, están enfocados en incrementar el control y la capacidad operacional en el área, fortalecer los programas de asistencia técnica, entrenamiento y capacitación, así como el reforzamiento de la presencia de fuerzas militares y seguridad en la región.
Todos estos elementos indican que la campaña estadounidense por «demonizar» y aislar de nuestro hemisferio, «al dragón y al oso», constituye una justificación más para crear las condiciones óptimas que le permitan al águila imperial continuar con sus planes de conquista sobre Nuestra América. Solo nos queda combatir desde un análisis profundo de los planes, intenciones y motivaciones de nuestro enemigo principal que es el imperialismo.
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