Parecía que no era posible. Parecía que era casi imposible. Parecía que esa juventud «perdida» que durante más de 30 años fue ignorada por la cúpula dirigente de la dictadura nunca se revelaría en contra de la amañada seudodemocracia chilena que consolidó el modelo neoliberal fascista. Sin embargo, una vez más quedó demostrado que los jóvenes son los que han dado el primer paso en todas las protestas nacionales durante casi 46 años de batallas.
Jóvenes fueron los que en la década del sesenta del pasado siglo tomaron las calles de Chile y se unieron a las diferentes campañas nacionales de trabajos voluntarios, convocados por la Federación de Estudiantes de Chile y apoyadas por las juventudes comunistas, socialistas y católicas. Jóvenes fueron los que asumieron la campaña de propaganda en las elecciones ganadas por el Presidente Salvador Allende y los que le pusieron el hombro a la descarga de camiones y trenes cuando la contra revolución se echó a andar en los años setenta.
Durante la dictadura los jóvenes entregaron sus esfuerzos e incluso la vida por impedir que el fascismo representado por Pinochet y sus órganos represivos se adueñaran de los destinos de la patria. Fueron jóvenes los que cumplieron misiones internacionalistas en Nicaragua antes y después del triunfo Sandinista, también en el Salvador y Colombia.
¡Cómo no recordar a la columna del Frente Sur cuando entraron a Managua cantando el himno de la Unidad Popular de Chile!
Los jóvenes han sido además los más perjudicados por las acciones genocidas del neoliberalismo y del neo pinochetismo, primeramente durante la dictadura y luego por la seudodemocracia orquestada por gobiernos entreguistas y farsantes.
Hace pocos días, los jóvenes chilenos dijeron: ¡Basta! «Nos han olvidados por años, se han reído de nosotros por cinco periodos de gobierno de la concertación». Dijeron: ¡Basta!, y ahí están en las calles demostrando al mundo que hoy y como siempre la juventud continúa luchando por un mundo mejor, independientemente de la incapacidad política de los partidos tradicionales de la «izquierda».
Los estrechos de mente y los miopes políticos no alcanzan a comprender que la juventud chilena digna, con una dignidad tan alta como las cumbres de los Andes, está haciendo historia y ha decidido caminar por las amplias alamedas del hombre libre, esas que evocó en sus últimas palabras el Presidente Salvador Allende, momentos antes de ser asesinado.
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