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La impronta de aquel Octubre Rojo de 1917

6 nov. 2017
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Marx y Engels elaboraron un estudio y una crítica del capitalismo europeo desarrollado del siglo XIX. Formularon, además, la necesidad de una nueva filosofía que proponía la modificación de las relaciones de propiedad y sus implicaciones inmanentes.

Para ellos, el objeto de la filosofía se sustentaba en una interpretación y transformación de la sociedad, expuestas con un profundo dominio de las síntesis teóricas en las Tesis sobre Feuerbach (1844), que representó una revolución en el campo de la teoría filosófica marxista. Concibieron la revolución proletaria socialista en los países más avanzados y cultos de Europa como consecuencia del intenso desarrollo capitalista de producción, y sus contradicciones antagónicas con las fuerzas productivas, lo que originaría, una nueva época de revoluciones sociales, cuyo protagonista principal sería el proletariado.

La formación económico social capitalista desaparecería y la nueva sociedad socialista, con un breve período de transición, que denominaron dictadura revolucionaria del proletariado, crearía las bases de la formación económico social comunista, la sociedad del futuro, sin explotados ni explotadores. En tal sentido, se explica la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1872), conocida como la Primera Internacional.

Sin embargo, las revoluciones europeas en los países más desarrollados del continente fracasaron, y su expresión mejor y más elocuente fue la derrota de La Comuna de París en 1871.

En sus trabajos teóricos, de carácter político, económico, filosófico y sociológico, Marx y Engels nunca apreciaron la posibilidad real de una revolución socialista de contenido marxista en la Rusia del siglo XIX. Sus proyecciones tampoco traspasaron, en lo fundamental, las fronteras del continente europeo.

El Octubre Rojo de 1917 significó el inicio de las revoluciones socialistas del siglo XX que habrían de extenderse a la Revolución china de 1949, la Revolución vietnamita en los años cincuenta, después de vencer al colonialismo francés, y la Revolución cubana de 1959, encabezada por el más excepcional político de América Latina del siglo XX: Fidel Castro.

Es imprescindible destacar que estas tres grandes revoluciones jamás fueron exportadas ni manipuladas por la Tercera Internacional, fundad el 1ro. y 2 de marzo de 1919 en Moscú, cuando el estado bolchevique, en pleno comunismo de guerra (1918-1921), libraba una guerra a muerte contra la intervención extranjera de trece países y la contrarrevolución interna, que había desarrollado una guerra civil total que amenazó con la conquista de Moscú y Petrogrado, cuna de la Revolución del Octubre Rojo.

Se debe destacar, así mismo, que la consigna de la Tercera Internacional era «Proletarios de todos los países y pueblos del mundo oprimido, uníos». De esta forma, el problema colonial se establecía por primera vez en la agenda revolucionaria del marxismo.

En 1883, Jorge Plejánov fundó «Emancipación del trabajo». Primer grupo marxista de Rusia. A partir de entonces, el marxismo comenzó a difundirse en el imperio de los zares.

Este arraigo de la filosofía marxista se explica por tres razones esenciales:

-        El proletariado ruso se estaba gestando como clase, en los grandes centros urbanos, junto a una burguesía débil y dependiente del capital extranjero.

-        En la Rusia zarista nunca hubo una sólida filosofía burguesa con auténticos fundamentos científicos.

-        Existía, además, un importante sector de la intelectualidad procedente de las capas burguesas que no solo estaba a favor de una revolución de tipo político, sino que exigía una revolución social, cuyo objetivo principal estaba expuesto con mayor claridad, que en cualquier otra filosofía política, en la teoría marxista.

La guerra ruso-japonesa de 1904, la revolución rusa de 1905, que Lenin denominó como «ensayo general de la revolución de 1917» y el inicio de la primera guerra mundial en 1914, ejercieron una fuerte influencia en la génisis del Octubre Rojo de 1917.

A cien años de esta revolución, no puede omitirse, desde el presente, en pleno siglo XXI, un balance y valoración de este proceso revolucionario, cuya presencia e impacto no puede obviarse ni olvidarse, como memoria histórica, cultural, filosófica y política de la humanidad.

El marxismo de Lenin y de los bolcheviques no constituye la copia al carbón de la obra de Marx y Engels.

El bolchevismo fue capaz de forjar en el siglo XX un marxismo autóctono, autónomo y legítimo a partir de una interpretación creadora y novedosa de Marx y Engels.

Los bolcheviques fueron capaces de demostrar que la socialdemocracia europea se había convertido en aliada estratégica de la burguesía, revelaron el carácter revisionista y oportunista de esta corriente pseudomaxista que se consideraba heredera y albacea de la obra de Marx y Engels. En nuestros tiempos estos enfoques se corroboran con precisión matemática.

El marxismo encuentra, además, en la obra teórica de Lenin, derivada casi en su totalidad de las acciones políticas, la definición más exacta del concepto del Partido, resultado de un quehacer revolucionario de más de dos décadas.

Este concepto, cuyo núcleo fundamental se expresa en la definición de vanguardia teórica, política e histórica, fue la garantía de las victorias de las revoluciones socialistas el siglo XX.

Para el bolchevismo, el Partido equivale a una organización revolucionaria selecta, vinculada, asociada y derivada del proletariado revolucionario, y otras clases o grupos sociales aliados.

La ausencia de la consideración del significado de lo que es una vanguardia dentro del movimiento político y social en nuestros tiempos, puede tener un costo elevado para cualquier revolución en desarrollo.

La pléyade de los bolcheviques creada y forjada por Lenin, el primero entre los iguales, integrada por prominentes figuras como Trotski, Stalin, Bujarin, Sinoviev, Kamenev, Dzherzhinski, Alejandra Collantai, Nadezhda Krupskaia, Larisa Reiner, Inés Armand, para solo citar una muestra en la que pudieran situarse otros revolucionarios de méritos similares, era consciente de que la revolución marxista tenía que sustentarse en sólidas concepciones internacionalistas  que se expresaron en la creación de la Tercera Internacional (1919-1943).

Fue precisamente esta visión del internacionalismo, aunque deformada por Stalin después de la muerte de Lenin en 1924, lo que permitió el apoyo a la República española en 1936 y la creación de un poderoso frente antifascista en Europa para enfrentar el nazismo, a pesar del nefasto tratado que Alemania y la URSS suscribieron en 1938.

Los guerrilleros comunistas de Francia, Italia, Yugoeslavia, Bulgaria, Grecia y otros países, inspirados en la ideología de la Revolución de 1917, pusieron en jaque a las tropas de ocupación alemanas en estos territorios.

La red de inteligencia, conocida como La orquesta roja, integrada por combatientes clandestinos, en las que militaban hombres y mujeres de diferentes nacionalidades, antifascistas y comunista, formaron parte del destacamento secreto de la inteligencia militar del Ejército rojo, que aportó valiosas y decisivas informaciones de inteligencia a la URSS durante la segunda guerra mundial.

En el terreno del arte y la literatura, los bolcheviques, a partir de su Comisariado para la instrucción pública, llevaron a cabo una auténtica revolución cultural para erradicar el analfabetismo, establecer programas para la promoción de las artes plásticas, la cinematografía, el gusto por la poesía, la narrativa, el desarrollo de novedosas líneas de investigación en el campo de la psicología, las ciencias jurídicas, las ciencias económicas, la filosofía, etc. que aunque posteriormente deformadas por las tesis dogmáticas del realismo socialista, impuestas por Stalin a partir de los años treinta del siglo XX, dejaron un legado para las generaciones posteriores de revolucionarios, que influyen en los teóricos marxistas en nuestros días.

Temas como la emancipación de la mujer, el amor libre, el papel de la familia, fueron investigados en los primeros años de la Revolución Rusa de 1917 y merecen una actualización teórica y filosófica.

La doctrina militar del Ejército rojo organizado por Trotski a instancias de Lenin y elaborada a partir de las experiencias del comunismo de guerra por especialistas militares bolcheviques, sentó las bases teóricas, estratégicas y operativas, que condujo a las heroicas tropas de la URSS de Moscú a Berlín al costo de más de 26 millones de vidas en el país de los soviets. Sin esa victoria militar decisiva, el destino de la segunda guerra mundial hubiera sido diferente.

Las experiencias en el campo de la teoría económica surgida a raíz del comunismo de guerra y de la Nueva Política Económica (NEP) ofrecen importantes referentes teóricos y metodológicos para los estudios sobre la transición al socialismo, sin ser una fórmula mágica.

Los bolcheviques sentaron cátedra en el diseño de las estrategias de las alianzas de clases, aspecto que en nuestros tiempos es esencial para hacer avanzar la revolución.

Estuvieron convencidos que la alianza obrero-campesina era un pilar fundamental en la transición socialista y que, en un país mayoritariamente de población campesina, la revolución socialista requería de esa alianza o se perdería la revolución.

Para nuestra época es de extrema significación la política trazada por Lenin sobre la cuestión nacional o problema de las nacionalidades. Como ningún otro marxista del período, Lenin supo captar la decisiva importancia de la autodeterminación de las naciones en oposición a la tesis sostenida por la destacada revolucionaria y teórica Rosa Luxemburgo.

En las primeras décadas del siglo XXI es de suma importancia conocer y divulgar la creación teórica del leninismo como convocó Fidel Castro en ocasión del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Es imprescindible volver la mirada sobre procesos importantes como la Tercera Internacional de Lenin, la cultura del bolchevismo, la teoría del Estado y el problema de las nacionalidades.

El pensamiento crítico marxista de nuestro tiempo requiere y demanda este examen para identificar cómo se forjó la Revolución bolchevique de 1917.

Sin exhibir ningún tono dramático, es importante subrayar que todas las causas y condiciones  que condicionaron el derrumbe y la desintegración de la URSS fueron advertidas —para no emplear la metáfora de adivinadas— por Lenin y los bolcheviques en el período 1919-1923.

Los textos de Lenin como «Informe político del Comité Central al XI Congreso», «Cinco años de la Revolución rusa y perspectivas de la revolución mundial», «Cartas al Congreso», de 1922, y otros que plantean la reorganización  del Comisariado de Inspección obrera-campesina, el lúcido ensayo «Más vale poco y bueno», son pruebas y evidencias de la visión del leninismo acerca de los retos y desafíos que enfrentaba el socialismo en la URSS.

La desaparición física de Lenin en 1924, los subsiguientes hechos ocurridos en la Revolución rusa, la consolidación en el poder de Stalin y el estalinismo, la eliminación física de casi todos los protagonistas más relevantes de la Revolución rusa, en los años treinta del siglo pasado, en los llamados «procesos de Moscú» de 1936 y 1938, condujeron a la burocratización del Partido y el Estado en la URSS, la enajenación de la vida espiritual y cultural de la nación, la carencia de la relación del Partido y las masas, y la ausencia de políticas económicas que respondieran a la creación de una sociedad humana más justa y organizada sobre las bases de una verdadera democracia socialista como siempre proclamó Lenin y los bolcheviques.

La obra emprendida por el Octubre Rojo de 1917, no obstante lo anteriormente descrito sobre Stalin y el estalinismo, garantizó la victoria del Ejército rojo sobre el fascismo y el nazismo, y la influencia del marxismo en Europa, Asia y África y sobre las revoluciones más importantes y trascendentes del siglo XX: la china, la vietnamita y la cubana.

El XX Congreso del PCUS, en marzo de 1956, constituyó una crítica y una condena a Stalin y al culto a la personalidad, pero los delegados al Congreso desconocieron la necesidad de analizar las causas y condiciones que determinaron el fenómeno del estalinismo. Ese hubiera sido el momento de la rectificación de los errores y tendencias negativas en la transición socialista. Les faltó la visión política expuesta por Fidel Castro en su concepto de Revolución.

En el centenario de la Revolución rusa de 1917, los textos publicados por la Editorial Ocean Sur, nos aproximan a reflexiones, valoraciones y análisis que nos permiten extraer conclusiones acerca de la legitimidad teórica, política, histórica y cultural del Octubre Rojo de 1917, que modificó para siempre el curso de la historia.

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