Esta versión del 2023, constituye un reflejo del complejo entorno internacional y de las crecientes preocupaciones de Washington por los desafíos que está enfrentando sistemáticamente. Resulta de utilidad conocer cómo la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos, conformada por 18 agencias ejecutivas, explica en este documento cómo va a gestionar la profunda disputa geopolítica que está teniendo lugar a escala planetaria entre las grandes potencias. Precisamente el propósito de este artículo es explicar las acciones que tiene previsto realizar el gobierno estadounidense de acuerdo con esta Estrategia.
El primer objetivo estratégico que se propone lograr es “posicionar a la Comunidad de Inteligencia para intensificar la competencia estratégica”. Por lo tanto, la prioridad sería promover y generar las capacidades que le permitan a Washington sacar ventaja y salir victorioso de la intensa disputa geopolítica que está desarrollando con China y Rusia.
En el texto, se describe un escenario en el que Estados Unidos está enfrentando un entorno complejo e interconectado en el que sobresalen como las principales amenazas Beijing y Moscú. También destaca la emergencia de los denominados desafíos globales compartidos entre los que mencionan: el cambio climático, las pandemias y los riesgos a la salud humana, así como las tecnologías disruptivas.
El documento afirma que China es el único competidor global que cuenta con dos características: 1) tiene la intención de reconfigurar el orden internacional 2) tiene la capacidad de poder lograrlo por su creciente poderío económico, diplomático, militar y tecnológico. En el caso de Rusia, señalan que constituye una amenaza al orden de seguridad regional en Europa y Eurasia, así como es una fuente de inestabilidad internacional. No obstante, enfatizan que Moscú carece de las capacidades de amplio espectro que posee Beijing.
De acuerdo a la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos, el liderazgo en tecnología e innovación será clave para superar a sus rivales. Recalca que el gobierno estadounidense debe estar en condiciones de identificar la aplicación e implicaciones de las tecnologías emergentes, entender las cadenas de suministros y emplear las herramientas económicas para asegurarse que sus competidores estratégicos no estén en condiciones de socavar su seguridad nacional.
Teniendo en cuenta el contexto global y los intereses estadounidenses, la Estrategia de Inteligencia Nacional propone que las agencias de la Comunidad de Inteligencia adopten los siguientes pasos:
-Profundizar y expandir la experticia en las capacidades de análisis y obtención de información estratégica. Tomar en cuenta nuevos enfoques fuera de la Comunidad que permitan satisfacer las necesidades de los decisores en este escenario competitivo.
-Invertir en el desarrollo de métodos innovadores y cultivar nuevas fuentes de información. Trabajar de manera más sistemática con aliados, socios, el sector privado y público para facilitar un mejor entendimiento sobre los riesgos tecnológicos.
-Establecer métodos y sistemas de trabajo que promuevan mayor interoperabilidad y coordinación entre las diferentes agencias de la Comunidad de Inteligencia dada la naturaleza global de la competencia estratégica.
-Mejorar las habilidades de proveer de manera oportuna y precisa valoraciones sobre los competidores en cuanto a sus intenciones y capacidades. Fortalecer las capacidades en materia de idiomas, elementos técnicos, inteligencia artificial y herramientas analíticas avanzadas.
-Profundizar sus habilidades para entender cómo los países en cada región del mundo perciben, se implican y buscan gestionar este nuevo contexto global. Incrementar las capacidades para determinar oportunidades que favorezcan el desarrollo de relaciones estratégicas con Estados Unidos.
-Mejorar la comprensión sobre cómo los actores no estatales pueden emplear sus recursos y capacidades de una manera que pueda apoyar o socavar la seguridad nacional estadounidense.
Realmente, estas propuestas que se reflejan en la Estrategia de Inteligencia Nacional no son novedosas debido a que constituyen acciones que tradicionalmente Washington ha tratado de promover. En la práctica, más allá de los deseos e intenciones de la Comunidad de Inteligencia, la configuración de un nuevo orden mundial hace algunos años que comenzó y se están manifestando signos claros que la distribución del poder global no está favoreciendo a Estados Unidos.
La esencia es que estamos en presencia de un declive hegemónico que parece ser irreversible y que cada día conduce a que la otrora superpotencia indiscutible enfrente una seria crisis de liderazgo a escala planetaria. La Comunidad de Inteligencia estadounidense a pesar de su poderío y capacidades no está preparada para detener ese proceso que se encuentra en franco ascenso y al que sus competidores le están sacando partido.
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