Proposiciones

La combatividad, la fuerza y la imaginación de la mujer

9 abr. 2020
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En estos días del III Encuentro del Frente Continental de Mujeres contra la Intervención, que creamos en Managua, Nicaragua, en 1982, La Habana tiene el honor y la satisfacción de ser, de cierta manera, la capital continental de la mujer, ya que ustedes, por su diversidad y por su número, constituyen una muestra elocuente y significativa del movimiento de la mujer en nuestra región.

Muchas cosas nos unen a las mujeres del mundo, nuestros sueños y aspiraciones son los mismos: anhelamos un mundo mejor donde impere la justicia social, la dignidad plena, la igualdad, la paz.

Para las mujeres de América Latina y el Caribe convergen además muchas más similitudes que diferencias, cimentando una especificidad que se basa en múltiples raíces comunes, en una herencia cultural, en una identidad continental.

Me atrevería a asegurar que el movimiento de la mujer en América Latina y el Caribe, por su desarrollo, por su fortaleza, por su alcance, es prácticamente único.

Estos últimos años han sido testigos de su crecimiento, de su madurez, y lo que es aún más importante: de su capacidad para el diálogo en concordancia con la propia evolución de la mujer de nuestra región, con la conciencia alcanzada por ella.

La Década de las Naciones Unidas para la Mujer, aprobada por una iniciativa lanzada por la Federación Democrática Internacional de Mujeres, propició ocasiones y oportunidades para el Encuentro y el conocimiento mutuos, que fueron bien utilizadas por las mujeres de nuestro continente.

Ya desde su inicio, con la Conferencia y Tribuna de México, las mujeres de América Latina y el Caribe se destacaron por su combatividad y amplio diálogo, que se mantuvo durante todo el transcurso de la Década hasta Nairobi.

El encuentro de Nairobi en 1985 sobrepasó todas las expectativas.

Más de quince mil mujeres acudieron a esa cita, y lo más significativo fue justamente la participación en forma unida y coordinada de los más diversos sectores de América Latina y el Caribe que acudieron.

El Frente Continental de Mujeres, al lanzar la iniciativa de este III Encuentro Continental, recogió, en buena medida, los deseos patentizados en otras reuniones de continuar y profundizar el intercambio y el diálogo, de buscar, más allá de nuestras diferencias y matices, lo que nos une.

Esta búsqueda de nuestros puntos en común y en consecuencia de un entendimiento, de la poderosa acción concertada, ha sido la divisa del Frente desde su surgimiento.

Aspiramos a que este III Encuentro pueda reflejar esa madurez, esa conciencia creciente, esa capacidad para el diálogo y la acción, y que cubra las expectativas no solo de las que aquí concurren, sino de todas aquellas que por diversas razones no pudieron asistir.

El gran número de participantes nos impone un desafío: ser capaces de lograr, de forma democrática y abierta, que todas puedan expresar sus opiniones, sus ideas; que trabajemos con coordinación y creatividad a la vez; que multipliquemos el tiempo y saquemos el mayor provecho de nuestras sesiones.     

Los temas que abordaremos en el transcurso de estos días nos darán la posibilidad de debatir y confrontar nuestras ideas, nuestras experiencias, y quizás, si logramos aunar nuestras voluntades, de llegar a definiciones y análisis que nos fortalezcan aún más y nos permitan, al conocernos mejor, poder juntas encaminar acciones en común.

Para nuestra organización, la Federación de Mujeres Cubanas, ha sido reconfortante y hermosa la respuesta que ha tenido la convocatoria de este Encuentro en La Habana. Ha sido un reto organizativo por su magnitud, pero también ha sido una prueba de confianza. El Encuentro nos permite no solo reencontrarnos con viejas amigas, sino conocer a otros cientos de mujeres que de diversas formas y por diferentes medios están comprometidas en esta ardua y compleja lucha por la igualdad y por el alcance de una vida digna para nuestros pueblos.

Por ello queremos invitarlas, en el poco tiempo con que cuentan, a que conozcan nuestro país, nuestra realidad, nuestro trabajo y a nuestras mujeres.

El triunfo de la revolución permitió la irrupción masiva de la mujer en el quehacer nacional a todas las escalas y potenció sus capacidades y protagonismo.

Hace más de veinticinco años las mujeres de nuestro país crearon la Federación de Mujeres Cubanas a fin de aportar su fuerza y su acción a la creación de una nueva vida en la cual la igualdad es uno de los principios esenciales.

La voluntad política manifiesta por alcanzar la igualdad primó desde antes del triunfo revolucionario. La creación hace justamente treinta años, del Pelotón Mariana Grajales del Ejército rebelde, en la Sierra Maestra fue prueba tangible tanto de esta voluntad como de la naciente conciencia de la mujer por alcanzar sus derechos. Así, desde esos tempranos tiempos de la Sierra Maestra se plasmaban los principios establecidos por Fidel.

Hoy hemos obtenido importantes logros en la incorporación femenina a la fuerza de trabajo, y lo que es más significativo: con una nueva calidad, como fuerza de trabajo calificada, al ser las mujeres más de la mitad de los técnicos del país.

Todas las profesiones, oficios y carreras universitarias se encuentran abiertas a la mujer. Los servicios de salud, de forma gratuita, están al acceso de todas. Contamos, institucionalmente, con el apoyo del Partido y del Estado en nuestra labor.

Hoy luchamos desde una nueva perspectiva, desde otra calidad, sin analfabetas, sin prostitución como fenómeno social, con esferas importantes de la vida como la educación y la salud plenamente aseguradas para todas, con dignidad como mujeres, como seres humanos.

Es hoy una realidad el que existan nuevas posibilidades y oportunidades de participación para la mujer cubana. Hemos logrado importantes objetivos, pero miramos hacia el futuro empeñando nuestros esfuerzos para lograr los cambios necesarios que hagan desaparecer los escollos que aún entorpecen el avance acelerado de la mujer cubana hacia la plena igualdad.

Lo importante es que en este empeño no marcha sola la Federación de Mujeres Cubanas. En nuestra sociedad socialista estos objetivos son en primer lugar de nuestro Partido, línea de trabajo en nuestro Estado, y juntos luchamos por alcanzar las metas más avanzadas.

Comprendemos con profundo espíritu solidario cuán más difícil, cuánto más dura es la lucha que aún toca a cada una de ustedes.

(…) En muchos países es poco lo que se ha avanzado en el propósito que animara el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer. Su lema de «Igualdad, desarrollo y paz», está aun plenamente vigente.

Permanecen en pie los mismos obstáculos existentes desde el inicio de la década a los que se han unido, haciendo más crítica la situación, nuevos problemas, en especial los efectos devastadores de la crisis económica y el agravante peso de la deuda externa que tan cruelmente golpea a amplios sectores que ya de por sí sobrevivían en condiciones paupérrimas.

La política agresiva e injerencista del imperialismo en la región y en especial en Centroamérica se ha exacerbado. Esta política, cuyos ejes principales son la violencia, el menosprecio y la absoluta falta de respeto a los derechos de los pueblos, siembra el luto, el dolor, continuos derramamientos de sangre.

En esta difícil y dramática coyuntura la mujer recibe con mayor impacto las consecuencias. Y debemos ser justamente las mujeres las más comprometidas, las abanderadas en esta lucha por hacer realidad para todas, la igualdad, el desarrollo y la paz.

El Encuentro abre hoy sus puertas; nuestro país, nuestras mujeres, les abren su corazón. Esperamos que estos días de trabajo conjunto propicien un mayor y mejor conocimiento mutuo y que el III Encuentro sea una muestra fehaciente de la creatividad, la combatividad, la fuerza y la imaginación de la mujer.

Discurso de apertura del III Encuentro del Frente Continental de Mujeres contra la Intervención, La Habana, 3 de octubre de 1988.

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