Muchos son los comentarios, opiniones y debates en torno a la colaboración médica que Cuba ha prestado —y continua brindando— a muchas naciones comúnmente denominadas tercermundistas. Desde merecidos elogios, por su carácter humano y solidario, por las miles de vidas que ha contribuido a salvar, por la importancia que ha tenido para mantener el prestigio de nuestra revolución socialista; hasta muy severas críticas por descuidar, a veces, los servicios médicos que se prestan a la población cubana, al enviar a muchos de los mejores especialistas cubanos; así como, también equipamiento y diversos medios técnicos a otros países del mundo.
Siendo así, se hace necesario estudiar a profundidad la naturaleza, los orígenes y los principios que rigen dicha cooperación. Para ello, quizás, sería válido preguntarnos en qué consiste la ayuda que brinda Cuba en materia de salud a otras naciones. De acuerdo con José Ángel Maury del Toro, se debe entender como colaboración médica cubana al «conjunto de acciones concretas que en materia de salud desarrolla Cuba hacia otros países. Incluye la prestación de servicios profesionales y la formación y adiestramiento de profesionales extranjeros. Se realiza en condiciones de total libertad por ambas partes, de manera incondicional y sobre la base de principios y valores humanistas». (Maury, 2010, p.13)
Según las investigaciones de Michele Santa Iglesias (2012), entre los elementos que caracterizan a la colaboración médica cubana en materia de salud se encuentran los siguientes:
- Cuenta con consenso nacional y voluntad política, eje importante en el desarrollo de la política exterior cubana como vía para la verdadera integración.
- Se canaliza mayoritariamente a través de gobiernos centrales y locales, busca fortalecer o crear la infraestructura que permita la sostenibilidad.
- El 80% de la Cooperación aporta capital humano altamente calificado, con vocación humanista y de servicios, estimula la formación de recursos humanos y la transferencia de modernas tecnologías.
- Sigue el principio de responder a las necesidades planteadas por las autoridades de los países receptores de la ayuda.
A lo largo de la historia, esas han sido las características de la mayoría de las misiones médicas que Cuba ha enviado a otros países, siguiendo los principios que rigen nuestra política exterior, entre los que se encuentran el internacionalismo y la solidaridad (D´Estefano, 2002). Aunque en la actualidad existen otras formas de cooperación, con diferentes niveles de compensación económica por parte de los beneficiarios, lo cierto es que, desde los primeros años después del triunfo revolucionario, el nuevo gobierno demostró su disposición de ayudar a todos los pueblos del mundo, especialmente mediante el envío de médicos cubanos.
Cabe resaltar que, durante los primeros meses de 1959, ocurrió un éxodo de casi la mitad del personal médico con que contaba el país (Marimón y Martínez, 2010). La Revolución tuvo entre sus premisas fundamentales mejorar la precaria situación de salud existente. Como parte de ese proceso, el cual incluyó la integración del Sistema Nacional de Salud, se dieron los primeros pasos en materia de ayuda humanitaria internacionalista.
«En 1960 Cuba comienza a brindar ayuda solidaria en el campo de la salud, a pesar de las limitaciones económicas y de recursos humanos existentes en el país. La primera brigada emergente, compuesta por 25 profesionales de la medicina, partió para Chile con ocho toneladas de equipos e insumos. El objetivo fue auxiliar a esa nación que había sufrido los embates de los terremotos de Concepción y Valdivia durante los días 21 y 22 de mayo».[1](Martínez, 2016). Esa constituyó la primera modalidad que incluiría la colaboración médica cubana: las Brigadas Médicas Emergentes. Desde entonces y hasta la fecha, muchos han sido los ejemplos en los que dichas brigadas han socorrido a las víctimas de huracanes, inundaciones, terremotos, maremotos y tsunamis en múltiples parajes del planeta.
Otra de las modalidades que ha abarcado la cooperación cubana en el área de salud han sido las Misiones Internacionalistas. La primera de ellas tuvo lugar en los primeros años de la etapa revolucionaria, en 1963, después de una visita realizada por el presidente de Argelia al Comandante en Jefe Fidel Castro. En esta época, cincuenta y ocho colaboradores —entre médicos, estomatólogos, enfermeros y técnicos de la salud— fueron enviados a ese recién nacido país (anteriormente colonia francesa).
Por otra parte, se inició también, en 1961, la formación de profesionales y técnicos de la salud extranjeros en Cuba. Un total de cuarenta y cinco médicos y estomatólogos se graduaron en nuestro país durante la década de los 60. De igual forma, tuvo lugar la primera asesoría docente brindada por un profesional cubano de la salud. Tal fue el caso del estomatólogo Reinaldo de la Nuez García, quien brindó sus servicios a la Cátedra de Ortodoncia de la Escuela de Estomatología en la Universidad de Argel (Maury, 2010).
Durante los primeros 20 años del periodo revolucionario la cantidad de colaboradores médicos cubanos; así como, el número de países beneficiados, fue creciendo exponencialmente. De 400 profesionales de la salud que prestaron servicios en 5 naciones durante los años sesenta, la cifra ascendió a más de siete mil especialistas en 22 países en el año 1979 (Marimón, 2006). De igual manera, se incrementó el monto total de los médicos y estomatólogos, provenientes de países pobres, que se formaron en Cuba.
Es válido señalar que, a finales de los años 70, comenzó a aplicarse otra modalidad de colaboración médica. Se trata de los Contratos con Organismos Internacionales. A través de dicha modalidad, «profesionales del sector de la salud cubanos trabajan como asesores o representantes de instituciones internacionales en determinados países. Entre dichas organizaciones se encuentran: la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de Salud en conjunto (OMS/OPS), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)» (Martínez, 2016).
Ya en la década de los 80 ocurrieron un grupo de cambios que influyeron en la evolución de la colaboración médica cubana. El país experimentó un auge económico, que permitió el desarrollo e implementación de un gran número de programas dentro de la esfera de la salud. Se adquirieron nuevas tecnologías, de las más avanzadas a escala mundial, se abrieron nuevos centros médicos de muy alto nivel, comenzó el trabajo de los médicos y enfermeras de la familia; en fin, hubo un desarrollo del sector de la salud a escala nacional. Este avance, unido al prestigio alcanzado en el mundo por los médicos cubanos, provocó que varios países, que no se incluían precisamente entre los más atrasados económicamente, quisieran contratar galenos de nuestro país.
En ese contexto, se decide crear una nueva modalidad de colaboración: las misiones con Asistencia Técnica Compensada (ATC). Este nuevo tipo de misiones tiene como peculiaridad que los colaboradores son contratados por el país receptor, pagándole un salario del cual es remesado un por ciento a Cuba. El envío de ATC permitió, entre otros beneficios que tuvo para Cuba, que se mantuviera el flujo de misiones médicas gratuitas a los países más necesitados; así como, la formación de profesionales de la salud que en sus países no hubieran podido nunca costearse los estudios requeridos. Como parte de esta modalidad, se firmaron acuerdos intergubernamentales y se enviaron misiones médicas a Estados como Irak (1978), Libia (1979), Kuwait (1985) y Argelia (1987) (Santana, 2012).
Para finales de esa década, ya la colaboración médica cubana se extendía por 36 países de cuatro continentes. Sin embargo, después del desmoronamiento del Campo Socialista y la crisis económica que ese suceso provocaría en Cuba, muchos temieron y pronosticaron que el flujo de misiones médicas cubanas disminuiría drásticamente o, incluso, desaparecería. Ciertamente, los años conocidos como «el periodo especial», que fueron aprovechados por los Estados Unidos para recrudecer el bloqueo, alentar a la disidencia e implementar un gran número de restricciones que intentaban asfixiar al gobierno y al pueblo revolucionarios, pusieron a la colaboración médica cubana al borde de la extinción.
Sin embargo, se aplicaron diversas alternativas que permitieron continuar prestando ayuda a otros países. Se potenció la modalidad de misiones ATC en países como Angola, Mozambique, Sudáfrica, Zambia, Brasil y Yemen. Este fue un elemento decisivo para la economía del país, aportando aproximadamente 7 millones de USD cada año (Martínez, 2016). Con respecto a la ayuda solidaria sin retribución hay que resaltar que, aun cuando su volumen disminuyó de manera considerable, estas no se suspendieron completamente. De hecho, la década de los 90 estuvo marcada por varios hechos que resaltaron la importancia concedida por Cuba a la colaboración médica.
El primero de esos momentos fue la actitud asumida por el gobierno revolucionario tras el paso de los huracanes Georges y Mitch por varias naciones del área del Caribe y Centroamérica, en septiembre de 1998. Inmediatamente, nuestro país envió brigadas emergentes a Honduras, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Belice, Haití y República Dominicana, entre otros (Maury, 2010). A partir de estos sucesos, se creó el Programa Integral de Salud (PIS), por iniciativa de nuestro Comandante en Jefe. El PIS pasó a ser una de las modalidades más importantes de la ayuda médica cubana a otros países, contribuyendo hasta la actualidad con más de 25 mil colaboradores en más de 57 países. Los principios que rigen este programa son: 1) Envío gratuito por el tiempo que sea necesario de profesionales y técnicos de la salud, dedicados especialmente a la atención primaria; 2) Las brigadas prestan sus servicios en zonas rurales; 3) Los médicos prestan sus servicios a toda la población sin distinción de razas, credos e ideologías, sin mezclarse en los asuntos de política interna y respetando las leyes y costumbres de los países en que laboran.
Por otro lado, en 1999 se creó la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) para lograr la sostenibilidad, permanencia y continuidad del PIS (Martínez, 2016). Esta iniciativa surgió con la premisa de formar profesionales de la salud, de manera gratuita, en los países afectados por el paso de los huracanes anteriormente mencionados; así como, otras naciones de la región que lo necesitaran.
Finalmente, también en el año 1999, surgió el Programa Especial Venezuela, poco después de la ocurrencia de un desastre natural que afectó principalmente el estado de Vargas. Cuba brindó su ayuda para socorrer y ayudar a las más de 200 mil personas afectadas, enviando una brigada con 454 colaboradores médicos. El Convenio de Cooperación Integral firmado entre ambos países en el año 2000 fue un paso trascendental en la colaboración entre ambos países. A partir del establecimiento de dicho convenio se ha avanzado en la formación de estudiantes venezolanos en Cuba, el tratamiento de pacientes de esa nación en instituciones de nuestro país; así como, el envío de especialistas, técnicos y otros profesionales a cumplir misión en las diferentes regiones de Venezuela.
Con la llegada del nuevo milenio, Cuba continuó fortaleciendo los mecanismos de colaboración médica, especialmente en América Latina y el Caribe. En el caso particular de Venezuela, dos nuevos programas resultaron de significativa importancia. Primero, el 16 de abril del año 2003, se inició la Misión Barrio Adentro, que en poco más de dos años había posibilitado el envío de unos 20 mil colaboradores cubanos (Prensa MPPS, 2013). Esta Misión tenía como objetivo democratizar la salud en ese país, como parte de la política de salud del gobierno bolivariano, y se caracterizó por colocar a los médicos cubanos en el centro de las comunidades más pobres, habitando casi siempre en casa de los propios pacientes.
Otro de los programas surgidos en Venezuela, y que después incluyó a otros países fue la Misión Milagro, surgida en julio del 2004. Como parte de esa misión, millones de personas se han operado de manera gratuita y han podido así recuperar su visión. También se han construido centros oftalmológicos en Venezuela y otros cinco países de América Latina, según informes de la Unidad Central de Cooperación Médica de Cuba.
Otro ejemplo de necesaria mención en lo relativo a la cooperación médica cubana es la creación, en el año 2005, del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, constituido originalmente para brindar apoyo a los damnificados por el huracán Katrina, luego de su paso por Estados Unidos. Aunque el gobierno de ese país rechazó la ayuda brindada por Cuba, el contingente continuó consolidándose y ha brindado su ayuda en varios países tras la ocurrencia de desastres naturales y epidemias.[2] (Marimón, 2006)
Si se continúa el análisis de la colaboración médica cubana hasta la actualidad, resalta el hecho de que ésta ha continuado creciendo alrededor del mundo. En el año 2014, se registraron colaboradores cubanos en 67 países, aproximadamente la tercera parte de los Estados reconocidos por las Naciones Unidas. A lo largo de la historia, el número total de profesionales de la salud de nuestro país que han prestado sus servicios en otras naciones asciende a más de 350 mil, lo cual demuestra la magnitud y trascendencia de la ayuda que hemos brindado, en su mayoría de manera desinteresada y siempre con un carácter altruista, a millones de personas en los países más pobres del orbe.
Nuevas iniciativas continúan incentivando la presencia de especialistas cubanos en múltiples escenarios del mundo. El Programa Más Médicos para Brasil, implementado por el gobierno de este país, requirió la participación de más de11 mil médicos de nuestra nación.
Otro ejemplo reciente de movilización de galenos cubanos fue el envío de una brigada a países de África Occidental para combatir la epidemia del ébola. La actitud y compromiso mostrados por ellos ha sido reconocida a nivel internacional por muchos Estados, organizaciones y personalidades, algunos de los cuales han mantenido siempre una postura negativa con respecto a Cuba. Y es que en realidad, la ayuda prestada por los médicos cubanos es un hecho de un alto e irrefutable valor humano.
Es por ello que, después de vistos todos los elementos planteados, no parece prudente cuestionar la validez y la trascendencia que ha tenido, como parte de la proyección internacional del gobierno cubano, la colaboración médica brindada por nuestro país a muchas naciones del mundo. Aunque en la actualidad exista una tendencia a incrementar las misiones del tipo ATC, las cuales implican un nivel de compensación económica por parte de los favorecidos, esto no resta valor ni prestigio a todo el sistema de colaboración médica establecido por Cuba.
No importa cuántas opiniones negativas se generen en torno a este fenómeno. Lo que realmente es imprescindible es que los médicos cubanos continúen salvando vidas, dentro y fuera de nuestras fronteras. Ese es el mayor compromiso que enfrenta nuestro país hoy: ser consecuente con nuestros principios de solidaridad, altruismo e internacionalismo. Mientras continuemos cumpliendo con ese compromiso, seguiremos haciendo Revolución.
Bibliografía
D´EstefanoPisani, Miguel A. (2002). Política Exterior de la Revolución Cubana.La Habana. Ciencias Sociales.
Maury del Toro, José Ángel (2010). La colaboración médica cubana en Venezuela como expresión del internacionalismo proletario de la Política Exterior de la Revolución Cubana(Tesis de Maestría). Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana. Sin publicar
Marimón Torres, Néstor (2006). La colaboración Médica Cubana en el siglo XXI: una propuesta para la sostenibilidad en Guinea Bissau(Tesis de Maestría). Escuela Nacional de Salud Pública. La Habana. Sin publicar
Marimón Torres, Néstor y Martínez Cruz, Evelyn (2010). Evolución de la colaboración médica cubana en 100 años del Ministerio de Salud Pública[en línea]. Consultado el 24 de septiembre del 2015 en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662010000300010
Martínez Domínguez, Danneris (2016). Impacto de la colaboración médica internacionalista como componente de la diplomacia pública en la política exterior de la Revolución cubana. (Tesis de Licenciatura). Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana. Sin publicar.
Prensa MPPS (2013). Misión Barrio Adentro: 10 años construyendo la Revolución en salud[en línea]. Consultado 17 de septiembre del 2015 en: http://www.mpps.gob.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=3229&Itemid=18
Santana Iglesias, Michele (2012). Caracterización del Programa Integral de Salud como modalidad de cooperación internacional, 1998-2010(Tesis de Maestría). Unidad Central de Colaboración Médica.La Habana.
[1]Los terremotos de Concepción y Valdivia fueron dos de los terremotos más grandes que han sacudido no sólo gran parte de Chile, sino también diversas localidades a lo largo del Pacífico. Se estima que el terremoto de Valdivia causó la muerte de entre 1655 y 2000 personas y dejó unos dos millones de damnificados.
[2] Las brigadas del Contingente Henry Reeve han prestado sus servicios en diversos países, destacando Guatemala y Pakistán en 2005; Bolivia e Indonesia en 2006; Perú, Belice y México en 2007; China en 2008; Haití y Chile en 2010.
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