Proposiciones

Héroes de la guerra

2 abr. 2020
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 “Recojamos el polvo de sus pensamientos, ya que no podemos recoger el de sus huesos, y abrámonos camino hasta el campo sagrado de sus tumbas, para doblar ante ellas la rodilla, y perdonar en su nombre a los que los olvidan, o no tienen valor para imitarlos”.

José Martí

Escuchamos hablar de los héroes a diario. En la prensa, en la televisión, en las películas de Hollywood. Nunca temen al dolor, a la muerte, a la gloria y sobre todo, siempre son un buen cuento para dormir a los más pequeños de casa.

Soñamos con los héroes extranjeros, con los dioses nórdicos, con los gladiadores, con los astronautas, con los de allá. Mas, si miramos con atención y buscamos en los siglos de lucha independentista, encontraremos a más de un valiente, que reluce en los libros de crónicas pasadas o en la memoria colectiva de los más viejos.

Los cubanos somos famosos por nuestro temperamento. Los españoles temían la carga al machete, a esos hombres que no se detenían con nada y que desmembraban no solo los cuerpos, sino las almas de sus enemigos.

Cuando el monstruo negro dejó libre el espacio entre el andén y las vías, ¿nos acercamos o fuimos atraídos? No lo sé... Ya el telegrafista estaba en pie, pálido pero tranquilo, recostado al muro de cemento, con su pierna rota en la vía, y nos dijo con calma: "Vaya, vaya, ¡por Dios!, dejen esa cara. No ha sido nada. La pierna era de palo; la origi­nal está enterrada en el campo de batalla de Ceja del Negro... (de la Torriente, s?f, p.3).

Un héroe, según el diccionario Aristos de la lengua española, es entre los antiguos paganos, semidiós o hijo de una deidad y de una persona humana. Varón ilustre por sus hazañas o virtudes. El que realiza un acto heroico. Protagonista del poema épico o dramático de la novela, etc. Cualquier personaje de carácter elevado en la epopeya.

Durante las contiendas por la independencia, muchos nombres resaltaron por su valor e impulsaron una de las características morales insignes de nuestra idiosincrasia.

Llegan a nuestros oídos los tan bien conocidos por todos desde la primera vez que tomamos en nuestras manos un libro de historia. De un Titán de Bronce al Mayor, a un Padre de la Patria, los trovadores entonan sus hazañas y los jóvenes las repiten como un estribillo que no acaba.

“Tiene la guerra su poesía famosa, ya porque expresaba, en la forma ingenua y primeriza del mártir novel, los puros sentimientos que sacrificó alegre al de la patria, ya porque a filo de chiste le descabezaban al contrario una insolencia, ya porque dicen hechos tales de sacrificio y ardor que ponen como una majestad involuntaria e inviolable sobre los que en aquel aire respiraron, y contra el testimonio de sus venas pugnarían luego en vano por negarse el honor de haber sido en él héroes o testigos” (Martí, 1893, p. 255).

Tomando como modelo este vocablo y situándolo como una categoría conceptual, encontramos ejemplos de su utilización a nivel internacional, además de su uso en la literatura.

La palabra guajiro como parte de nuestra cultura nacional y nuestra idiosincrasia evidencia lo planteado con anterioridad. Sin embargo, para algunos es una denominación cotidiana, sobre todo si proceden de zonas rurales.

Durante algún tiempo, sobre todo a partir del 2003, se creyó que la etimología de ese vocablo provenía de la locución inglesa war hero, que aunque suena muy lógico, no es cierta por diferentes razones, como las que plantea Nelson Páez del Amo en su artículo Sobre el término guajiro.

En 1836, fecha muy anterior a la que se cita en la referida crónica de la intervención norteamericana en 1898, la voz guajiro ya aparecía en el Diccionario Provincial casi Razonado de Voces Cubanas de Esteban Pichardo, publicado por primera vez en 1836.

En 1840, Doña Mercedes de Santa Cruz, Condesa de Merlín en sus Cartas desde La Habana, le escribía a su amiga Sofía Gay y le brindaba una detallada descripción de los guajiros cubanos como se puede apreciar en el presente párrafo y cito: “¿No se sentiría usted feliz de poder conversar con un guajiro, producto singular de España y la vida en el campo cubano?”. Y continuaba diciendo “Los guajiros y montoneros no se parecen en nada a los campesinos de ninguna parte”.

De igual forma, en el único libro que se conserva del poeta Juan Nápoles y Fajardo El Cucalambé, Rumores del Hórmigo, publicado en 1856, la palabra en cuestión aparece en sus décimas El amante rendido en el décimo y último verso… “iba un guajiro montado/ sobre una yegua trotona”.

Sin embargo, la muy popular hipótesis derivada de las semejanzas fonéticas con las palabras war hero, no es la única, aunque todas a la igual que esta, no han sido probadas a través de hechos concluyentes.

José Martí, en el prólogo del libro Los poetas de la guerra nos enseña cómo no olvidar a esos que son mejores que nosotros, más arriesgados, más hermosos en espíritu. A veces es sencillo ojear los sonetos, páginas enteras de rojo y muerte. ¿Cuántos tendríamos el valor de empuñar un arma, un machete, una pluma y detener a los viles? Es sencillo contar glorias pasadas y muy difícil construirlas.

Muchas viudas cosieron banderas a hilo y lágrimas. La identidad que poseemos y alabamos en cualquier rincón llenó de tinta muchos campos de batalla. Las madres enviaron sus vástagos a la manigua y las mujeres quedaron viudas por un ideal traicionado por la instauración en 1902 de la República.

A medida que avanzan los años, obviamos que no somos españoles ni franceses, ni americanos, ni africanos, ni chinos. Los gritos de guerra de muchos y sus virtuosismos nos convierten en cubanos desde las raíces. Cubanos que deben amar lo que son y no cambiarlo por banderas foráneas.

“Convite y nada más es este libro, a todos los que saben de versos de la guerra, para que, siquiera sea sin orden ni holgura, salven, por la piedad de hermanos o de hijos, todo lo que pensaron en nuestros días de nación los que tuvieron fuego y desinterés para fundarla. Lágrimas cuajadas son algunas estrofas de aquellas, o bofetones, o mortal despedida, y puede hallarse más de una vez, entre el follaje y relleno de la jerga poética española, el rasgo franco y preciso del verdadero genio” (Martí, 1893, p.235).

 

Bibliografía

Ø  Diccionario Ilustrado Aristos de la Lengua Española. (1985) La Habana: Editorial Ciencia y Técnica.

Ø  “Prólogo al libro Los poetas de la Guerra, publicado por Patria”, en José Martí Obras Completas, Tomo 5 Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, págs. 229-235.

Ø  El héroe. Pablo de la Torriente Brau.

Ø  Diccionario Provincial casi Razonado de Voces Cubanas. (1836) Esteban Pichardo.

Ø   Cartas desde La Habana. Doña Mercedes de Santa Cruz, Condesa de Merlín.

Ø  Rumores del Hórmigo. (1856) Juan Nápoles y Fajardo.

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