A diario, la Organización Mundial de la Salud y otras instituciones de prestigio a nivel internacional, en su mayoría académicas, contabilizan prácticamente en tiempo real, las naciones infectadas por el nuevo coronavirus, así como las que presentan transmisión de la enfermedad Covid-19, y más en detalle, las cifras de contagiados y decesos. La rápida propagación de esta pandemia abre una interrogante: ¿hay aún países libres de esta pesadilla?
Antes de responder categóricamente si existen Estados sin Covid-19, hay que tener en cuenta que las fechas de inicio de cada uno de los brotes, los números de enfermos, de fallecidos, y el nivel de expansión del virus por todo el planeta, son datos que, independientemente de la polémica que no pocos han generado, siempre serán inexactos en medio del caos que ha desatado la pandemia. Tal inexactitud en unos casos tiene que ver con la mala saña de gobiernos que pretenden esconder su incapacidad en el manejo de la emergencia, y se vuelven expertos en ocultar cifras; y en otros territorios, no existen ni la estructura sanitaria ni los recursos materiales o humanos mínimos para siquiera contabilizar los estragos del virus.
Es así que cuando Haití podía contar con una mano los casos, según las cifras oficiales, en Cuba había personas que referían haberse contagiado en Puerto Príncipe, por poner solo un ejemplo. ¿Demasiada casualidad que el cubano hubiese sido contacto de uno de esos «contados» haitianos infectados? Sucede que, mientras un individuo no pueda confirmar su infección mediante el análisis médico de rigor, no se convierte en estadística, por lo que la mayoría de las veces los números y la realidad no concuerdan.
Por tanto, en lugar de hablar de países libres de Covid-19, es más certero decir que existen países sin reportes oficiales de la enfermedad. Por lo pronto, una quincena, dato que también puede quedar desactualizado en este mismo minuto, porque la propagación es cada vez más veloz y, como se ha repetido hasta el cansancio, no entiende de fronteras físicas, políticas o socioeconómicas. Ninguno de los por ahora bienaventurados pertenece al hemisferio occidental, pues en el continente americano la Covid-19 tiene presencia en todos sus territorios independientes y asociados.
De la lista hay algunos más conocidos que otros, pero 10 de ellos son islitas —o grupo de islotes y atolones— de corta extensión territorial que lucen como puntos en el mapamundi; muy poco habitadas; en las más pequeñas, vive una cantidad de personas similar a la del turístico poblado de Viñales en Cuba. Se ubican distantes geográficamente de las urbes con altas tasas de incidencia y de transmisibilidad de la infección. A su vez, son naciones con poca afluencia de visitantes internacionales, que, si hasta ayer significaba una debilidad económica, hoy ha sido la mayor de las fortalezas para mantenerse aislados de la tragedia sanitaria. Estas islas del Pacífico: Tuvalu, Vanuatu, Nauru, Kiribati, Samoa, Tonga, Islas Salomón son casi una rareza para muchos ciudadanos. Para los cubanos son menos desconocidas porque en algunas de ellas hay presencia de brigadas médicas enviadas por La Habana, y otras como Palau, Micronesia e Islas Marshall se han vuelto una carta decisiva año tras año, durante la votación en la ONU contra el bloqueo estadounidense.
Estas islas de Oceanía, aun sin tener ningún caso confirmado, han adoptado medidas de emergencia más estrictas que países en plena crisis: suspensión de los vuelos internacionales, escuelas cerradas y restricciones severas en los servicios públicos. Parecería exagerado decretar emergencia nacional por un virus que todavía no llega a un sitio realmente remoto, pero es que sus gobernantes entendieron desde el inicio la gravedad del fenómeno: si se propagase la epidemia no hay cómo enfrentarla. Mientras que a los países primermundistas no le dan abasto los respiradores artificiales, en esos territorios ni siquiera existen tales artefactos, por lo que los infectados tendrían que atenderse en el extranjero y en las condiciones de confinamiento del mundo, resulta imposible. Aun así, a pesar de tener precarias infraestructuras de salud, el coronavirus es para esos archipiélagos el menor de los males al lado de los desastres naturales que los azotan con frecuencia y el peligro inminente de desaparecer por la subida del nivel del mar que provoca el cambio climático.
Otros dos países sin reportes de contagios por el momento se ubican en África. Uno es Comoras, favorecido en esta contingencia también por su condición de insularidad y el otro es Lesotho, un país dentro de otro país, pues se trata de un reino incrustado dentro de Sudáfrica. Y mientras la cuenta de Lesotho es de cero pacientes, las autoridades sudafricanas reportan más de 3 400 contagios, lo que levanta suspicacia. Más allá de la naturaleza geográfica o la escasez de visitantes que también los caracteriza, tienen carencias económicas y frágiles sistemas de vigilancia epidemiológica que inciden en la falta de pruebas diagnósticas, la detección temprana de probables enfermos y el consiguiente reporte de contagiados. El reino, por ejemplo, solo cuenta con unos 20 mil test rápidos donados recientemente por el consorcio chino Alibaba.
En el caso de la República Popular Democrática de Corea, quizás el país más conocido dentro de los que no registran casos de Covid-19, muchos prefieren cuestionar la credibilidad de su gobierno, minimizando que, por fuerza de su propia historia, ha sido un estado hermético de cara al mundo occidental que le es tan hostil. Lo cierto es que los norcoreanos tomaron medidas anticipadas de contención, como el cierre de fronteras desde el 22 de enero, el uso generalizado de mascarillas y el cierre de instituciones públicas y docentes, prácticamente una cuarentena, aunque sin ningún contagio reportado.
Completan el listado, dos naciones de Asia Central, Tayikistán y Turkmenistán, que, al igual que Corea del Norte, son permanentemente atacadas por sus sistemas políticos y de gobierno, bajo la prepotente premisa de que todo lo diferente a la democracia made in USA o fabriqué à Bruxelles es ilegítimo.
En ninguna de estas dos repúblicas se vive al margen de la pandemia y se han decretado medidas de prevención, aunque no tan restrictivas; sobresale el hecho de que las ligas locales de fútbol han sobrevivido a las restricciones. Como también es notable que en Turkmenistán no se haga referencia explícita al término coronavirus en el discurso público oficial, lo que ha dado rienda suelta a la especulación de si está prohibido o censurado.
Ciertamente, llama la atención de que tanto Tayikistán como Turkmenistán tiene fronteras con países altamente infestados por coronavirus. E incluso, existen reportes de organizaciones no gubernamentales sobre casos positivos, pero los datos son demasiado imprecisos, por lo que en el contador global ambos siguen estando en cero.
Hoy son quince Estados, dentro del espectro de los soberanos y reconocidos por las Naciones Unidas, sin registros oficiales de infectados por el nuevo coronavirus, pero el dato puede achicarse cada vez más. La pregunta es si al final el contagio llegará a todos. Por lo pronto permanece la alerta del presidente de la OMS, Tedros Adhanom: «es un error fatal» asumir que habrá países sin coronavirus, ante la demostrada capacidad de expansión de la pandemia.
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