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Hacia una auténtica Reforma Educativa

19 abr. 2022
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En Perú el movimiento estudiantil existía desde los inicios de la República, pero no fue hasta 1916 que nació un nivel de articulación interuniversitaria que permitió la fundación de un gremio nacional. La Federación de Estudiantes del Perú (FEP) nació, como estructura, a mediados de 1916. Desde un punto de vista legal, fue reconocida en 1919, pero su consolidación tuvo lugar en el Congreso Estudiantil del Cusco de 1920, cita que devino hito más importante del movimiento estudiantil peruano por quienes en ella participaron, la agenda debatida —muy adelantada a su época—, y por las conclusiones que cambiaron drásticamente el desarrollo de la política peruana.

A más de 100 años de aquel cónclave, converso con Marco Jean Paul Apaza Gonzales, quien es el secretario general de la FEP.

¿Cómo se estructura el movimiento estudiantil en Perú y qué rol desempeña la FEP? ¿Podríamos hablar de tendencias diversas al interior del estudiantado?

La FEP es quizás la organización juvenil más importante del país, por su historia, tradición y victorias. Se creó en 1916 y se consolidó en 1920. La encomiable Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina, trajo un sentimiento de integración estudiantil en el país que creó las condiciones para las luchas que emprendería esta naciente institución, principalmente en confrontación a las dictaduras militares.

La FEP en sus inicios organizaba únicamente a los universitarios, había entonces unas decenas de universidades públicas; el fenómeno de la universidad privada aparecería después del surgimiento de nuestra organización.

Desde hace algunos años, calculo que unos 30 o 40, la FEP incorporó a los institutos, escuelas de arte y colegios en su estructura orgánica; pero siempre los universitarios hemos tomado el liderazgo del movimiento estudiantil. Por eso es que nos dedicamos a organizar otros niveles de enseñanza; la lucha comienza en la escuela, eso hemos aprendido de las experiencias chilenas.

Al interior del movimiento estudiantil existen muchas tendencias. A lo largo de la historia destacan dos: el aprismo y el comunismo, ambos con sus máximos exponentes que fueron parte de alguna forma de la FEP, José Carlos Mariátegui, profesor de las universidades populares de la FEP, y Víctor Raúl Haya de la Torre, presidente de nuestra organización.

Actualmente la Federación tiene una conducción progresista, democrática, patriótica y antimperialista; de hecho, en nuestro estatuto permanece como principio el antimperialismo pese que algunos quisieran modificarlo.

La presencia de las ideas de Sendero Luminoso se mantiene en algunas universidades, por influencias de profesores fundamentalmente; quizás estos sectores son los únicos que bregan por sabotear la unidad del movimiento estudiantil, algo en lo que no han tenido éxito.

La FEP es un organismo vivo, que no solo es historia, sino también presente. De sus dirigentes emergieron presidentes, congresistas, líderes sociales, ilustres literatos, investigadores y académicos.

Hoy nos encontramos en camino al XXX Congreso Nacional Ordinario en medio de una gran polarización por el recién concluido proceso electoral. La FEP es la mejor garantía de una juventud que ejerza el pensamiento crítico, que guíe el destino del país. Como diría José Carlos Mariátegui, gran intelectual peruano: «La juventud no es la esperanza del mañana. Es la acción de hoy, o no es nada».

Si reconstruyéramos la historia del movimiento estudiantil en Perú, ¿cuáles serían para ti los momentos clave de su historia?

Hubo muchos momentos icónicos, pero si tuviera que quedarme solo con tres, escogería la fundación de la FEP y las universidades populares, la lucha por normar jornadas de ocho horas para trabajadores y estudiantes, y la Ley Universitaria no. 13417 que trajo consigo los gobiernos tripartitos.

Como mencioné anteriormente no se puede desligar la fundación de la FEP con el I Congreso Nacional Ordinario, en el que se toman acuerdos orgánicos y se uniformiza el movimiento estudiantil peruano. Al respecto, existe una investigación del Dr. Elmer Robles Ortiz, que prefiero citar por la contundencia de sus palabras:

El concepto de Universidad Popular, más avanzado que el de la extensión universitaria, comenzó a practicarse en México por el Ateneo de la Juventud, antes que en el Perú. La Universidad Popular Mexicana (1912) fue fundada por los estudiantes agrupados en el Ateneo de la Juventud, entre ellos: Antonio Caso, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña; fue un centro cultural destinado a los trabajadores. Y en Córdoba, Argentina, previo al movimiento estudiantil iniciado en 1918, ya funcionaba una institución de este tipo. La primera tentativa por darle vida a las universidades populares, desde el ámbito académico, surgió antes, en la Universidad Nacional de Trujillo, cuando en 1916 el Centro Universitario pasó a manos de jóvenes que no se identificaban con las autoridades políticas de entonces, como tradicionalmente ocurría. En dicho año, la junta directiva pasó a otras manos, a la de jóvenes que venían realizando actividad intelectual fuera de las aulas, así como de acercamiento a los trabajadores manuales.[1]

En el Callao, principal puerto del país, surgió un movimiento obrero que sería preludio de la conquista de las ocho horas como jornada máxima de trabajo. Este hecho histórico para la socioeconomía nacional, tuvo su origen en las universidades populares que fundó la FEP, donde los obreros, luego de largas jornadas de trabajo, debatían sobre su condición, vida y penurias, llegando a la conclusión de que la organización era clave para sus objetivos. En este trascendental hecho, concluido el 15 de enero de 1919, tuvo un rol protagónico la Federación. Tal fue el impacto de los estudiantes en esta lucha, que el decreto supremo que normaba las ocho horas de trabajo fue anunciado por el presidente de la FEP, en la Plaza Mayor de Lima, para alegría de miles de familias.

Respecto a la Ley Universitaria no. 13417, puedo comentar que el gobierno de Prado, presionado por el movimiento universitario, tuvo que ceder y promulgarla el 8 de abril de 1960. Esta ley restituyó el tercio estudiantil en todos los órganos de gobierno y reconoció, implícitamente, a los gremios estudiantiles. Los sectores más reaccionarios de la universidad se opusieron al tercio estudiantil, lo que originó una protesta que alcanzó envergadura nacional y terminó con la victoria de los estudiantes. La mayoría de los docentes descontentos con la ley renunciaron y fundaron la Universidad Privada Cayetano Heredia, primera universidad privada del Perú.

Tiempo después, entre 1971 y 1973 se produjo en Perú una experiencia inédita en el mundo: los gobiernos tripartitos, compuestos por estudiantes, docentes y trabajadores. A partir del Congreso de la FEP de mayo de 1970, se empezó a esbozar la tesis de los gobiernos tripartitos derribando a las autoridades elegidas según el Decreto Ley no. 17437. En agosto de 1971, en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, se daría inicio a la primera experiencia de gobierno tripartito. El movimiento estudiantil cusqueño fue el primero en obligar a renunciar al rector Gonzáles Willis, impuesto por la dictadura militar en 1969. Esta fue la primera experiencia en la cual los estudiantes asumieron el rectorado de una universidad en el país, logrando importantes conquistas en la educación superior pese a su corta gestión.

¿Cómo valorarías hoy el tema de la educación en Perú?

Nosotros creemos en la educación pública, gratuita y de calidad, aunque hay que observar que no existe gratuidad en la educación, pues es financiada íntegramente por el trabajo de todos los peruanos, por ende, debe servir a los intereses de la Patria.

En Perú tenemos tres clases de universidades: públicas, privadas asociativas y privadas societarias; estas últimas son las que se conocen como universidades-empresas, donde se lucra con la educación y en las que se enmarca lo que es hoy la educación en el Perú, un negocio que hace millonarios a algunos y restringe el ingreso a otros.

La FEP, desde la implementación del Decreto Legislativo no. 882, viene resistiendo la mercantilización de la educación con gran empeño. Somos quizás el último bloque de resistencia que todavía cree en una universidad libre y de amplio pensamiento crítico, donde germinen las grandes transformaciones sociales que el país requiere. Desde la llegada del mercado a la educación, miles de jóvenes han renunciado a su superación. Hoy, por causa de la pandemia, la cifra se ha multiplicado llegando a casi a un 40% de deserción estudiantil.

Contener la deserción estudiantil es la tarea de la FEP. En búsqueda de esto hemos logrado promulgar con presión desde las calles y las redes sociales, dos proyectos de ley, uno enfocado a obtener el grado de bachiller de forma más rápida y eficiente en las universidades, y el otro, destinado a reducir los costos de la educación privada en el contexto de Estado de Emergencia Nacional, suspendiendo moras, prorrateando deudas, posponiendo trámites engorrosos y exigiendo la disminución de las mensualidades en al menos un 20%.

Hemos luchado y seguiremos luchando hasta garantizar educación para cada peruano. Actualmente aprobamos una Plataforma Nacional de Lucha que busca mitigar los efectos de la pandemia en la educación, sabemos que debemos dar prioridad a contener las consecuencias sociales, económicas y políticas causadas por el COVID-19, por ello, hemos dispuesto suspender temporalmente la lucha histórica que llevamos los estudiantes por reconstruir nuestros gremios destruidos por Fujimori en los noventa y promover una auténtica Reforma Educativa desde los estudiantes.

Poco tiempo de constituirse la OCLAE, la FEP se sumó a esta organización que durante los últimos 55 años ha aglutinado al movimiento estudiantil latinoamericano. ¿Fue una decisión exenta de disputas?

En aquel entonces había una gran discusión en la izquierda peruana por respaldar o no el proceso revolucionario en Cuba. Esta fue la razón por la cual no existía consenso en la FEP de integrarse a la OCLAE. Tiempo después, desplazados estos sectores puristas, se logró integrar la FEP al movimiento estudiantil continental y mundial. Actualmente no existe esta discusión ridícula sobre tesis revolucionarias que postulan qué proceso es más puro que otro, creemos que Cuba es un país hermano con grandes conquistas en materia de educación, que asombran al mundo y nos recuerda permanentemente por qué debemos luchar.

¿Hacia dónde marca la brújula de las luchas el rumbo de la centenaria FEP?

Hemos discutido mucho en nuestros eventos oficiales, antes de la pandemia y ahora mismo, sobre estas cuestiones. Sabemos que tenemos una historia muy rica, que cada biblioteca del país custodia nuestro pasado, con grandes personalidades en nuestra dirigencia, pero no se puede vivir del pasado. Hoy tenemos que reconquistar derechos estudiantiles que fueron desaparecidos en la Reforma Universitaria de 2014, hecha por burócratas, tecnócratas, y bajo la influencia del Banco Mundial.

Hay un punto que considero esencial, la FEP siempre ha sido una institución de lucha, de manifestaciones en las calles, de defensa de la democracia y el estado de derecho; pero siempre desde la queja, el reclamo, la protesta, nunca desde la propuesta. Precisamente por ello, hace algunos años hemos decidido integrarnos gradualmente en la política nacional, respetando nuestra autonomía organizativa, la neutralidad que debemos profesar y la independencia de los dirigentes.

La consigna es no quedarse en la comodidad de nuestros locales gremiales a esperar que alguien resuelva nuestros problemas, es momento de que nosotros seamos los que conduzcamos ese cambio, de que hagamos esas reformas. En ese camino estamos, reconstruyendo el movimiento estudiantil peruano que fue deshecho por la dictadura de Fujimori, que intervino universidades y asesinó estudiantes, luchando por el presente, pero sin olvidar el futuro, que es entregar al país una alternativa viable de gobierno que logre implementar la gran Reforma Educativa que requiere la educación.



[1] Elmer Robles Ortiz: «Centenario de la Reforma Universitaria», Helios, octubre, 2018, p. 7.

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