Hay sensibilidades que no se agotan por volcarlas en obras de arte. El ecuatoriano Oswaldo Guayasamín fue un hombre de profunda sensibilidad, que dio innumerables pruebas de compromiso con su obra y con la realidad social que le tocó en suerte vivir.
Sus raíces indígenas jugaron un importante papel en la edificación de su obra pictórica. Su padre era de origen quechua y su madre, mestiza.
La atracción por la pintura despertó a muy temprana edad; desde los 8 años se dedicaba a realizar caricaturas de maestros y compañeros de colegio. Renovaba los anuncios de venta en la tienda de su madre; e incluso vendía cuadros de trozos de lienzo y cartón, con paisajes y retratos de gente famosa.
A pesar de la oposición paterna, Guayasamín había nacido para pintar e ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Quito. El período durante el cual Guayasamín recibió su formación estética fue el de mayor auge de la Escuela Indigenista, y la influencia de esta corriente en el pintor es evidente desde sus obras iniciales. En 1942 expone por primera, y causa gran escándalo por el marcado carácter de denuncia social representado.
Ya para 1943 emprendió un largo viaje de estudio de las obras de Goya y El Greco, entre otros maestros, por varios museos de Estados Unidos. Realizó un viaje por Chile, Perú, Argentina, Bolivia y Uruguay, durante el cual tomó apuntes para su gran serie Huaycayñán (que en quechua significa "El camino del llanto"), compuesta por más de cien telas que giran en torno a la temática del indígena, el negro y el mestizo en América.
Esta asombrosa serie relata la miseria y sufrimiento que vio y palpó en los pueblos de América Latina durante el viaje que realizó en 1945 desde México hasta la Patagonia. Está compuesta por 103 cuadros en los que refleja a los pueblos mestizos, indios y negros, en diferentes facetas de su existencia, con sus expresiones de alegría, tristeza, tradición, identidad y religión.
No solamente su gran talento hacia fluir el pincel de su arte, también las muchas peregrinaciones que hizo a recónditos lugares del mundo lo proveyeron de un ojo aguzado y un estilo propio contra los abusos y agravios a los pueblos más vulnerables.
La segunda gran serie pictórica que creó se llamó “La Edad de la Ira”. La comenzó en el año 61; luego de que el mundo había transitado por dos guerras mundiales, campos de concentración nazis, bombas nucleares, dictaduras militares en América Latina. Guayasamín se nutrió de todo ese dolor y angustia para dar a luz a una serie que ha sido considerada una de las últimas grandes realizaciones del cartel político en pintura del siglo XX.
Años más tarde lanzaría una nueva serie titulada “Mientras Viva Siempre te Recuerdo”, pero que fue también conocida como “La ternura”. Es un homenaje a su madre, quien siempre lo apoyó en su voluntad de hacerse pintor; aunque también constituye una oda a la Madre Naturaleza, a la defensa de la vida.
Su palpitante talento y sensibilidad creativa, siempre al servicio de la denuncia social, le valieron la simpatía de numerosas personalidades. Gracias a la amistad que entabló con algunas de estas le fue posible realizar retratos a Fidel Castro y Raúl Castro, Paco de Lucía, François y Danielle Mitterrand, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Rigoberta Menchú, Mercedes Sosa y Silvio Rodríguez; entre otros muchos importantes personajes.
En 1976 instituye la Fundación Guayasamín. A través de ella donó a su patria todo el patrimonio artístico del que era dueño. En sus creaciones sumó la fuerza de la temática indígena con los adelantos que supusieron las vanguardias de principios del siglo XX, esencialmente el cubismo y el expresionismo.
Es tan famosa su obra porque se despliega como profundamente humanista, donde siempre están presentes el dolor y la miseria que soporta la mayor parte de los seres humanos. Su arte no se regodeó nunca en plasmar el sufrimiento para conseguir triunfos en salones y galerías internacionales. Estaba al servicio de la denuncia de la violencia sin fin que le ha tocado vivir al mundo, marcado por guerras civiles, genocidios, dictaduras y torturas.
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