Como un hombre de un aura impresionante, recuerda Beatriz Fernández a su abuelo, el intelectual y revolucionario guatemalteco Manuel Galich, al evocar su memoria en ocasión de cumplirse el centenario de su natalicio.
El escritor falleció en La Habana, capital cubana, el 30 de agosto de 1984, cuando Beatriz estaba próxima a cumplir sus 15 años de edad.
Personalidades del teatro, el cine, historiadores, políticos e intelectuales cubanos fueron a despedir en el sepelio a Meme, como le decían todos sus familiares, amigos y vecinos, rememora ella en una semblanza.
«Vivió suspirando por su tierra Guatemala, añorando poder regresar algún día, pero eso no le fue posible, pues murió en el exilio, mientras Guatemala vivía y escribía uno de los capítulos más terribles de su historia», dijo en referencia al conflicto armado interno que no culminaría hasta 1996.
Beatriz dibuja a su abuelo Galich como un hombre ameno, jovial, ecuánime, sociable, activo, con un fino sentido del humor, «voz de trueno y corazón de bronce», inmerso en su escritura, revisiones o estudios.
Siempre elegante, lucía guayaberas impecables, detalla Beatriz, quien precisó que iba con mangas largas a impartir clases a la Universidad de La Habana, y vestía con mangas cortas para trabajar en Casa de Las Américas, institución de prestigio cultural en Latinoamérica.
También conserva en su recuerdo cómo su abuelo encontraba tiempo para llevar a su hermana Adriana y a ella al cine, a la playa y a la presentación de obras teatrales en La Habana.
Beatriz repasa en su memoria con orgullo que sus profesores de Historia aludían a su abuelo con palabras de admiración por su inteligencia, carisma y excelencia como maestro.
*Tomado del libro: Guatemala a segunda vista. Esencias culturales (Ocean Sur, 2020).
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