El reconocido Centro de Investigaciones Pew de Estados Unidos reveló a través de una encuesta reciente que los estadounidenses consideran que vivirán en los próximos años en un estado permanente de inseguridad. Esta percepción que constituye una tendencia a nivel de la sociedad es un reflejo de la profunda crisis sistémica por la que atraviesa ese país que se extiende a los ámbitos económico, político, ideológico y a su proyección internacional. Esta situación ha provocado un progresivo declive de su hegemonía a nivel global y un creciente cuestionamiento a sus principales símbolos de dominación como es el caso del denominado modo de vida americano o «american way of life».
La encuesta fue realizada entre agosto y noviembre del 2018. Fueron encuestados más de 10 mil individuos mayores de 18 años, incluyendo tanto demócratas como republicanos pertenecientes a diferentes generaciones desde jóvenes entre 18 y 29 años hasta adultos con más de 65 años. Las preguntas de la encuesta estaban orientadas a determinar una interrogante clave: ¿Cuáles deben ser las principales prioridades de la política exterior de Estados Unidos en los próximos años?.
Aunque los resultados arrojaron determinadas diferencias en la importancia concedida a temas puntuales a partir de la diversidad partidista y generacional de los encuestados, hubo amplio consenso en que la política exterior de Washington debe centrarse hacia el futuro en los siguientes objetivos: tomar medidas para salvaguardar a Estados Unidos del terrorismo; proteger los puestos de trabajo en territorio estadounidense; prevenir la diseminación de armas de destrucción masiva; mejorar las relaciones con los aliados; reducir la propagación de enfermedades infecciosas y mantener la ventaja militar sobre otros países. Con relación a las prioridades de la política exterior relacionadas con determinadas naciones, la encuesta reveló que los estadounidenses consideran que debe limitarse «el poder y la influencia» de Rusia, Corea del Norte, Irán y China.
Todas las prioridades identificadas por el público estadounidense están asociadas a temáticas de seguridad, es decir, su mayor interés es que la política exterior le garantice protección ante determinados peligros y amenazas que estiman enfrentarán en los próximos años, lo que evidencia que los estadounidenses consideran que se encuentran en la actualidad en un profundo estado de inseguridad que se prolongará en el mediano y largo plazos.
Esta percepción a nivel individual y social constituye uno de los factores que contribuyen a explicar las manifestaciones sistemáticas de violencia, odio, racismo y xenofobia que prevalecen en la sociedad norteamericana en la que se ha enraizado la «cultura del miedo» provocando que la inseguridad se convierta en componente esencial del modo de vida americano.
Las respuestas de los encuestados indican que las principales amenazas a su seguridad están vinculadas a posibles ataques terroristas al territorio estadounidense; pérdida de sus puestos de trabajo; empleo de las armas de destrucción masiva contra Estados Unidos; deterioro de los vínculos con los aliados estratégicos, incidencia de enfermedades infecciosas y declive del poderío militar. Estos desafíos se combinan con la incidencia de una «constelación de poderosos enemigos» como Moscú, Pyongyang, Teherán y Beijing.
Tanto las prioridades de la política exterior identificadas por los encuestados como las amenazas que perciben hacia el futuro, se corresponden plenamente con los objetivos y desafíos que establece la agenda pública del gobierno estadounidense. Este nivel de convergencia entre los intereses del público y las clases dominantes en temas de política exterior, es una expresión del éxito que han tenido los mecanismos de control y manipulación ideológica creados por las élites en Estados Unidos para incidir en las concepciones, posiciones y comportamientos políticos de los estadounidenses.
El proceso de convertir los intereses y objetivos de una minoría en las prioridades de una nación, constituye una práctica que se ha desarrollado sistemáticamente en Washington sustentada en la «construcción» permanente de amenazas y enemigos que han tenido diferentes rostros desde el socialismo soviético en la Guerra Fría hasta el terrorismo en los tiempos actuales. El estado de inseguridad que se respira en Estados Unidos es fabricado y promovido desde la institucionalidad política al servicio de los grupos de poder que necesitan legitimar sus acciones sobre la base de crear a nivel social una percepción generalizada de que están acosados constantemente por múltiples peligros, lo que está incorporado en la vida diaria de los estadounidenses independientemente de su edad, género, filiación partidista o posición social.
La Administración Trump con su comportamiento político errático, controversial y excéntrico inspirado en la agenda «América Primero» promueve de manera abierta la cultura del odio, el miedo y la violencia tanto en el plano interno como internacional, lo que asegura un futuro para el pueblo estadounidense plegado de amenazas e inseguridad.
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