Contrapunteo

En Chile aún se respira miedo

9 dic. 2019
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Hace tiempo atrás, en los tristes días donde Augusto Pinochet gobernaba en Chile, se hizo necesaria la creación de una organización llamada la Vicaría de la Solidaridad, la cual otorgó asistencia jurídica, económica, técnica y espiritual a las víctimas de la violencia de Estado y sus familiares.

Parecía ser que esos tiempos de odio, miedo y desaparecidos habían quedado para siempre en un pasado que se intenta olvidar, sin embargo, la actualidad de esa nación sudamericana quizás necesite nuevas instituciones encargadas de buscar la justicia que no reparte el gobierno.

¿Vuelve Chile al dolor?  

Son muchos los medios de prensa que han hecho referencia a las violaciones de los derechos humanos, y a pesar de que en los últimos días hayan disminuidos los enfrentamientos entre carabineros y ciudadanos, la calma de esta tormenta no parece haber llegado aún.

De acuerdo con France 24, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos, solo en Santiago (capital chilena) se han recibido 2 300 denuncias de vulneraciones a los derechos humanos durante las protestas.

Por su parte, Amnistía Internacional se encuentra investigando a fondo las declaraciones de los ciudadanos que han sido violentados, pero todo parece indicar, como bien publicó el sitio oficial de esta organización, que no son hechos aislados y que el presidente Piñera no ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para detener estos lamentables acontecimientos.

Por si fuera poco, muchos chilenos temen a la vuelta de la dictadura, como bien puede constatar durante conversaciones telefónicas con diferentes habitantes de Antofagasta y Santiago.

Miriam Toledo, ama de casa de Antofagasta, relata en exclusiva para Contexto Latinoamericano, la difícil situación que vivió durante el régimen de Pinochet, cuando uno de sus hijos tuvo un problema de salud de gravedad y necesitó salir de su casa durante el toque de queda para llevar a su pequeño al médico.

«Un vecino se apiadó de mi y sacó su auto para trasladarnos. Teníamos mucho miedo, atamos una tela blanca a un palo y lo sacamos por la ventanilla en señal de paz. El trayecto de unos 15 minutos duró más de una hora porque la policía nos detenía a cada rato y había que explicarles lo que pasaba».

Aunque los chilenos han manifestado en esta oportunidad que pretenden plantarle cara a las circunstancias que han trastocado la vida de miles de ciudadanos, es importante recordar que fueron muchos los que sufrieron las injusticias de décadas pasadas y aún le temen a un gobierno que ha demostrado muy pocos escrúpulos.

El oasis que nunca existió

Recordemos que el revuelo social que ha sacudido el supuesto «oasis de Latinoamérica» surgió del descontento que existe en ese país de altos estándares de vida, rodeado de publicidades perfectas.

De acuerdo con Telesur, Chile es uno de los países con mayor desigualdad social en la región, lo que queda evidenciado ante las líneas imaginarias entre las zonas residenciales donde viven las personas con mayor poder adquisitivo y las de los más pobres.

En el «barrio alto» los ciudadanos poseen salarios millonarios, mientras los sectores más desfavorecidos tienen que subsistir con ingresos muy por debajo de la media.

Marco Kremerman, licenciado en Ciencias Económicas e investigador de la Fundación SOL, denunciaba recientemente para Russia Today que «en Chile hay más personas endeudadas que trabajadores remunerados. Mientras la fuerza de trabajo en Chile es de 8,5 millones de personas, tenemos 11 millones de ciudadanos mayores de 18 años con deudas. De ellos, 4,6 millones no las están pudiendo pagar. Y a veces piden nuevos créditos para afrontar viejas deudas».

Durante décadas, los gobiernos al poder intentaron vender al mundo el papel de país acaudalado, donde el pueblo vivía feliz y próspero. Sin embargo, la mentira, como siempre, tiene patas cortas y queda por ver cómo se resolverá este conflicto que mantiene en jaque a esta nación sudamericana.

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