Contrapunteo

El tablero global: Las tendencias internacionales del futuro postpandemia (1ra. parte)

26 may. 2020
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El impacto devastador de la COVID – 19 a escala mundial ha incrementado el debate entre académicos, analistas y políticos sobre las posibles tendencias globales que caracterizarán al mundo en el corto y mediano plazo, así como cuáles son las opciones para lidiar con el próximo entorno internacional. En esencia, cualquier discusión seria sobre esta temática implica el desarrollo de uno de los ejercicios intelectuales más desafiantes en materia de análisis político que es precisamente tratar de anticipar qué sucederá y cómo enfrentar los retos.
Siguiendo esta lógica, nos adentramos necesariamente en tratar de desentrañar el futuro, pero es imposible predecirlo por tres razones fundamentales: la profunda complejidad de la situación internacional actual que involucra múltiples factores y actores que se interrelacionan simultáneamente, por el alto nivel de incertidumbre sobre el alcance y consecuencias de la COVID – 19 y por el desconocimiento de las diferentes estrategias y políticas que se implementarán por parte de la comunidad internacional como respuesta al «nuevo desorden mundial».
Por lo tanto, debemos asumir con responsabilidad que siempre que pensamos y visualizamos cómo será el mañana desde la actualidad, solo nos queda concluir que debemos aproximarnos a un futuro múltiple no lineal, y lo más importante, no se puede predecir porque es algo que sencillamente se construye desde el presente. Pensar de otra manera, es un mero entretenimiento o en el peor de los casos jugar a las adivinanzas desde las Ciencias Sociales, lo que lamentablemente a veces se adopta como una práctica o en ocasiones se pone de moda en «grandes pasarelas» de pequeños «nichos de sabios».
En ese sentido, debemos partir de la premisa que esa representación que llamamos futuro es el resultado final de la interacción en diferentes niveles y grados de complejidad de tres variables fundamentales: factores, actores y eventos. En esencia, las múltiples combinaciones de relaciones que se desarrollen entre ellas se expresarán en tendencias globales que serían concretamente lo que llamaríamos como las características del entorno mundial.
En cualquier caso, el comportamiento de los actores (estados – nación, élites de poder, fuerzas políticas, movimientos sociales, compañías transnacionales, instituciones internacionales, actores no estatales, individuos, etc) tendrá un peso decisivo en la configuración del futuro atendiendo a que determinarán, en combinación con los eventos que puedan ocurrir, los rasgos esenciales del mundo del mañana.
Debido a las diferentes interpretaciones que existen sobre el comportamiento de estas variables, las representaciones del futuro son muy diversas y por esa razón las élites intelectuales de Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina proyectan visiones contrapuestas. No obstante, existe un consenso a nivel global en que pronto entraremos en una «nueva era» debido a que la COVID – 19 ha acelerado la culminación de una etapa del sistema internacional que se encontraba en franco proceso de transición.
Lo más difícil sería identificar con precisión y detalles las posibles tendencias del «mundo postpandemia» y, en particular, la proyección internacional de los actores que están llamados a disputarse el «tablero global» y que desde la producción teórica occidental centra su atención en Estados Unidos, China y Rusia como parte del atractivo enfoque de lo que han calificado en Washington como la renovada competencia estratégica entre las grandes potencias. Por lo tanto, dada la complejidad de este asunto solo pretendemos esbozar una primera aproximación.
En ese sentido, hay un grupo de factores principales que podrían determinar la configuración del futuro a corto y mediano plazo. Todos tienen como elemento común que la pandemia le ha impuesto un ritmo acelerado a su comportamiento y efectos. Al respecto, sobresalen los siguientes:
- El impacto de la COVID – 19 a nivel internacional en sus dimensiones económicas, financieras y comerciales.
- El alcance y profundidad de las problemáticas sociales tanto en los países subdesarrollados, desarrollados y en las potencias mundiales.
- Las manifestaciones de problemas globales de alto impacto vinculados a la destrucción del medio ambiente, la escasez de fuentes no renovables de energía, la crisis alimentaria y la proliferación de enfermedades y pandemias.
- El comportamiento de las tendencias nacionalistas, populistas y supremacistas a nivel mundial y su capacidad para convertirse en el fundamento ideológico de políticas gubernamentales.
- La evolución de los principales temas de seguridad internacional y su expresión en los diferentes conflictos intraestatales, bilaterales y regionales.
- El nivel de profundidad de las contradicciones en la disputa geopolítica de Estados Unidos con Rusia y China, así como la reconfiguración del sistema de alianzas estratégicas mundiales.
- El alcance de las transformaciones de la actual «arquitectura» de la institucionalidad internacional representada por el Sistema de Naciones Unidas y los mecanismos de integración o concertación a nivel global, regional o subregional.
- La proyección de la política exterior del gobierno estadounidense tras las elecciones de noviembre y el nivel de declinación de su hegemonía.
- La capacidad de las fuerzas de izquierda, movimientos progresistas y otros actores para posicionarse, consolidarse y establecerse como gobiernos sostenibles y perdurables al promover un modelo alternativo de desarrollo diferente al del denominado capitalismo salvaje.
- La efectividad de la respuesta de los diferentes actores internacionales a la crisis estructural sistémica a escala planetaria.
Todos estos factores están interrelacionados entre sí y se pueden expresar con mayor o menor intensidad en dependencia de si experimentan un ascenso o un declive bajo determinadas condiciones. Aunque algunos están vinculados a procesos objetivos como pueden ser las dinámicas económicas, financieras y comerciales, otros dependen del comportamiento de los múltiples actores que están incidiendo permanentemente en el entorno internacional. Por lo tanto, es imprescindible esbozar, al menos, aquellos que podrían incidir con mayor fuerza en el «mundo postpandemia» que podrían catalogarse como «fuerzas motrices». En ese sentido, habría que destacar los siguientes:
- Las grandes potencias mundiales: Estados Unidos, China y Rusia por su posicionamiento estratégico a nivel global tendrán una influencia determinante en las principales tendencias internacionales, lo que estará condicionado por sus respectivas estrategias de política exterior que responderán a preguntas claves como: ¿qué papel y lugar debo desempeñar en el nuevo escenario mundial? ¿cuáles son mis prioridades? ¿cuáles son mis principales amenazas? ¿cómo emplearé los instrumentos de mi poderío nacional (económico, diplomático, militar, ideológico, tecnológico, etc?.
- Compañías transnacionales de impacto global: Los grandes consorcios que representan la élite corporativa en sus diferentes áreas y servicios tendrán un peso fundamental en la adopción de medidas que pueden ir desde variantes para amortiguar parcialmente la crisis hasta la profundización de los problemas globales.
- Las instituciones internacionales: El Sistema de Naciones Unidas y los diferentes mecanismos, estructuras y foros de concertación económica, política y en materia de seguridad a diferentes niveles y en las respectivas áreas geográficas.
- La Unión Europea: Después del manejo desastroso de la pandemia como «bloque», se impone una profunda evaluación sobre sus mecanismos e instrumentos que podría conducir a replanteamientos estratégicos sobre el futuro de la Unión.
- Los estados nación con influencia regional: Dado que las manifestaciones de la crisis tiene sus efectos diferenciados en dependencia de las regiones globales, determinados países tendrán un papel significativo en esa escala.
- Los actores no estatales vinculados al terrorismo y a las modalidades del crimen organizado transnacional: Las características del entorno internacional crearán condiciones favorables para que este tipo de actores incrementen sus actividades y como consecuencia se harán más visibles sus efectos nocivos a nivel global.
- Los movimientos y fuerzas políticas progresistas.
Todos estos actores, tienen un posicionamiento en la actualidad en el escenario internacional con diferentes grados de participación e influencia. Las relaciones entre ellos se manifiestan en varios niveles y existen espacios de cooperación y conflicto. En cualquier caso, los aspectos para evaluar el comportamiento de estos actores están vinculados a tres elementos fundamentales: los objetivos que persiguen en el entorno global, los instrumentos que disponen para cumplirlos y las estrategias que adoptan. Las peculiaridades del «mundo postpandemia» es el contexto donde tienen que desempeñarse y es ahí donde se demuestra finalmente su capacidad real. Por lo tanto, algunos encontrarán desafíos muy difíciles de superar y otros identificarán oportunidades a partir de sus intereses y motivaciones.
Por otra parte, en el corto y mediano plazo hay que contemplar la posibilidad de la ocurrencia de eventos de alto impacto que acelerarían las tendencias internacionales y algunos podrían conllevar a crisis globales. En ese sentido, podría mencionarse a modo de ejemplo:
- Resurgimiento del nuevo coronavirus o alguna mutación del mismo (“segunda ola”).
- Manifestación de otros tipos de pandemias.
- Desastres naturales de gran alcance.
- Ataques cibernéticos con daños severos a las infraestructuras críticas de las grandes potencias.
- Acciones terroristas de envergadura contra países occidentales.
- Empleo de armas de destrucción masiva a diferentes escalas.
- Conflicto militar en áreas de influencia estratégica que involucre aunque de manera indirecta medios y efectivos de Estados Unidos y Rusia (Medio Oriente) o Estados Unidos y China (Mar del Sur de China) .

Continuará...

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