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El perdón tardío hacia la etnia mapuche

3 ago. 2017
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El pasado 23 de junio la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, pidió perdón por los «errores y horrores» cometidos por el Estado contra la etnia mapuche.  De esta forma la mandataria dio un paso en el intento por resarcir las injusticias contra la mayor etnia de la nación sudamericana.

«Hemos fallado como país, por eso hoy quiero pedir perdón al pueblo mapuche por los errores y horrores que se han cometido o tolerado en nuestra relación con ellos y sus comunidades», expresó Bachelet quien además presentó un Plan Integral para la región de La Araucanía, zona de mayor concentración de estos pueblos al sur chileno. Alrededor del 47% de la población de esta región, ubicada a 700 kilómetros al sur de Santiago de Chile, es de origen mapuche. Esta es una zona histórica de confrontaciones frecuentes entre los indígenas y las autoridades regionales.

La idea presentada por Bachelet incluye enviar proyectos de ley al Congreso para crear el Ministerio de Pueblos Indígenas y el Consejo de Pueblos Indígenas. Contempla asimismo oficializar el mapudungún, la lengua mapuche, en la región de La Araucanía y declarar el 24 de junio como Día Nacional de los Pueblos Originarios.

Las injusticias contra la etnia han marcado una relación conflictiva con el Estado chileno. Es por ello que el perdón simbólico de Bachelet dice de las nuevas oportunidades que se pueden abrir para limar las asperezas. Lo contradictorio aquí es que solo pidiendo perdón no se resuelve un diferendo de años.

Los mapuches —que en su lengua nativa significa «gente de la tierra»— primero lucharon contra los conquistadores españoles para evitar que los despojaran de sus tierras. Su lucha durante esta etapa fue conocida como la primera gran rebelión mapuche que duró de 1598 a 1602. Finalmente lograron expulsar a los intrusos de sus territorios. Luego vino la Guerra de Arauco durante la primera mitad del siglo XVII, la cual provocó una transformación social importante de la etnia y su expansión hacia territorio de la vecina Argentina.

La lucha de resistencia posterior fue contra las campañas militares desarrolladas por el periodo republicano en Chile y Argentina.  Después de adaptarse a las nuevas condiciones y a las nuevas fronteras, los mapuches fueron cercados por el Estado chileno. La presión fue tanta que terminaron desplazándose hacia las tierras poco cultivables entre la costa y la precordillera andina.

A finales del siglo XIX el nuevo enemigo fue el Ejército chileno que, tras la conocida «pacificación de La Araucanía», les arrebató sus territorios. Esa lucha por recuperarlos se mantiene hasta el día de hoy.

Producto del arrebato de sus derechos, sus tierras, identidad y la marginación a que han sido sometidos, los mapuches enfrentan altos niveles de pobreza. Esta población ha cohabitado todos estos años sometida a la invisibilidad y en la lucha por recuperar también el espacio que les corresponde en la sociedad chilena. La discriminación también ha sido una constante. Ello ha provocado marchas masivas en varias ciudades chilenas por la reivindicación de sus derechos.

Han sido calificados hasta de «terroristas» por su reclamo de restitución de las tierras que históricamente le pertenecen.  Bajo este calificativo muchos son condenados por una ley antiterrorista que data de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), la cual triplica las penas en caso de ser declarados culpables.

En estos enfrentamientos con la policía los mapuches han sido acusados de incendiar cultivos de la región y de provocar situaciones de caos, sin embargo, nunca se les ha probado nada en su contra. Esto dice mucho sobre el estigma que pesa sobre ellos.

Informes emitidos por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) señalan que la situación de «vulnerabilidad sociodemográfica y socioterritorial», provocada por «la pérdida del territorio», sigue siendo la base de la resistencia de la etnia mapuche.  En el texto nombrado Desigualdades territoriales y exclusión social del pueblo mapuche en Chile, el organismo de Naciones Unidas denuncia que las tierras que exigen los mapuches les fueron arrebatadas primero por los conquistadores españoles y luego por el Estado chileno. Asimismo, hace un llamado a impulsar políticas estatales en la materia y crear planes de sostenibilidad.

Por el momento, la etnia chilena debe contar con el perdón público de la presidenta Michelle Bachelet. Por muy simbólico que sea, al menos coloca donde debe estar el peso social tan importante que tiene esta etnia en Chile y reconoce además su resistencia histórica, cultural e identitaria.

 

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